1. Se ha solicitado que la Iglesia Católica en Chile se pronuncie sobre el “Primer Encuentro Ideológico Internacional de Nacionalidad y Socialismo Chile 2000”. Sus organizadores piden que se respete su derecho a realizarlo en virtud de su libertad de conciencia, pensamiento, asociación y reunión. Quienes se oponen afirman que se trata de una expresión de la ideología nacionalsocialista contraria a los valores esenciales de nuestra sociedad.
La Oficina de Asuntos Públicos y Prensa de la Conferencia Episcopal comunica lo siguiente:
2. Jesús enseña que las obras humanas se conocen por sus frutos: “todo árbol bueno da frutos buenos, mientras que el árbol malo da frutos malos. Así que por sus frutos los reconoceréis” (Mt. 7, 17 y 20). El discernimiento cristiano de un movimiento ideológico se puede verificar con la perspectiva de la historia.
3. En esta perspectiva, el Papa Pío XI, ya en marzo de 1937 en la Encíclica Mit Brennender Sorge (“Con grave preocupación”), explicita su estupor y ansiedad por lo que ocurría en la Alemania nacionalsocialista. Descubría en ella “maquinaciones que desde un principio sólo se propusieron una lucha hasta el aniquilamiento” de sus adversarios. Agrega que se ha sembrado “...la cizaña de la desconfianza, de la discordia, del odio, de la difamación y de una aversión profunda contra Jesucristo y su Iglesia”.
4. Señaló los desvíos teológicos de tal ideología y los atentados contra la humanidad diciendo que quienes a “la raza o el pueblo, el Estado o una de sus formas determinadas, y a los representantes del poder estatal u otros elementos fundamentales de la sociedad humana ...”, “los elevan a la categoría de suprema norma de todo, aun de los valores religiosos, y divinizándolos con culto idolátrico, pervierten y falsifican el orden creado e impuesto por Dios, están lejos de la verdadera fe en Dios y de una concepción de la vida conforme con ella”.
5. Ahora, en Chile, los organizadores de este Congreso afirman que rechazan lo ocurrido durante el imperio del nacionalsocialismo alemán y que sólo se inspiran en sus contenidos del período 1933 a 1939. Las palabras del Papa se refieren justamente a las experiencias vividas en esos años. En esa etapa ya estaban los gérmenes que se incubaron poco a poco y que luego produjeron el desastre humanitario de los años siguientes. Las consecuencias de esa ideología fueron devastadoras: al exterminio y los horrores sufridos por el pueblo judío en la “shoa”, se suman los que también vivieron innumerables cristianos, católicos y protestantes, en campos de concentración, llegando hasta el martirio e incluso algunos de ellos hasta la santidad reconocida en los altares. Y también por muchos otros creyentes y no creyentes de Europa y el resto del mundo. La humanidad entera terminó siendo su víctima.
6. Se reclama la libertad de pensamiento y la tolerancia. Sin embargo, ambos valores tienen un sentido y límites. La libertad de pensamiento no se entiende sin la necesaria búsqueda de la verdad, que la dirige y la juzga. Ella no es un fin en sí misma, sino un medio por el cual los seres humanos buscamos la verdad. Libertad y anarquía no pueden identificarse sin más. Por su parte, la tolerancia no significa que “todo vale”. Ella siempre debe respetar el marco valórico que hace posible la convivencia. El bien de la sociedad sólo se puede construir a partir de una equilibrada jerarquía de valores y, en última instancia, según una exacta comprensión de la inviolable dignidad y los derechos inalienables de toda persona humana. Por consiguiente, la sociedad tiene el derecho y el deber de proteger su tejido social, también de aquellas ideologías que han vulnerado abiertamente la dignidad de millones de personas.
7. Los organizadores de este Encuentro hacen uso de palabras, signos y gestos que manifiestan una identificación simbólica con el nacionalsocialismo del pasado. Esto obliga a las autoridades a estar muy atentas y previsoras para evitar que el desarrollo de tal movimiento produzca daños similares a los ya considerados.
8. Es signo de salud social que existan críticas a los resultados de la sociedad contemporánea y se busquen nuevos caminos siguiendo un ideal moralmente válido que genere esperanzas de vías mejores y que acreciente la paz. Pero no se deben repetir expresiones inaceptables del pasado. Los Pastores invitan a todos, frente al hecho comentado, a hacer un discernimiento a la luz de las enseñanzas de Jesucristo, el Príncipe de la Paz, para trabajar con mayor ahínco por una sociedad justa y solidaria.