Santiago, 24 de mayo de 1999
1. A pocos meses de iniciarse el Gran Jubileo del Año 2000, que comienza el 25 de diciembre próximo y se extenderá hasta la Epifanía del 2001, los obispos deseamos reiterar nuestra invitación a todos los católicos del país y hombres y mujeres de buena voluntad, a preparamos para celebrar con un sentido religioso este gran acontecimiento universal: los dos mil años del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo.
2. El Papa Juan Pablo II nos ha llamado a iniciar el nuevo milenio, centrando nuestra mirada en la persona de Jesús e impulsando una nueva evangelización en todo el mundo, de manera que florezca una nueva primavera cristiana. También en nuestro medio hay mucha necesidad de que Jesús sea más conocido, amado y seguido.
3. En esta preparación hacia el Jubileo estamos celebrando el Año de Dios Padre, destinado a destacar la misericordia de Dios, que nos ama entrañablemente.
“Toda la vida cristiana es como una gran peregrinación hacia la casa del Padre, del cual se descubre cada día su amor incondicional por toda criatura humana, y en particular por el hijo pródigo”, dice Juan Pablo II en su Carta Apostólica “Tertio Miliennio Adveniente” (TMA. 49).
4. Además de centrar nuestra mirada en Dios Padre, el Papa nos pide este año reflexionar sobre la virtud teologal de la caridad y el sacramento de la reconciliación. Así nuestra celebración del Jubileo será profunda y renovadora.
5. ¡Qué tiempo más privilegiado que éste, para mirarnos como hijos del mismo Padre y acercamos como hermanos! Es tiempo propicio para el reencuentro y la reconciliación en lo personal y lo social. Es tiempo de pedir perdón y perdonar a quienes nos han ofendido, como el mismo Jesús nos enseña en la oración del “Padre Nuestro”. Es tiempo de ser más solidarios con los pobres y con los que sufren, especialmente con aquellas familias afectadas por la cesantía.
6. Este Año del Padre es una verdadera bendición para nuestra Patria. Acojamos la invitación de Juan Pablo II con gestos concretos de fraternidad y reconciliación. ¡Qué Dios Padre, por la intercesión de la Virgen del Carmen, Madre y Reina de Chile, nos ayude en esta misión con el fin de iniciar el nuevo milenio en paz y fraternidad!
