La dignidad humana como centro del cuidado y la salud: una lectura desde El alma de Chile

En el contexto de la pascua del Cardenal Silva Henríquez

La dignidad humana como centro del cuidado y la salud: una lectura desde El alma de Chile

En “El alma de Chile”, el Cardenal Raúl Silva Henríquez nos interpela con una claridad profética: la dignidad del ser humano no es una idea abstracta, sino una responsabilidad concreta. Desde las entrañas de su fe cristiana y de su profundo compromiso con el pueblo chileno, Silva Henríquez nos invita a mirar al país no desde los números del progreso o los discursos triunfalistas, sino desde el rostro herido de los más postergados.

Lunes 07 de Abril de 2025
Su voz, que fue la voz de la conciencia nacional en momentos de crisis, resuena en estos días con igual fuerza cuando pensamos en el cuidado de los más vulnerables y en la salud no como servicio, sino como derecho y expresión de justicia.

Cuidar es, en la lógica del Cardenal, un acto profundamente humano y espiritual. No se trata solo de técnicas o protocolos, sino de una disposición ética y amorosa hacia el otro. El cuidado que dignifica es aquel que reconoce en el más pequeño, en el más frágil, la misma dignidad que en el más encumbrado. Es allí donde el alma de Chile se juega su autenticidad: en la forma en que tratamos a quienes más sufren.

Hoy, cuando reflexionamos sobre los desafíos en salud, debemos preguntarnos con honestidad: ¿Estamos cuidando o estamos administrando? ¿Estamos sanando cuerpos o estamos olvidando almas? Silva Henríquez sostenía que “el ser humano es imagen de Dios” y que, por tanto, toda persona, sin importar su condición social, edad, salud o procedencia, es portadora de un valor incuestionable. Esta visión teológica, lejos de reducirse a un plano doctrinal, se convierte en un principio ético profundamente revolucionario: la salud y el cuidado deben orientarse a restaurar la dignidad perdida, no solo a corregir desequilibrios físicos.

En este sentido, el cuidado de los más vulnerables, personas mayores, personas con discapacidad, enfermos crónicos, comunidades empobrecidas, no puede limitarse a una atención paliativa o subsidiaria. El Cardenal nos llama a una conversión estructural: construir sistemas de salud que no reproduzcan la exclusión, sino que sean signos concretos de una sociedad que pone al ser humano en el centro. En sus palabras, “la nación no se mide por su riqueza material, sino por la calidad moral con la que trata a sus hijos más débiles”.

Esta reflexión nos obliga, como académicos, profesionales de la salud y ciudadanos, a revisar críticamente nuestras prácticas. No basta con aumentar cobertura o incorporar tecnología; debemos cultivar una cultura del cuidado digno. Una cultura donde el encuentro, la empatía, la escucha activa y la compasión sean tan valoradas como el conocimiento técnico. En este sentido, la formación en salud debe ser integral, capaz de formar no solo especialistas, sino ciudadanos comprometidos con el bien común, con sus comunidades y conscientes de su rol transformador en la sociedad.

Raúl Silva Henríquez soñaba con un Chile donde nadie fuese descartado. Un Chile donde la salud no fuese privilegio, sino oportunidad concreta de restaurar la esperanza. En medio de desigualdades persistentes, listas de espera eternas y brechas de acceso, el legado del Cardenal nos recuerda que detrás de cada número hay un rostro, una historia, una vida que merece ser cuidada con amor y respeto.

La dignificación del cuidado y de la salud no es, entonces, una meta técnica, sino una opción ética y espiritual. Es creer que cada acto de cuidado puede ser una semilla de redención. Que un país se reconstruye no solo desde sus grandes obras, sino desde sus gestos pequeños y silenciosos de amor al prójimo. Que una enfermera que escucha, un kinesiólogo que acompaña, un fonoaudiólogo que comprende, están encarnando ese “alma de Chile” que el Cardenal quiso preservar.

Hoy, más que nunca, necesitamos reencontrarnos con esa alma. No como recuerdo nostálgico, sino como esperanza activa. Una esperanza que nos impulse a cuidar mejor, a sanar con dignidad y a construir, desde el amor y la justicia, una nueva oportunidad de vida plena para todos los chilenos y chilenas.

Por Igor Cigarroa Cuevas
Director Escuela de Kinesiología UCSH

Fuente: Pastoral UCSH
Santiago, 07-04-2025