El Cardenal Arzobispo de Santiago, Monseñor Francisco Javier Errázuriz, bendijo el martes 14 de diciembre un hermoso pesebre en el Palacio de La Moneda, cuyas figuras fueron talladas por el artesano ecuatoriano José López. La ceremonia fue encabezada por el Presidente de la República y su esposa.
“Honra al Presidente de la República y a su distinguida esposa el hecho de haber encargado estas notables figuras, que pasan a ser un patrimonio de nuestro pueblo, y que serán admiradas y veneradas por quienes acudan a ellas en estos días cercanos a la Navidad”, dijo el Cardenal Francisco Javier Errázuriz al dar su bendición al pesebre instalado esta mañana en el Palacio de la Moneda, cuyas figuras fueron talladas por el artesano ecuatoriano José López.
El pesebre, a escala natural, está compuesto por 10 piezas talladas en madera y fue instalado en el Patio de los Cañones del Palacio de La Moneda, para que pueda ser visitado por el público.
“Recordar el nacimiento de Jesús y su mensaje de bondad y de paz- dijo el Arzobispo de Santiago- en torno a una representación del pesebre de Belén, remonta nuestro pensamiento a San Francisco. Francesco, el joven de Asís, según sus biógrafos fue el santo que más se ha parecido al Señor. Como él abrazó la pobreza, y se hizo amigo de los menores de su tiempo, de los pobres y menesterosos. Pero también de la creación entera, del hermano sol y de la hermana luna, de las aves y del lobo. Proclamó el mensaje de la fraternidad, de la generosidad gratuita y de la sencillez. Fue un gran místico, que gozaba de una extraordinaria cercanía con el amor de Dios y con el corazón del pueblo. Por eso sus hijos espirituales comprenden la religiosidad popular y son hermanos de todos”.
A continuación, Monseñor Errázuriz recordó ante los presentes el surgimiento del primer pesebre: “En 1223, en la madurez de su fe (San Francisco), dispuso la representación del nacimiento en un pequeño albergue de la órden, levantado entre las rocas de un monte escarpado. A Juan, un hombre de su confianza, le expresó: ‘Si quieres que celebremos en Grescio esta fiesta del Señor, date prisa en ir allá y prepara prontamente lo que te voy a indicar. Deseo celebrar la memoria del niño que nació en Belén y quiero contemplar de alguna manera con mis ojos lo que sufrió en su invalidez el niño, cómo fue reclinado en el pesebre y cómo fue colocado sobre heno entre el buey y el asno´. Así ocurrió la primera representación, con personas y animales vivos, del nacimiento de Jesús. San Francisco cantó el evangelio y predicó, y después, lleno de emoción, tomó al niño entre sus brazos. Tenía fe en el misterio pero quería que iluminara su corazón y sus sentimientos, su vida entera. La noche resplandeció como el día, con las antorchas de los lugareños, con la fe de Francisco y la alegría y los cantos de todos, de los monjes y de los que habían acudido por la fama del santo. A partir de esa experiencia, los franciscanos popularizaron el pesebre, que luego fue representado con nuevas figuras: llegaron los pastores, se acercaron los ángeles, ofrecieron sus dones los sabios venidos de oriente.
“En Latinoamérica hay una pequeña ciudad consagrada al nacimiento de Belén por la labor de sus artesanos. Con gran dignidad y unidos al misterio con su oración, tallan las figuras de José, del Niño y de su Santísima Madre. Es San Antonio de Ibarra, en Ecuador, de donde proviene el artista que nos acompaña, don José López. Gracias don José por esta hermosa obra de arte que nos ofrece”, terminó señalando el Arzobispo de Santiago.
Santiago, 15-12-2004