1. Movidos por el deseo de contribuir a la paz y la justicia, como pastores de la Iglesia Católica expresamos nuestro parecer frente a un conflicto que se ha prolongado excesivamente y que puede tener consecuencias graves e irreversibles. Afecta no sólo a quienes trabajan en las minas de Lota y sus familias, sino a todos los habitantes de la región carbonífera. Hemos seguido de cerca este conflicto. Rogamos al Señor por todos los que de algún modo están involucrados en esta dura situación.
2. El problema del carbón, que ha hecho crisis en nuestros días, es antiguo como es bien sabido. Por esto es bueno que después de tanto tiempo puedan tomarse decisiones con total transparencia y con visión de futuro para toda la comunidad.
3. La comunidad nacional en estos años ha debido dedicar importantes recursos para mantener en actividad las minas del carbón. Desgraciadamente esos recursos son limitados y existen otros sectores que también requieren apoyo. Pero es bueno recordar que los criterios económicos no pueden ser los únicos que se tengan en cuenta “junto con ellos hay que considerar otros factores humanos y morales que, a largo plazo, son por lo menos igualmente esenciales para la vida de la empresa” (Juan Pablo II, Centesimus Annus n.35).
4. Esperamos que el diálogo no se rompa y que por motivo alguno pueda llegarse a situaciones de violencia. Es importante que las partes tengan una visión del bien común que ayude a mirar más allá de los intereses y expectativas inmediatos. Llamamos a los mineros, a los responsables de la empresa y a las autoridades a buscar entendimientos y a no realizar actos que endurezcan las posiciones.
Se debe evitar todo aquello que pueda parecer represalia por las actitudes asumidas durante el presente conflicto.
5. Los trabajadores conscientes de la grave situación que atraviesa ENACAR y de la complejidad de las soluciones posibles, deben ser responsables al hacer sus peticiones. Es importante que todos quienes laboran en la empresa minera puedan ser bien informados y a su vez puedan hacer oír su voz. Es indispensable que nadie se excluya de participar, a su nivel, en las decisiones y que se sometan los acuerdos a una votación libre, informada, secreta y universal.
6. Pedimos a las autoridades que, viendo las consecuencias sociales de las medidas que se tomen, continúen sin descanso en el esfuerzo de diálogo haciendo lo humanamente posible para mantener una actividad que da gran parte de vida a toda una región, procurando hacer participar efectivamente a los trabajadores y a sus representantes en los planes de racionalización.
7. Hacemos un especial llamado a las comunidades cristianas y a todas las personas de buena voluntad, para que expresen su solidaridad concreta con las familias más pobres de Lota que han debido padecer en carne propia las consecuencias de este conflicto.
8. Hemos rogado y seguiremos pidiendo a la Virgen del Carmen, Madre de Chile, interceda ante su Hijo para que mueva los corazones y las mentes de todos los responsables, a fin de que se encuentre pronto una solución equitativa a esta prolongada huelga.
Santiago, 17 de julio de 1996
Comité Permanente del Episcopado
† CARLOS OVIEDO CAVADA
Cardenal Arzobispo de Santiago
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† FERNANDO ARIZTÍA RUIZ
Obispo de Copiapó
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† JAVIER PRADO ARÁNGUIZ
Obispo de Rancagua
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
† ANTONIO MORENO CASAMITJANA
Arzobispo de Concepción
† SERGIO CONTRERAS NAVIA
Obispo de Temuco
