Hoy nos ha nacido un Salvador (cf. Lc.2,11)
Mensaje de Navidad del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
Fecha: Miércoles 15 de Diciembre de 1993
Referencia: 662/93
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Comité Permanente
Al terminar ya este año del Señor 1993, hay muchos motivos para dar gracias a Dios.
1.- En primer lugar, acabamos de vivir un importante acto eleccionario, cuyo desarrollo ha sido un ejemplo de cultura cívica, para nosotros mismos y para el mundo. Junto con felicitarnos por esto, quisiéramos que así puedan ser siempre en Chile dichos procesos.
También damos gracias a Dios, porque al comenzar el año fue canonizada la primera santa chilena, Santa Teresa de Jesús de Los Andes, y nos preparamos para la futura beatificación del P. Alberto Hurtado.
Hay también razones personales y familiares para elevar una acción de gracias a Nuestro Padre y Creador.
2.- Expresamos nuestras congratulaciones al Señor Presidente electo y a los nuevos Parlamentarios, y le pedimos a Dios que los ilumine con su sabiduría y los fortalezca para que trabajen por el engrandecimiento material y moral del país.
La Iglesia ofrece -desde su ámbito propio- su experiencia como “experta en humanidad”, y la luz de su enseñanza, para colaborar con las nuevas autoridades del país.
“La misión propia que Cristo confió a su Iglesia -dice el Concilio Vaticano II- es de orden religioso... De esta misma misión religiosa derivan luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina” (G.S., 42,2)
3.- Dentro de 9 días, celebraremos el acontecimiento central de la historia de la humanidad: El Nacimiento de Jesús, el Hijo de Dios hecho Hombre, venido a nuestro mundo, como Luz y Vida, para salvarnos. Así lo expresa San Juan al decir: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Único para que todo el que cree en Él no muera sino que tenga Vida Eterna” (Jn. 3,16).
El nombre de Jesús significa, precisamente, SALVADOR. Hoy como ayer nuestra sociedad y cada uno de nosotros, tiene necesidad de ser salvado:
de la pobreza y de la enfermedad,
de las tinieblas de la ignorancia,
de la esclavitud del pecado, en especial el desamor y la incredulidad;
y del imperio de Satanás.
Por eso Jesús, en su propia persona y en su mensaje, anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos, el consuelo a los afligidos.
Y para obtener esta salvación, ofreció su vida en sacrificio de suprema obediencia al Padre Dios y de entrega total a los hombres, sus hermanos, para que, “muertos al pecado vivamos para la justicia”.
4.- Invitamos, pues, a todos a prepararse a acoger al Cristo que viene como Salvador en esta Navidad. Nos podemos preparar escuchando y recibiendo con fe Su palabra, dialogando con Él en la oración, recibiendo su Vida divina en los Sacramentos, y ofreciendo nuestro amor y nuestro servicio a los hermanos que sufren, a los más pobres y necesitados, en los que reconocemos el Rostro de Cristo.
En este tiempo de Adviento escuchamos la voz del Profeta que clama: “Preparad el camino del Señor, allanad las sendas para nuestro Dios” (cf. Mt. 3,3)
Este es el llamado que nos hace la Iglesia: que “vivamos sobria, justa y piadosamente en este mundo”, aguardando la manifestación del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo (cf. Tito 2,13)
5.- Es costumbre en la Navidad hacer regalos, especialmente a los niños. Sin embargo, esta hermosa costumbre se ha ido desvirtuando debido al consumismo, el lujo y la ostentación, el afán inmoderado de bienes materiales, el individualismo competitivo, todo lo cual significa desprecio hacia los más pobres y también ofensa a Dios.
Debemos recuperar el sentido originario de los regalos con una actitud de sobriedad, de solidaridad, y privilegiando a los niños y a los más necesitados.
También queremos ayudar a que las familias recuperen el sentido cristiano de la Navidad, preparando en sus casas pesebres, o en torno a una imagen del Niño Dios, y orando juntos.
Esto mismo puede hacerse en los lugares de trabajo, en los establecimientos comerciales, hospitalarios, carcelarios etc. para que cuando el Señor venga nos encuentre “velando en oración, cantando su alabanza”, y sirviendo a los hermanos.
6.- A las familias las invitamos a mirar a la Sagrada Familia de Nazaret: a Jesús, María y José, modelo y fuente de unidad, de amor y de vida para todas las familias.
Acojamos el mensaje de su Santidad Juan Pablo II para la Jornada Mundial de la Paz (1 de enero de 1994), cuyo lema es DE LA FAMILIA NACE LA PAZ DE LA FAMILIA HUMANA.
Estamos en el umbral del Año Internacional de la Familia y el Pastor Universal nos recuerda: “¿Cómo olvidar a tantas personas que, por varios motivos, se sienten sin familia?... Ellas tienen también una familia: “La Iglesia es casa y familia para todos” (Mensaje, n.6)
En la alegría del Salvador que nos nace, deseamos a todos una Navidad con amor, paz y esperanza en el calor de la vida familiar.
Santiago 15 de diciembre de 1993
Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Fernando Ariztía Ruiz
Obispo de Copiapó
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Carlos Oviedo Cavada
Arzobispo de Santiago
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Carlos González Cruchaga
Obispo de Talca
† Javier Prado Aránguiz
Obispo de Rancagua
† Cristián Caro Cordero
Obispo Auxiliar de Santiago
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
