Un llamado a vivir desde la esperanza

Un llamado a vivir desde la esperanza

Entrevista al Obispo de Valdivia, Mons. Ignacio Ducasse Medina, al cumplir un año de su nombramiento.

Domingo 13 de Julio de 2003

¿Cómo vivió el momento en que fue elegido Obispo?

El nombramiento, ciertamente, fue sorpresivo. Uno no se ha preparado para ello, uno quiere servir a la Iglesia y en el fondo eso también es lo que lleva a responder afirmativamente a la petición del Santo Padre, como es el caso mío, querer servir y si la Iglesia a través del Papa, cree que puedo servir de esa manera... Hay que confiar en Dios, aceptar y lanzarse

El 31 de mayo Fiesta de la Visitación y día en que se hizo público, yo lo elegí a solicitud del señor Nuncio. Creo que allí hay dos aspectos para mí muy importantes: Primero, la visita de María a su prima Isabel, en situaciones muy particulares para ambas, una recién sabiendo que iba a ser "Madre del Señor" e Isabel, embarazada ya en la vejez. El encuentro de estas dos mujeres es muy humano y muy trascendente. Sin decir nada, María revela el secreto y su prima intuye que algo le pasa: "la madre de mi Señor". Allí hay un misterio de fe y un "olfato" evangélico por parte de Isabel para llegar a decir eso. Segundo, la prontitud con que la virgen va a visitar a su prima. Hay dos aspectos que se conjugan, el servicio en la ida de María a Isabel y la visión de fe que envuelve la escena. Ambos muy importantes y que han estado siempre presentes en mi vida sacerdotal y yo diría en mi vida cristiana en general: una visión de fe sobre la vida y la concreción en un servicio particular, de acuerdo a los tiempos y a las necesidades.

¿Cuál fue el sentido de su lema episcopal "Proclama La Palabra"

Siempre he entendido mi vocación sacerdotal y ahora también episcopal como un "anuncio". Anuncio de la presencia del Señor en medio de su gente. Un anuncio de esperanza, una noticia importante para todos y que viene de la "Palabra revelada" por eso, "Proclama La Palabra". Yo creo que la Palabra de Dios es el gran anuncio esperanzador y plenificador para la persona humana. El lema lo elegí en función de eso, centrar el ministerio episcopal en la proclamación de la Palabra, no solamente en la predicación a través de la homilía, sino a través de todo el ejercicio del ministerio, a nivel celebrativo, en las distintas actividades que realice, en la misma presencia de uno en las distintas comunidades, etc.

¿Cómo vive, el lo cotidiano, la experiencia de la Proclamación.?

Todo el año ha estado muy jalonado por distintas posibilidades de hacer efectiva esa proclamación. No sólo a través de la predicación, aunque siempre que celebro la Misa hago una pequeña homilía, aunque sea de un minuto, acorde a las circunstancias. Nunca celebro una Misa sin prédica pues creo que hay allí una posibilidad concreta para la proclamación de la Palabra. También lo veo, en la presencia del pastor en las distintas comunidades, por eso he tratado de estar presente en todas las comunidades de la Diócesis, aunque todavía no he ido a todas... El hecho de confirmar, no necesariamente en la Parroquia, sino en el lugar mismo donde se prepararon los jóvenes, como una forma de conocer su realidad. Creo que la presencia de uno es también, de alguna manera, presencia sacramental para la comunidad y eso también es un anuncio esperanzador de ese Dios que quiere estar más cerca de su gente. Otras posibilidades de anuncio se dan a través de la presencia de la Iglesia en instancias donde todavía está muy débil o simplemente no está, ambientes de dolor, de mucho sufrimiento donde se puede hacer mucho mediante la proclamación de la Palabra a esa gente en concreto.

Yo llegué a una diócesis que tenía un plan pastoral armado, lo cual a uno le facilita las cosas, porque no hay que partir de cero... Yo me subí a un carro que estaba funcionando, que llevaba un buen ritmo y estoy agradecido al Señor por eso y también a todos los que han colaborado en lograr ese plan pastoral. Eso me permitió también focalizar esta proclamación, en forma muy concreta. El año pasado, todo el segundo semestre a través del año de la Conversión y este año en dos centros, el año de la Comunión y el año de las Vocaciones, que creo es, precisamente, uno de los grandes desafíos que tiene la Diócesis en este momento, las vocaciones sacerdotales y de vida religiosa en general.

¿Qué otros desafíos visualiza Ud. para la Iglesia de Valdivia?

La necesidad de una mayor conciencia por parte de todos de que el compromiso personal como cristiano con la Iglesia también pasa por el aspecto material, especialmente el económico. Yo creo que en Chile en general y quizás un poco más fuerte acá en la diócesis, ha existido un cierto acostumbramiento a tener ayuda de afuera, especialmente del extranjero lo que ha, de alguna manera, dispensado un compromiso mayor por parte de nosotros en generar esos medios que nos permitan hacer todo el servicio que la Diócesis debería hacer a las distintas personas, tanto al interior de la misma Iglesia como fuera de ella. Yo lo veo como un desafío, el generar una cierta “autonomía” que nos permita realizar el servicio evangelizador que necesitamos, con mayor soltura y no con tanta dependencia, que al mismo tiempo limita las posibilidades de servir.

Otro desafío es la formación. Yo creo que hay gran hambre de formación por parte de la gente, tanto en lo doctrinal como espiritual, que genera el desafío de poder cubrir esa necesidad. Se están haciendo cosas... la escuela de formación se está organizando cada vez mejor en sus distintos niveles, pero también por escasez de sacerdotes no se puede cubrir exactamente con todo el querer que se necesita. El desafío es alimentar esa hambre de formación que tiene, yo diría, gran parte de la gente de la diócesis.

¿Cuáles son las principales fortalezas de esta diócesis?

Creo que hay varias... La misma escasez de sacerdotes ha generado una conciencia laical también mayor. Hay una gran cantidad de laicos en todas partes, muy bien formados, con mucha conciencia de cual es su papel al interior de la Iglesia y deseosos de trabajar. La escasez de sacerdotes ha llevado a generar esta conciencia laical que uno no ve tan fácilmente en otras diócesis. Aquí, sin generar independencia, hay una mayor corresponsabilidad del laico con respecto a la estructura general de la diócesis. Aunque se mejore el número de vocaciones sacerdotales, no debería disminuir esta conciencia, al contrario se debe seguir enriqueciendo a la Iglesia con ello.

Tener hambre de formación es otra fortaleza pues uno podría constatar la "carencia" de la formación, lo que sería un gran vacío. Tener esa conciencia de necesitar formación tanto en lo doctrinal como espiritual, es lo que deriva en fortaleza y es muy positivo que exista. A ello se suma que al ser una diócesis relativamente chica, muy dispersa pero con núcleos de población bastante fuertes, a uno le permite tener un contacto bastante más cercano con todas las comunidades. El tener mayor cercanía genera también vínculos distintos entre el obispo con la comunidad y las personas en concreto.

¿Cómo ha sido su experiencia en el Colegio Episcopal?

A muchos de los obispos les conocía por diversos motivos, ya sea a través del seminario de Santiago o por otros servicios a la Conferencia Episcopal. En general, el ambiente en la Conferencia es muy bueno, muy fraterno, hay gente con mucha experiencia y sabiduría, y uno puede aprender mucho de ellos. No hay gran diferencia en cuanto al nivel de relación entre viejos y jóvenes, somos iguales en ese sentido. Los viejos manifiestan la humildad y los jóvenes la prudencia. Sabiendo que somos iguales en cuanto obispos, los años hacen ciertas diferencias que es bueno tenerlas.

¿Qué significó para Ud. la reciente Visita "Ad Limina".

Yo creo que fue una experiencia muy marcadora también. A mí me tocó justo al inicio del episcopado, con la ventaja de no tener que rendir cuenta a través del informe diocesano. La experiencia de Colegio fue muy fuerte, la visita a los dicasterios y oficinas de la curia romana también. Es muy enriquecedor tener una visión más amplia de la Iglesia en su dimensión universal. A uno lo hace sentirse más profundamente miembro de una Iglesia que está llamada a “proclamar la Palabra” en todas partes, a las diversas culturas, sabiendo que el Señor es el mismo y la Madre Iglesia también, pero con una riqueza y diversidad, que a uno lo reconforta y lo anima a trabajar con más fervor en lo propio.

¿Qué rol ha jugado el Santo Padre Juan Pablo II en su vida?

Yo con este Papa he tenido bastantes momentos claves. Cuando comenzaba el seminario, Juan Pablo II inició su pontificado, entonces toda la formación y mi ministerio ha estado marcado por él. Después, a poco tiempo de ser ordenado sacerdote, yo me ordené en 1984, el Papa visita nuestro país en 1987 y soy el maestro de ceremonia del señor cardenal y coordinador de todas las celebraciones del Papa en Chile, por lo que me tocó estar muy cerca de él. Luego, él me nombró obispo y a los dos meses de ser nombrado, me toca ir a Roma donde destaco tres momentos claves: el encuentro personal que él tuvo con cada obispo, por grupos en un almuerzo y la Eucaristía con la entrega del mensaje a todos. Fueron momentos claves, además, ver la ancianidad, la enfermedad, pero al mismo tiempo el celo y la fuerza del Papa para cumplir su misión, por supuesto que a uno le empujan a no quejarse de los problemas que uno tiene, a tener una mayor amplitud de miras y a recrear el propio ministerio que está llamado a tender siempre hacia lo alto...

¿Cómo es un día cualquiera de Mons. Ignacio Ducasse?

No sé si los obispos tendrán una agenda relativamente pareja. Durante este primer año, ha sido cada día muy distinto. Algunos elementos que conformarían un día "común" serían, primero celebrar la Misa en la mañana. Generalmente cuando no tengo Misa en otro lugar, voy a una comunidad religiosa a la que aprovecho de acompañar. Luego, tiendo a estar a las 9 de la mañana en la oficina del Obispado para las audiencias, encuentros con grupos, personas y actos protocolares que en Valdivia abundan. En la tarde, lo dejo mas bien para trabajar en la casa, ya sea en la atención de religiosas, sacerdotes, confesiones o atender personas relacionadas con la organización pastoral de la Diócesis. Los fines de semana generalmente voy a las comunidades o parroquias, o sostengo encuentros con grupos, movimientos o celebraciones del ámbito pastoral, etc.

¿Cuál es su mensaje a la diócesis al celebrar su primer año como Obispo?

Primero, agradezco su servicio y fidelidad a la labor confiada por el Señor. En segundo lugar, hacerles un llamado a vivir desde la esperanza y la convicción que aquí tenemos los medios para surgir sin tener que esperar que otros vengan de afuera a solucionarnos los problemas. Tenemos muchas fortalezas en las cuales nos debemos afianzar y desafíos que juntos, con la ayuda del Señor, podemos emprender al amparo de Nuestra Señora del Rosario, patrona de nuestra diócesis. Al celebrar este año de la Comunión y de las Vocaciones, invitarles a seguir rezando para que el Señor envíe más operarios a su mies y a comprometernos en dar lo mejor de nosotros mismos, allí donde él nos ha puesto para que demos fruto.


Valdivia, 13-07-2003