Preparemos el Año 2000. Carta de los Obispos de la Iglesia a los católicos y a todo el pueblo de Chile
¡Queridos hermanos y hermanas!
1. Antes de 4 años habremos cruzado el año 2000. Es un cambio de milenio que se constituye en una fecha significativa.
¿Qué sucedió hace 2000 años, que ha marcado tan profundamente nuestra cultura como para ser punto de referencia entre pasado y futuro para gran parte de la humanidad?
2. La respuesta es sencilla y llena de significación: se cumplen 20 siglos de la Encarnación del Hijo de Dios, nacido de la Virgen María. Dios irrumpe en la historia humana para que el hombre pueda gozar la vida divina. Dios en Jesucristo se hizo en todo semejante a nosotros menos en el pecado, para que todo “el que crea en Él no muera, sino que tenga vida eterna” ( Jn. 1,14; 3,16). Sólo tiene sentido este cómputo del tiempo a partir de Jesucristo.
3. Jesús no pertenece sólo al pasado: está siempre presente y Él mismo, que vino en la humildad de nuestra carne, que murió y resucitó, volverá glorioso al final de los tiempos. Y, entretanto, viene cada día a nosotros: “Mira que estoy a tu puerta y llamo. Si tú escuchas mi voz y me abres, Yo entraré, cenaré contigo y tú conmigo” (Ap. 3,20).
4. La presencia siempre actual de Jesucristo nos impulsa, en unión con el Santo Padre Juan Pablo II y la Iglesia entera, a invitar a todos los cristianos del país a prepararse a un gran Jubileo, tiempo de gracias y bendiciones del Señor.
5. a) En la Carta Apostólica “Tertio Millennio Adveniente” (Mientras se aproxima el Tercer Milenio), el Sumo Pontífice propone al mundo una preparación para que el año 2000 vea surgir -con la ayuda de Dios- “una nueva primavera de vida cristiana”.
b) Los Obispos de la Iglesia en Chile hemos asumido el llamado del Papa en nuestras Orientaciones Pastorales para los años 1996-2000.
c) El Santo Padre ha propuesto para el año 1996 explicar, sensibilizar y motivar al pueblo cristiano para comprender y disponerse a vivir el sentido de este Gran Jubileo del Año 2000. Los 3 años sucesivos los destina a un mayor conocimiento y amor de las Personas divinas: Jesucristo el Hijo de Dios hecho hombre (año 97), Espíritu Santo (año 98) y el Padre (año 99).
El año 2000 será dedicado a la alabanza y gloria de la Santísima Trinidad y se centrará en el sacramento de la Eucaristía, en la que “el Salvador, encarnado en el seno de María hace veinte siglos, continúa ofreciéndose a la humanidad como fuente de vida” (TMA, 55).
6. Con esta carta damos inicio público y oficial a este proceso que significa una revisión y fortalecimiento de la Iglesia. Queremos prepararla adecuadamente para poder ingresar al tercer milenio con ardor misionero y proclamar al mundo la buena noticia de que Jesús, el Señor, ha venido para salvar a todos los hombres y que no hay otro nombre que el suyo en el que podamos tener salvación (Hech 4).
7. La sociedad moderna necesita a Dios tanto o más que cualquiera otra sociedad en épocas pasadas. Todo progreso -sin Dios- se vuelve contra el hombre, especialmente contra los más débiles. La Iglesia siente el deber de continuar y extender la obra del Señor puesto que Él ha venido para que tengamos “vida y la tengamos en abundancia” (Jn.10, 10).
8. Invitamos a todos los cristianos a prepararnos con alegría a este acontecimiento, renovando nuestra fe en Cristo y en la Iglesia, cultivando la oración en familia y la vida sacramental, fortaleciendo nuestra participación en la vida eclesial y practicando la caridad, especialmente ejercitando la solidaridad con los necesitados.
9. Oportunamente daremos a conocer propuestas destinadas a preparar la celebración de este importante aniversario. Invitamos a acogerlas con espíritu cristiano desechando cualquier falso temor o inquietud, como quienes esperan con amor y confianza al Señor que se hace presente en nuestra historia.
Punta de Tralca, 19 de abril de 1996
