1. En el nombre de Jesús de Nazareth

Queridos jóvenes,

Esta tarde yo quiero compartir con ustedes y decirles “cara a cara” y de corazón, que tengo un maestro sabio, el que desde muy joven me ha cambiado la vida y me ha enseñado a entregarme en una vocación de servicio que cada día me hace más feliz. Un maestro humilde y pobre que me ha enriquecido con su propio Espíritu de Vida. Un maestro solidario que me ha hecho sensible por el mundo de los pobres.

Jesús de Nazareth es mi Señor y Maestro, el mismo que hoy percibo entre ustedes y en sus corazones juveniles. El mismo que hoy reconozco en los pobres de mi patria. El mismo que está “siempre ahí” cuando brota la oración sencilla y de compromiso solidario. El mismo que hoy sigue derramando en nosotros un deseo ardiente de erradicar la pobreza en Chile y en los corazones egoístas.

Esta tarde, queridos jóvenes, quiero compartir con Uds. todo lo que soy y me sostiene, la vida misma de Jesús de Nazareth, el que murió y resucitó para abrirnos las puertas de la justicia y de la paz. El que nos acompaña y nos anima en nuestra apasionada y difícil tarea de construir un pueblo más justo y fraterno.

Si Chile se olvidara de los pobres, Jesús se encargaría de despertarnos del letargo y de la soberbia. Si la Iglesia se olvidara de los pobres, Jesús se encargaría de recordarnos que “lo que hicieron con los más pequeños, conmigo lo hicieron.” El nunca falla, siempre hace surgir hombres y mujeres que con su testimonio profético y valiente, nos estremecen la conciencia y hacen surgir nuevos compromisos solidarios. Teresa de Calcuta, el Padre Hurtado, el Cardenal Raúl Silva, Clotario Blest, entre los que ya han partido, y ustedes, y tantos otros más son una prueba de esta verdad.

2. Miremos los desafíos pendientes

Cuando nos invitaron a participar en la Comisión Nacional de la Pobreza como Iglesia Católica, quisimos aportar una reflexión que nos pareció importante que la llamamos: “El mundo de los pobres”.

¿Cuál fue ese aporte?. La Iglesia Católica se mira en la parábola del buen samaritano para entender quiénes son los pobres y qué tiene que hacer. En este relato, Jesús enseña que el prójimo es todo aquel que está herido en el camino por sus agresores, y por los que han pasado de largo sin atenderlo, y que las diferencias religiosas o ideológicas no impiden y no son excusa para no hacerse cargo del que sufre.

Desde esta sabia enseñanza concluimos que, si ayer los heridos en el camino fueron los perseguidos sin un derecho al juicio justo, hoy serán los enfermos de SIDA, los cesantes, los pueblos indígenas y los marginados. Nos hemos ocupado de la educación, de la salud, de los trabajadores, de los temporeros, de las mujeres jefas de hogar, de las ollas comunes y de tantas otras reivindicaciones sociales. Es mucho lo que hacemos pero todos sabemos que aún es insuficiente.

La reflexión, en la Comisión Nacional de la Pobreza, nos llevó a descubrir el mundo de los pobres, mucho más allá de la sola medición por sus carencias materiales y sus ingresos por “canastas familiares”, que descarta la comprensión de la pobreza como un mal irremediable, que es la peor desgracia que le puede ocurrir a una sociedad.

“El mundo de los pobres no es sólo carencias. En el mundo de los pobres existen enormes potencialidades, desconocidas incluso por ellos mismos, negadas, y a veces rechazadas, por la sociedad global. La supervivencia en medio de condiciones de pobreza muy dura es posible gracias al desarrollo de un conjunto de valores y acciones entre los que destaca la solidaridad”. Las experiencias de autoayuda, de la que está llena la historia del país y en especial la historia reciente, es la base para la comprensión global del mundo de los pobres. Una concepción de pobreza que no vea los aspectos positivos que hay en los pobres, enriquecedores para el conjunto de la sociedad, atentará contra su dignidad”.

“La carencia de bienes, la falta de recursos, no implica ausencia de proyectos de vida, de cultura, de decencia, de moral, más aún, muchas veces lo fortalecerá. Las múltiples experiencias de solidaridad interna muestran la capacidad de participación, autoorganización, capacidad de agrupamiento del mundo de los pobres”.

“La fe de los pobres, su dimensión religiosa, la vida espiritual que permite la pobreza, la mantención de tradiciones, costumbres ancestrales, conocimientos muchas veces ya olvidados, son aportes que el mundo de los pobres ofrece y puede entregar a la sociedad. En el mundo de los pobres, está la capacidad de superación de la pobreza. Si la carencia fuese un absoluto, los pobres irremediablemente caerían en la espiral de la destrucción. En los pobres mismos está la capacidad de salir de la pobreza” .

Es por eso que, de lo que Muammad Yunus nos expuso de su experiencia en su visita anterior, mucho de ello ya existía en Chile en diversas iniciativas y de tantas otras personas e instituciones. Sin embargo, vemos en nuestro país una dificultad operativa, pues a pesar de que hay conciencia que existe entre nosotros la pobreza, y del deseo de todos los sectores por superarla en la medida que es posible, persisten las situaciones de injusticia e inequidad que impiden sacar a tantos hermanos nuestros de su situación de pobreza dura e indigencia.

¿Cuáles son las razones de esa dificultad? Sin duda, lo que nos permite salir de la situación de pobreza es la disponibilidad de empleo. Lamentablemente, en Chile, este es precario e incierto. Analizando esta situación, nos encontramos con trabajos mal remunerados; en muchas ocasiones por debajo de lo establecido por la ley; con largas jornadas de trabajo, que suelen incluir los domingos y festivos; y con la incertidumbre de que termine de un momento a otro. Esta incertidumbre en la vida de los pobres es hoy, muchas veces, angustiante.

Otra razón de este cuadro es un dato ya conocido: Chile es uno de los países de América con la peor distribución de la riqueza. Y el problema, lejos de mejorar con el progreso que ha tenido Chile en las últimas décadas, se agudiza con diferencias muy grandes, pudiendo llegar éstas, a 15, 20, 40 y hasta 70 veces, dependiendo de la medición que se haga. En Europa esta diferencia, medida en quintiles, no es superior a 6 u 8 veces.

Nos preguntamos entonces: por qué, si funciona la democracia, si funcionan las instituciones y las organizaciones, si el modelo pareciera funcionar bien, entonces ¿por qué existe la precariedad del empleo?. Por otra parte, ¿por qué constatamos hoy que los pobres no tienen voz?.

Los valores éticos y morales que deben inspirar la organización social en nuestra patria no deben reducirse a considerar a las personas solamente como un factor productivo, ni únicamente como focos potenciales de inseguridad o violencia o delincuencia, como lo estiman algunos sectores. Lamentablemente muchos encargados de la economía, nos descalifican a los que buscamos la solución a estos problemas desde otros parámetros. Estamos aburridos de esa descalificación. Los pobres están conscientes de lo que les pasa, sienten la consecuencia de esa marginación, pero el sistema los deja impotentes o debilitados para solucionar sus problemas. Nuestra sociedad no tiene conciencia que el criterio primordial para juzgar las necesidades de los hombres debe ser su calidad de creatura de Dios, y que el mundo fue hecho para compartir sus bienes, para que el hombres y mujeres sean felices y puedan vivir como hijos e hijas de Dios.

3. Para erradicar la pobreza.

Amigos jóvenes, creo que esta no es una reunión más, como tantas otras que hemos celebrado. Ustedes son la juventud idealista de nuestra patria. Muchos de ustedes pertenecen a organizaciones de voluntariado que ya cuentan con muchos logros. Muchos de ustedes son los constructores de “un techo para Chile”; y techos para América; y Trabajo para un hermano. Ustedes son esos voluntarios anónimos que socorren a los hermanos en sus necesidades durante las catástrofes. La mayoría ya ha hecho las experiencias de trabajos de invierno o de verano; forman parte de esos 60.000 jóvenes que peregrinan a buscar fuerza e inspiración a la tumba del Padre Hurtado – apóstol de la solidaridad-, o los 100.000 jóvenes, que pueden hacer 35 kilómetros a pie, por la montaña, donde Santa Teresa de los Andes, para beber de la fuente de Agua Viva, que es Cristo, que ofrece su Santuario.

Hoy les recuerdo nuevamente las palabras que pronunció en Chile, Juan Pablo II, el apóstol que es voz de los que no tienen voz en el mundo: “Los pobres no pueden esperar”; y lamentablemente los pobres siguen esperando.

Juan Pablo II ha desafiado al mundo de los profesionales y académicos a crear una Economía de la solidaridad; ha hecho un llamado a “la globalización de la solidaridad”, ha apoyado y bendecido la iniciativa de Chiara Lubich de desarrollar una Economía de la Comunión. Pero todavía son muy pocos los que lo han escuchado.

Finalmente, comparto con ustedes uno de los grandes valores de la solidaridad. El mismo que he escuchado de sus propias experiencias de servicio. Cuando ustedes van al encuentro de las familias más pobres de Chile, volvamos a decirlo, los primeros beneficiados son ustedes mismos. Cuando fueron a ofrecer un auxilio les devolvieron mucha vida. Y mientras más hacen propio el sufrimiento del prójimo, más crecen ambos como personas. Esta profunda experiencia la vive y transmite el mismo Jesús, que nos recuerda que “no hay amor más grande que dar la vida por los amigos”. La solidaridad nos hace descubrir que los pobres somos nosotros mismos, y mientras exista un solo hermano sufriendo, no podremos cantar la victoria definitiva.

Hoy vuelvo a dar gracias a Dios por ustedes y por la riqueza que existe en los pobres. Ruego por la necesidad de proclamar en todas direcciones que la sociedad debe aprovechar la fuerza interior que existe en cada hermano sufriente de Chile. Lo hago convencido de que si los pobres logran tener una oportunidad de poder contar con la solidaridad, con la confianza, con la generosidad, la gratuidad del servicio de la autoridades, muchos hermanos pueden salir de su situación de pobreza, de marginalidad y de indigencia de vida.

“El reclamo cristiano por los pobres no propone que todos se conviertan en ricos... propone que todos compartan para que haya amor y bienes en abundancia para todos.”

Muchas gracias y que Jesús los bendiga siempre.