Con gran solemnidad y participación de fieles, diáconos y sacerdotes, se celebró la Misa Crismal este miércoles 16 de abril en el Templo Catedral de Concepción. La Eucaristía fue presidida por el Arzobispo Mons. Sergio Pérez de Arce SS.CC., acompañado por el Obispo Auxiliar, Mons. Oscar García, el Deán de la Catedral, Pbro. Francisco Osorio y el presbiterio de la Arquidiócesis.

En esta celebración, los sacerdotes renovaron públicamente las promesas hechas el día de su ordenación, y se consagró el Santo Crisma y bendijeron los óleos de los catecúmenos y de los enfermos, que serán utilizados en los sacramentos a lo largo del año.

Durante su homilía, el Arzobispo de Concepción recordó que esta misa da “un lugar muy visible a los sacerdotes, al presbiterio con su obispo”, pero subrayó que no puede olvidarse “la relevancia de todo el pueblo de Dios, ungido con el Espíritu Santo, para anunciar y dar testimonio de las maravillas del Señor”.

Refiriéndose al texto de Isaías proclamado en la liturgia, afirmó que esa misma unción “la podemos y tenemos que decir todos nosotros, toda la comunidad, porque todos hemos sido ungidos para la misión”. Y añadió: “El crisma evoca nuestro bautismo, y el bautismo nuestra vocación y misión en la Iglesia, todos corresponsables en el anuncio del Evangelio”.

En su primera Misa Crismal como Arzobispo de Concepción, Mons. Pérez de Arce dirigió unas palabras especiales a los sacerdotes: “Para el obispo, los presbíteros son los colaboradores más cercanos e inmediatos y hermanos en el ministerio. Para el pueblo de Dios, son pastores llamados a guiar y acompañar a semejanza de Jesús buen pastor”. Destacó también la diversidad y riqueza del presbiterio en la Arquidiócesis, compuesto por 91 sacerdotes: 46 diocesanos, 6 provenientes de Iglesias hermanas extranjeras y 34 religiosos. Valoró especialmente la presencia de misioneros venidos de África y , así como de comunidades religiosas que, con sus carismas, enriquecen la vida eclesial. “Juntos agradezcamos al Señor el don de la vocación sacerdotal y su entrañable fidelidad con nosotros”, expresó.

Sobre los desafíos del tiempo presente, afirmó que “un desafío fundamental para el presbiterio es la comunión, que nunca es uniformidad, sino caminar juntos en la fraternidad y la misión compartida”. Llamó a evitar el aislamiento y trabajar decididamente por una Iglesia sinodal: “No podemos caminar ni servir solos (…) hemos sido llamados a formar un colegio apostólico, una comunión de hermanos junto al obispo”.

El Arzobispo también llamó a asumir con esperanza el hecho de ser una Iglesia en minoría en la sociedad actual: “Nuestra actitud no debe ser el lamento ni la parálisis, sino procurar convertir a nuestras comunidades en minorías creativas, vivas, testimoniales”. Y enfatizó que “la cultura de hoy no es nuestra enemiga, sino el contexto desafiante en el que tenemos que anunciar con creatividad y valentía el Evangelio”.

Finalmente, invitó a los presentes a abrir el corazón al don del Espíritu: “Vivamos esta Misa Crismal en este Año Jubilar como peregrinos de la esperanza (…) gracias a la unción con el crisma podemos mantener encendida en nosotros y en la Iglesia la luz de la esperanza”. Citando al Papa Francisco, concluyó: “La esperanza cristiana no defrauda, porque está fundada en la certeza de que nada ni nadie podrá separarnos del amor divino”.

Fuente: Comunicaciones Concepcion
Concepción, 17-04-2025