Carta Pastoral
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Carta Pastoral

Con que los Excmos. Arzobispos y Obispos de las Provincias Eclesiásticas de Chile, convocan al clero y fieles al tercer Congreso Catequístico Nacional, del 8 al 12 de Octubre de 1953, en la ciudad de Santiago

Fecha: Domingo 05 de Abril de 1953
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Obispos de la CECH

Carta Pastoral

Con que los Excmos. Arzobispos y Obispos de las Provincias Eclesiásticas de Chile convocan al clero y fieles al tercer Congreso Ca­tequístico Nacional, del 8 al 12 de Octubre de 1953, en 1a ciudad de Santiago





Nos, los Arzobispos y Obispos de las Pro­vincias Eclesiásticas de Chile, a nuestros Ca­bildos metropolitanos y diocesanos, a los sa­cerdotes de ambos cleros, a los religiosos y religiosas educacionistas, a los catequistas y fieles, salud y paz en Nuestro Señor Jesucristo.



“Verba, quee ego locutus sum vobis spiritu et vita sint”

“Mis palabras espíritu y vida son”.

(San Juan VI, 64)



El Episcopado Nacional, en sus últimas Conferencias del año pasado tomó el acuerdo de celebrar este año, en el mes de Octubre, con la ayuda del Padre Celestial, un Congreso Catequístico Nacional.




I.- El mandato del Divino Maestro


La enseñanza completa y práctica de toda su doctrina fue el último mandato que el Di­vino Redentor dejó a sus Apóstoles para la salvación de los hombres, diciéndoles con in­comparable solemnidad: “A mí sé me ha da­do toda potestad en el cielo y en la tierra: Id, pues, e instruid a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a ob­servar todo lo que yo os he mandado. Estad ciertos de que Yo estoy con vosotros todos los días hasta la consumación de los siglos”. (Mat. XXVIII, 19-20).



A ese mandato se agregó según el Evange­lista San Marcos esta importantísima decla­ración: “El que creyere y se bautizare se sal­vará, pero el que no creyere será condenado” (Marc. XVI, 16).



La enseñanza de su doctrina a todas las gentes, es, por tanto; el interés de primera importancia para nuestro Salvador y de suma necesidad para todos los hombres. Por esta razón, esa enseñanza fue desde el nacimiento mismo de la Santa Iglesia a la vida pública, con la venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, y primeros creyentes en Cristo, la otra primera y fundamental de la misión de los Apóstoles y de la vida misma de los primeros fieles, que jamás miraron con in­diferencia y como cosa ajena a su fe la propagación de la doctrina que ya los iluminaba a ellos y los hacia vivir una vida nueva en Cristo.

La forma de la enseñanza necesariamente se acomodaba a las exigencias de las circunstancias: de un modo se hablaba a los israe­litas que ya tenían el cimiento de la Reve­lación, y de otro modo a los paganos, que só­lo tenían la luz de la razón natural; de un modo que recordaba después a los cristianos las divinas enseñanzas y se las explicaban los Pastores y de otro modo, esas mismas ense­ñanzas se exponían después a los herejes o a los cristianos que estaban en peligro de ser inducidos por ellos a renegar su fe católica y a profesar sus errores.





II.- La enseñanza de la Religión base de la vida cristiana


Mas la enseñanza de la Religión siempre fue fundamento y base necesaria de la fe y de la vida cristiana. Dice el Papa Clemente VIII al principio de la Encíclica a todos los Patriarcas, Primados, Arzobispos y Obis­pos del mundo, para recomendar al llamado “Catecismo del S. Concilio de Trento a los Párrocos: “En el campo del Señor, a cuyo cultivo presidimos por disposición de la Di­vina Providencia, cosa ninguna requiere tan diligente cuidado como la guarda de la divina semilla que se sembró, que es la doctrina católica dada por Jesucristo a sus Apóstoles y a nosotros encomendada no sea que si se abandona por un pequeño descuido y una flojedad vergonzosa durmiéndose los obreros el enemigo del linaje humano siembre cizaña, de donde nazca que el recoger los frutos, en vez de grano para los trojes, no se halle sino broza para el fuego”. Y sigue el mismo Pontífice, recordando las recomendaciones de San Pablo a Timoteo: “que guarde el buen depósito (de la doctrina), por cuanto amenazaban tiempos peligrosos”, (Tim. 3), por haber en la Iglesia hombres perversos y engañadores.



Esas razones que ya valían en vida misma de los SS. Apóstoles, conservaron todo su valor en el tiempo de todas las herejías y cismas: en la época del Concilio de Trento y siglos posteriores y hoy día más que nunca, por la multiplicidad de errores que el espíritu de las tinieblas se empeña en difundir y con los nuevos y más eficaces medios que el progre­so moderno le proporciona para ello. Ade­más, contribuye a hacer sentir con mayor fuerza la necesidad de la instrucción cristia­na, la extensión misma de la sociedad de fieles y el número relativamente escaso de sacerdotes que puedan instruir convenientemente a gran número de fieles.





III.- El Apostolado Catequístico



Por lo cual el Sumo Pontífice, Pío XI, de feliz memoria, lamentaba como la más deplo­rable mancha del pueblo cristiano la grande ignorancia religiosa que en él se encuentra, e hizo el llamado solemne y urgentísimo a todos los buenos católicos para formar la Acción Católica, que fuera la eficaz cooperadora del Apostolado Jerárquico en su divina misión. En una de las visitas Ad Limina que tocó hacer al Cardenal que suscribe bajo el glorioso reinado de tan gran Pontífice, dándole cuenta de la ayuda que la Juventud Ca­tólica Femenina prestaba a la Iglesia en la enseñanza del Catecismo, nos hizo el encar­go de decir a los Jóvenes Católicos que era voluntad del Santo Padre que ellos también hicieran Catecismo.



Angustiado por la misma grande falta de los pueblos católicos, cuya instrucción cristiana suele ser tan deficiente ante las exigencias de los peligros presentes, nuestro actual glo­rioso Pontífice, a quien Dios nos conserve por muchos años, no cesa de insistir en la misma vehemente exhortación a todas las ramas de la Acción Católica, de mostrar su es­píritu cristiano no sólo en la conducta personal y en el fiel cumplimiento de los debe­res de familia o de ciudadanos, sino muy prin­cipalmente en el celo por la enseñanza de la verdadera doctrina con el ejemplo y con la instrucción del catecismo. Nos bastará, para comprobar el interés del Santo Padre por el Catecismo, una elocuentísima cita tomada de su discurso a la Juv. Cat. Fem. Italiana en Septiembre de 1948. Después de decir el Santo Padre que a veces hay resistencia al apostolado de la Juventud Católica y que el mal resultado puede tener otra causa que el esfuerzo del celo de ellas, les dijo: “En verdad, la llama del celo más ardiente nos lleva siempre en su benéfico calor una claridad plenamente luminosa. Ahora bien, es indispensable que vosotras llevéis por todas partes la luz. Eso equivale, sin duda, a alabar y alentar vuestro apostolado catequístico, en sus diversas formas; a recomendaros que os pongáis siempre en aptitud de ejercitarlo con competencia, interés y persuasión. Pero quiere decir, que vosotras mismas debéis ser luminosas, que debéis considerar como dichas a vosotras las palabras dirigidas por el Divino Maestro no sólo a sus Apóstoles, sino también a toda 1a multitud de creyentes de buena voluntad reunidos a su alrededor al pie del monte. “Vosotros sois la luz del mundo”. (L Observatore Romano, 6-7 de Septiembre de 1948)



Nuestro Episcopado Nacional vive penetrado de la misma angustia que padecen los Supremos Pastores al contemplar los males del mundo, cuya causa principal, como decía el beato Pío X, de santa memoria, es la ignorancia religiosa.



Hay distintas formas de enseñanza religiosa; pero la que desde hace siglos se ha encontrado más eficaz, tanto para grabar la doctrina, como sobre todo para comunicar el espíritu y la vida de esa misma doctrina e infundir así la vida de Cristo, es, sin duda, la forma de Catecismo o de Catequesis, es decir, el diálogo en cierto modo familiar. Pero esa eficacia resulta muy reducida, si el que enseña no se ha preparado bien para enseñar con claridad, interés y arte que puede conquistar el interés y el amor por lo que se enseña y en lo que oye y aprende.





IV.- Motivo del Congreso



Las razones expuestas han movido a los Pastores de almas de toda la República a convocar un Congreso Catequístico Nacional.

En él se ha de hacer sentir con mayor claridad el estado de la instrucción religiosa en nuestros fieles y la necesidad de poner re­medio a los males que la impiden o afectan. En el Congreso se han de estudiar los medios de multiplicar, organizar y preparar del modo más eficiente a los Apóstoles de Cristo en la enseñanza del Catecismo, y de un mo­do especial se considerarán los medios de hacer que la doctrina de Cristo no sea solo un adorno de nuestra inteligencia y memoria, sino también, más que todo un guía seguro de nuestra voluntad, una norma de nuestra conducta, fuente de luz y de fuerzas en nuestras tinieblas y flaquezas y de consuelos celestia­les en nuestras terrenas pesadumbres.



De un modo especial este Congreso; nos ha de impulsar a observar con la mayor fidelidad las disposiciones de la Santa Sede sobre la enseñanza catequística.



La preparación sobrenatural, científica y pedagógica fue la materia de estudio que nos ocupó en nuestro Primer Congreso Catequístico Nacional celebrado en Santiago el año 1938 y que recordamos sumariamente en esta nueva Jornada.



La voz del Divino Maestro “Sinite parvulos venire ad me”, “Dejad que los niños vengan a mí” (San Marcos 10-14), nos congregó en el Segundo Congreso Catequístico Nacional en la ciudad de Concepción en 1943 para tratar sobre el niño como sujeto de la educación religiosa.



La enseñanza vivida por los alumnos es el motivo de estudio que nos reunirá en este nuevo Congreso en la ciudad Metropolitana de Santiago: “Verba quae ego locutus sun vobis spiritus et vita sunt” “Mis palabras espíritu y vida son” (San Juan VI, 64). “Ego veni et vital habeamt et abundantius habeas” “Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (San Juan X, 10).



Espíritu y vida es el ideal de una educación verdadera y perfecta para formar la vida cristiana en todo tiempo y lugar. Ideal que no puede ser únicamente una bandera, un lema, un anhelo, un programa. Es una necesidad apremiante y angustiosa de la salvación de las a1mas; es una necesidad de un mundo mecanizado y paganizado que se ve que padece y muere por la crisis de la fe y de los prin­cipios y costumbres cristianas; es una necesidad en nuestra Patria, a fin de restaurarla y establecer en todas las clases sociales el ósculo de paz y de amor que constituye el reino de Cristo que es reino de verdad y de vida; reino de gracia y santidad, reino de justicia y de paz.





V.- Convocatoria y parte dispositiva



El tercer Congreso Catequístico Nacional se celebrará en Santiago del 8 al 12 de Octubre del presente año y a él se invita al clero regular y secular, a los religiosos y religiosas educacionistas, a los maestros de Religión y catequistas, a los dirigentes y miembros de la Acción Católica en general.



El Congreso constará de actos religiosos, de asambleas y sesiones de estudio, en las que se tratarán los temas especiales encaminados a dilucidar los tres aspectos de la enseñanza religiosa: la preparación de los maestros, la atracción de los discípulos y la forma de hacerles vivir la doctrina que se les da. Además, se realizarán, antes del Congreso, certámenes catequísticos para los niños de las escuelas, colegios y parroquias, con el fin de despertar en ellos el interés por el estudio de la Religión; habrá además una Exposición Catequística, para difundir los conocimientos prácticos de la Religión y de los adelantos de la pedagogía catequística.



Para hacer más práctica aún esta convocatoria, venimos en disponer lo siguiente:

1°.- Como preparación al Congreso y para ayudar y atender los Centros catequísticos ya existentes o los nuevos que se formen con motivo del Congreso, los párrocos establecerán cuanto antes si aún no lo hubiesen hecho, la Cofradía de la Doctrina Cristiana en conformidad al Cánon 711 del Código Canónico. Podrán formar parte de ella los miem­bros de las diversas asociaciones de la Acción Católica que demuestran más aptitudes e interés por e1 apostolado catequístico.



2°.- Se designará en cada Asociación parroquial de la Acción Católica un “Delegado” encargado de los catecismos que podrá formar parte de la Cofradía de la Doctrina cristiana y en cada Consejo Nacional o Diocesa­no de la misma Acción Católica se nombrará “Un Delegado Catequístico especial” ante el Secretariado u Oficio Catequístico Diocesano, que estará también en comunicación con los Delegados Parroquiales y con el Delegado Nacional.



3°.- Para la mejor preparación de las personas que trabajan en el apostolado de la enseñanza religiosa, según los deseos del Motu proprio de S. S. Pío XI de 29 de Junio de 1923, se establecerán entre el alumnado de los cursos superiores de los colegios de educación secundaria, dirigidos por religiosos o religiosas y en las Asociaciones de la Acción Católica, en que sea posible Cursos Breves de Religión, Historia Sagrada y Eclesiástica, Pedagogía y Metodología Catequística, que se regirán según los reglamentos y programas establecidos para obtener el certificado de ca­tequista.



4°.- A fin de mover a los niños y jóvenes que reciben la instrucción catequística, a la práctica de las obligaciones religiosas y a la perseverancia en ellas, se procurará formar en las escuelas, colegios y parroquias la Cru­zada Eucarística de los niños, seleccionando a los más piadosos que han hecho la Primera Comunión y el Aspirantado de la Acción Católica para los niños de 13 a 16 años de edad, según lo que se establece en los Regla­mentos de la Acción Católica Chilena.



5°.- Las parroquias y establecimientos de educación manifestarán su adhesión al Con­greso celebrando con anterioridad a él, en la fecha del año que estimen más conveniente, el “Día Catequístico” en la forma que los dispone el Decreto de la Sagrada Congregación del Concilio del 12 de Enero de 1935.



6°.- Conforme al Cánon 1332 del Código Canónico, se establecerá en las parroquias la enseñanza de Religión especial para los adultos, que en forma de conferencias morales po­drá congregar cada Domingo a un grupo de fieles que sean aptos para recibir mayor instrucción.

Durante los meses y novenas que se prediquen en las iglesias parroquiales o religiosas, o en los templos públicos o semipúb1icos, se harán instrucciones de carácter catequístico para los adultos, y se insistirá especialmente ante los padres de familia y ante los que hacen sus veces, sobre la gravísima obli­gación de procurar la cristiana educación de sus hijos y la necesidad de prepararse convenientemente para tan delicada misión (Canon 1113 y 1372).



7°.- Los párrocos y directores de establecimientos de educación enviarán a la Exposición Catequística del Congreso, que se celebrará en la ciudad de Santiago, los objetos, libros, cuadernos y dibujos catequísticos que estimen de mayor interés general los cuales se devolverán cuidadosamente una vez terminado el Congreso. El envío de tales elementos se deberá hacer a más tardar la primera quincena de Septiembre, al Director del Oficio Catequístico del Arzobispado de Santiago.



8°.- Los Maestros de Religión, Asociaciones de Acción Católica y Catequistas en general, que no puedan asistir al Congreso, enviarán su representación en nombre de la ins­titución a que pertenecen, y desarrol1arán también alguno de los temas del programa; tema que deberá remitirse, antes del 15 de Agosto al Presidente de la Comisión de Te­mas, quien lo entregará al relator designado.



9°.- Los alumnos participarán del Congreso mediante la celebración del “Día Catequístico”, que se efectuará como adhesión a él en las parroquias y establecimientos de edu­cación, según lo dicho en el N° 5° y, además tomarán parte en los concursos de estudio que se realizarán con tal ocasión.



10°.- Para ayudar a los gastos que deman­da la celebración de este Congreso se efectuará el domingo 9 de agosto una colecta general en todas las iglesias; oratorios públicos y semipúblicos, la cual deberá remitirse a la respectiva Tesorería Episcopal. Pedimos tam­bién a los religiosos exentos hacer en sus iglesias las colectas.



11°.- Encomendamos con encarecimiento a las oraciones de las comunidades religiosas y de los fieles el éxito del Congreso y espe­cialmente pedimos que tengan presente esta intención en la novena del Espíritu Santo, pre­paratoria a la fiesta de Pentecostés y, en la novena de Nuestra Madre del Carmen patrona de nuestra Patria.

Los sacerdotes con igual fin, y siempre que nada obste en contrario, agregarán en la Santa Misa desde el 20 de Septiembre hasta terminado el Congreso, la Oración del Espíritu Santo, que se encuentra en la Misa votiva del Espíritu Santo, feria V.



12°.- La Comisión para la organización y dirección del Congreso será presidida por el Ordinario Eclesiástico de la Arquidiócesis de Santiago y formada por Mons. José H. de la Cerda P., Director del Secretariado Cate­quístico Nacional y del Oficio Catequístico Arquidiocesano, por Mons. Emilio Tagle C., Rector del Seminario Pontificio y, por el Re­verendo Padre Ramón Echañiz, S.J., Di­rector del Hogar Catequístico de Santiago y el Decano de la Facultad de Teología de la Universidad Católica.

La Comisión queda en libertad para distri­buir y armonizar el trabajo en la forma que lo juzgue conveniente, y además para pedir la cooperación y ayuda inmediata de las per­sonas e instituciones que pueden serle útiles, principalmente de los Señores Párrocos, de los Consejos Nacionales y Diocesanos de la Ac­ción Católica y de los Hogares Catequísticos. Podrá, pues, nombrar sub-comisiones en la forma que crea conveniente y oportuna.

Ponemos el Congreso bajo la protección de la Santísima Virgen con el titulo de Nuestra Señora del Carmen, Reina de Chile, de San Juan Bosco y del Beato Pío X, insignes catequistas de nuestra época.

Nuestra carta será leída en todos los tem­plos de nuestras respectivas diócesis durante los primeros domingo después de su recepción y será comentada durante el año fre­cuentemente para que llegue al conocimiento de todos los fieles y despierte en ellos interés por el Congreso.



Dada en Santiago de Chile el 5 de abril, día de la Resurrección del Señor del año de gracia de 1953



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