Punta de Tralca, 7 de mayo de 1999
1. Los Obispos de Chile, reunidos en Asamblea Plenaria, hemos considerado los conflictos entre mapuches y empresas forestales, que siguieron a los existentes entre pehuenches y la Hidroeléctrica Ralco, en el alto Bío Bío. Durante el presente año, casi a diario, los medios de comunicación social han informado al país sobre estas delicadas situaciones.
2. Como Pastores, desde la perspectiva bíblica, que nos dice que el “amor es el ceñidor de la paz”, y teniendo a nuestra vista el Documento “Para una mejor distribución de la tierra” del Pontificio Consejo Justicia y Paz, invitamos a los actores a encontrar solución a tales conflictos. Les pedimos superar la mirada sobre los hechos que privilegia los propios intereses, y que procuren comprender la situación de los otros, a quienes hoy se les mira como adversarios.
3. Para el pueblo mapuche la tierra tiene una honda significación para su vida. La valoración de ella no es principalmente económica, sino como el espacio otorgado por Dios para su desarrollo. Todos los chilenos debemos reconocer el derecho a una digna existencia al millón de connacionales pertenecientes a diferentes etnias originarias. Y colaborar para que no sólo las leyes les reconozcan su condición de pueblos de culturas distintas, sino que puedan sentir y experimentar con orgullo su propia identidad tanto los que viven en el campo como en la ciudad. Con el aprecio, el afecto y los vínculos mutuos se crea ese espacio de fraternidad que llamamos Chile.
4. Los actuales conflictos tienen un antecedente histórico de largo tiempo de ocupaciones, dominios y derechos de las tierras. Las empresas de hoy no son necesariamente responsables de los procesos anteriores. Pero no deben desconocer que los mapuches perdieron, de una u otra manera, grandes extensiones de tierra, entre las cuales una parte no pequeña son las que ellas poseen actualmente. Un hecho especialmente duro fue lo ocurrido hace un cuarto de siglo, que favoreció lo que se ha llamado la “contra reforma agraria”.
5. Nos alegra saber que el Supremo Gobierno ha decidido buscar un camino de diálogo de nivel ministerial para escuchar y acoger las razones de las demandas de las comunidades indígenas. Confiamos que los auténticos representantes de tales comunidades puedan, en diálogo sereno, sin presiones de nadie ni acciones violentas o ilegales, disponerse a conocer las reales posibilidades de acción que las actuales leyes otorgan al Gobierno para mejorar la situación. Esperamos. que las autoridades civiles favorezcan la aplicación de medidas de tipo administrativo que puedan ser un verdadero avance a favor de la paz.
6. Confiamos que la Comisión Especial creada recientemente, pueda encontrar caminos más ágiles de aplicación de la Ley Indígena para resolver los problemas de fondo. Ojalá se logre un incremento de tierras con recursos tan generosos como los que en el pasado se concedieron para favorecer la forestación. Pero lo que más interesa es la capacitación para el verdadero desarrollo social, especialmente mediante la educación que, con respeto a las propias culturas, les permita enriquecerse con los conocimientos y las técnicas del mundo moderno, y pueda resolverse la grave pobreza en la cual hoy se encuentran tales comunidades.
7. A los empresarios forestales les pedimos aceptar que una solución verdadera a los conflictos que hoy les preocupan requiere la comprensión de los principios establecidos por la Ley Indígena. Y que deseen, a impulsos del amor, ir más allá de la justicia legal para procurar que la paz tenga raíces y vínculos verdaderos. Mucho ayudarán las relaciones de buena vecindad con los mapuches.
8. Solicitamos a los medios de comunicación social que contribuyan a la verdadera solución de los conflictos destacando los esfuerzos que se hacen para acrecentar el respeto, la comprensión, el amor, la justicia social y la paz.
9. Que la Virgen María que con tanto afecto mostró su aprecio a los pueblos indígenas de América en Guadalupe, interceda para que sean bendecidos los pasos que se den por los caminos de la paz en beneficio de estos nobles pueblos originarios.