Santiago, 22 de septiembre de 1998
1. El último domingo de septiembre es el Día de Oración por Chile. En él invitamos a rezar de una manera especial por nuestro país, en cuyo seno compartimos la vida y caminamos hacia la Patria definitiva.
2. La Patria más que su geografía, que hemos recibido como un don maravilloso del Señor; más que sus gestas históricas que nos enorgullecen y que forjaron nuestro modo de ser, es una comunidad humana, formada por personas con una vocación común y que tenemos la responsabilidad de preparar una casa familiar a quienes vendrán después. Construir la Patria es, ante todo, fortalecer nuestra comunidad humana.
3. Nadie puede excluirse de una tarea que es común. El siglo se termina con deudas muy grandes con los pobres y con los que han sufrido las consecuencias de las luchas fratricidas. Por amor a Chile todo el que pueda hacer un gesto que nos una, sin demora, debe hacerlo; todo el que pueda decir una palabra que acorte las distancias que nos separan debe decirla. Quien pueda contribuir a la verdad, a la justicia, y al reencuentro debe convertirse en un heraldo de la paz. Es necesario sanar el propio corazón con la fuerza del Evangelio, porque desde allí brotará la reconciliación.
4. Vivimos un momento difícil motivado por una crisis de la economía mundial que nos amenaza. La crisis nos ofrece la posibilidad de reconocer errores e introducir con humildad las correcciones necesarias. Es el momento de recordar que el éxito económico no puede construirse a cualquier precio. El debe contribuir a la justicia, a la verdadera solidaridad con los más necesitados, y a un crecimiento genuinamente humano. De otro modo será un gigante con pies de barro siempre amenazado por la catástrofe. Es la oportunidad de revisar los límites y riesgos que llevan consigo todas las teorías y sistemas. Chile ganará si, aceptando con sabiduría la doctrina social de la Iglesia, sitúa la economía en una perspectiva humana dándole su justo lugar al Estado, al mercado y a los otros factores en juego.
5. Es importante velar porque los costos de los ajustes se repartan con equidad, para que los más pobres no paguen un precio insoportable. Será necesario hacer todo lo posible por mantener las fuentes de trabajo que aseguren la satisfacción de las necesidades fundamentales y la estabilidad de la familia. Debemos reencontrar la austeridad sobre todo en los grupos más acomodados.
6. Es el momento de pensar el papel del Estado, moderno, eficiente y justo que cuide el bien común y permita enfrentar las dificultades. Los responsables y líderes de opinión deben evitar en sus declaraciones y actitudes todo aquello que aumente la inestabilidad y acreciente los problemas.
7. Quisiéramos hacer una especial mención de la necesidad de cuidar y apoyar a las familias de Chile. Una familia sólida donde el ser humano experimente lo que es el verdadero amor, es la mejor garantía para un crecimiento humanizante.
8. Los jóvenes siguen siendo una preocupación preferente de la Iglesia. Rezamos por el éxito del Encuentro Continental que se celebrará el próximo mes. Allí ellos podrán compartir sus preocupaciones e ideales reforzando sus valores espirituales, su espíritu de solidaridad, verdad, respeto y esfuerzo que les permita proyectar un futuro verdaderamente digno.
9. Deseamos tener también presentes a nuestros hermanos de las etnias originales de nuestra patria. Ellos deben sentir respetadas su cultura y sus costumbres, para integrarse armónicamente en la comunidad nacional contribuyendo al progreso del conjunto. Sin su participación plena Chile no será nunca lo que debe ser.
10. Al terminar el mes de la Patria y en el Día de Oración por Chile, nos volvemos a nuestra Señora del Carmen, Madre y Patrona de este pueblo, para que interceda por nosotros ante su Hijo y nos ayude a construir un país justo y fraternal, que beba de las fuentes espirituales que le dieron origen, los valores trascendentes que engrandecen al ser humano.
Por el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
† FERNANDO ARIZTÍA RUIZ
Obispo de Copiapó
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† JAVIER PRADO ARÁNGUIZ,
Obispo de Rancagua
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile