Inspirados en la enseñanza del Concilio Vaticano II que nos expresa que “precisamente de esta misma misión religiosa - que Cristo confió a su Iglesia - derivan funciones, luces y energías que pueden servir para establecer y consolidar la comunidad humana según la ley divina” (Gaudium et Spes 42,2), hemos estimado conveniente entregar la siguiente declaración:
1.- Los chilenos estamos convocados en el próximo mes a elegir a un nuevo Presidente de la República y a una parte significativa del Parlamento. Quisiéramos, como Pastores de la Iglesia Católica, dirigir unas palabras - desde el Evangelio de Jesús- para iluminar este momento de nuestra historia.
2.- El país ha aprendido de su pasado y sabe ventilar sus diferencias según normas democráticas. Nos alienta ver una campaña electoral que, en general, se ha desarrollado en un clima de respeto. Su relativa calma no puede, sin embargo, convertirse en apatía y, muchos menos, en desinterés por la cosa pública. Todos debemos sentirnos responsables de la marcha de nuestra sociedad y cada uno debe hacer su aporte específico al bien común.
3.- A los numerosos candidatos que postulan a diversos cargos, les recordamos que la acción política ha de ser siempre expresión del amor, que entrega el tiempo y la vida por el bien de otros. Quien postula a un cargo público, más que un honor busca una ocasión para servir. El Señor nos enseñó que el primero debe hacerse el servidor de todos.
4.- Nos atrevemos a pedir a quienes aspiran a un cargo de representación pública, que traten de ser personas muy consecuentes; que sus palabras y la misma campaña electoral esté ratificada por el testimonio de la propia vida. Que su discurso esté marcado, por la verdad y por el respeto. Que no se realicen ofrecimientos o promesas que de antemano saben que no se podrán cumplir, y que terminan produciendo desencanto y frustración. Nuestro pueblo ha sufrido ya mucho por ello.
5.- Más allá de la propia posición política o del Partido que representan, pedimos a los candidatos que miren siempre el bien de Chile y tengan permanentemente en cuenta a aquellos que tienen menos y que sufren más.
6.- Les solicitamos que en esta etapa pre-electoral, y más adelante corno representantes democráticamente elegidos, hagan suyas las grandes necesidades y las legitimas esperanzas de la población para responder eficazmente a ellas.
7.- Hay una deuda que saldar con urgencia. No es justo que si existen soluciones posibles, los pobres tengan que seguir esperando hasta la próxima generación. Es un desafío para los políticos y para cada uno de nosotros. En este sentido, nos estimula la noticia de la cercana beatificación del Padre Alberto Hurtado, quien se destacó por su entrega a los más necesitados.
8.- A la ciudadanía que tendrá que decidir con su voto, la invitamos a una activa participación. En particular, nos dirigimos a los jóvenes que están iniciándose en la vida democrática y cuya contribución es esencial para abrir el futuro a Chile. Les pedimos el aporte de toda su energía y creatividad.
Para todos es importante que el voto sea consciente y bien informado; que se opte por personas y programas que puedan conducir, por su calidad y seriedad, a la verdadera solución de los problemas.
9.- A los católicos los invitamos a hacer un buen discernimiento teniendo presente -a la hora de elegir- las orientaciones de la Iglesia en el orden moral, social y político. Nuestro mejor aporte a la sociedad consiste en anunciar y vivir los valores evangélicos para que ellos orienten nuestra convivencia.
10.- El espíritu democrático supone aceptar la decisión de la mayoría, para que ganadores y perdedores se unifiquen en pos del bien común. Mayorías y minorías tienen mucho que aportar y deben respetarse mutuamente.
11.- Como lo hemos hecho en anteriores elecciones deseamos visitar y saludar a quien será el futuro Presidente de la República, solamente cuando el nombre del elegido esté constitucionalmente definido.
12.- Invitamos a rezar por nuestra Patria, para que la próxima elección sea una nueva ocasión de reencuentro y un paso más hacia la plena reconciliación. Que la Virgen María, especialmente en este Mes dedicado a Ella, nos acerque a su Hijo, para que podamos hacer con El un país de hermanos, con un mismo Espíritu y reconociendo a un mismo Padre.
Santiago, 11 de noviembre de 1993
Comité Permanente del Episcopado
† Fernando Ariztía Ruiz
Obispo de Copiapó
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Carlos Oviedo Cavada
Arzobispo de Santiago
Vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Carlos González Cruchaga
Obispo de Talca
† Javier Prado Aránguiz
Obispo de Rancagua
† Cristián Caro Cordero
Obispo Auxiliar de Santiago
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile