1. Caminamos hacia las fiestas de la Navidad y queremos hacerlo con María. Ella nos conduce hasta el Nacimiento de su hijo Jesús. Ella nos enseñará la docilidad del corazón para acogerlo, y nos mostrará -en su propia sencillez- dónde y cómo quiere nacer el Señor hoy día entre nosotros.
2. Al mirar a María como modelo de madre y de mujer no podemos dejar de pensar en todas las mujeres, madres e hijas, de nuestra tierra.
3. Nos alegramos de todos los pasos que se han dado para reconocer la dignidad de la mujer, engrandecida por su capacidad de ser madre, como así mismo del reconocimiento de sus legítimos derechos y de sus grandes aportes a la humanidad. Hacemos votos para que se siga avanzando en la dignificación de la mujer, en valorar la familia y en la promoción de la unidad y fraternidad entre todos.
4. En la reciente Conferencia de Beijing ha habido conclusiones positivas en torno a lo antes señalado; pero, manifestamos las mismas reservas que hiciera la Santa Sede respecto de otras conclusiones. Y nos parece, junto con la Santa Sede, que faltó acentuar los intereses de las mujeres pobres, indígenas, emigrantes y refugiadas; es decir, de las mujeres que sufren las mayores marginaciones y humillaciones, y que se arrastran desde tanto tiempo. Esperamos que las conclusiones positivas no queden sólo en buenas intenciones
5. Para ayudar a superar ampliamente la condición de la mujer, llamamos, en torno a Navidad, con María la Madre de Jesús, a asumir la tarea de ayudar juntos a las mujeres que en Chile llevan el peso de sus hogares; las asesoras del hogar que, con frecuencia, sufren muy diversos abusos; a las que son discriminadas en el trabajo; y a las que no son suficientemente respetadas en su embarazo y en su maternidad. Y aquí expresamos igualmente nuestro respeto a la mujer que, con dignidad, vive soltera.
6. La Navidad también nos invita a luchar contra la pobreza. El Santo Padre Juan Pablo II, una vez más, nos acaba de invitar a comprometernos en favor de los pobres, y nos recuerda que “el amor de Cristo nos urge” (2 Cor. 5,14). Esa urgencia debe traducirse en gestos concretos, como el Señor nos dice en el Evangelio, identificándose con los que sufren hambre, sed, carencia de hogar, enfermos, privados de libertad, etc. (cfr. Mt. 25, 35 ss.).
7. Entre nosotros hay desigualdades muy grandes. Algunos, en estos mismos días de Navidad, gastan en exceso, mientras otros viven desesperanzados de alcanzar un nivel de vida más humano. Entre la juventud hay quienes, en vastos sectores, sufren hoy un gran subjetivismo, que se traduce en egoísmo y es fruto de la cultura actual, y así son tentados, en gran parte, por el consumismo y la competencia exagerada; los jóvenes más pobres padecen frustración por no encontrar caminos de superación y quedan inseguros de su porvenir y así, a veces, caen en la apatía, la pasividad y la desesperanza y los jóvenes son el mañana de la Iglesia y de Chile.
8. Los cristianos no podemos permanecer indiferentes ante estos graves problemas de la pobreza. Y, por ello, alentamos también tan valiosas iniciativas que se están desarrollando en este campo. Pero, aún nos falta mucho. San Juan nos dice: “Si alguno goza de riquezas de este mundo y viendo a su hermano en necesidad, le cierra el corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1 Jn. 3,17). Reiteramos nuestro llamado al compromiso de superar la pobreza y bendecimos a todos los que están honestamente empeñados en este gran desafío social.
9. Encomendamos a la Sagrada Familia de Nazaret nuestras inquietudes de Pastores frente a los desafíos que hemos señalado en torno a la mujer y a la pobreza. Y con optimismo y confianza en Jesús, que trae buena nueva para todo el pueblo, esperamos hacer crecer la fraternidad y la unidad entre todos para dar respuesta a lo que el Señor quiere de nosotros.
10. Que Jesús nos ilumine en estas fiestas y María nos ayude a acoger a Jesús y compartir esa alegría -como los pastores en Belén- con todos nuestros hermanos. A todos deseamos una feliz Navidad y que esa felicidad la sepamos compartir especialmente con los hermanos que sufren.
Santiago, 19 de diciembre de 1995
Comité Permanente del Episcopado
† Carlos Oviedo Cavada
Cardenal Arzobispo de Santiago
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Fernando Ariztía Ruiz
Obispo de Copiapó
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Javier Prado Aránguiz
Obispo de Rancagua
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
† Antonio Moreno Casamitjana
Arzobispo de Concepción
† Sergio Contreras Navia
Obispo de Temuco