Nació en 1869 cerca de la región del Darfur (Sudán). Cuando era todavía una niña, fue raptada y vendida en varios mercados de esclavos de África. Vivió una cruel servidumbre y, finalmente, fue liberada. Se convirtió al cristianismo y fue religiosa en las “Hijas de la Caridad”.
Durante más de 50 años vivió dedicada a diversos trabajos en su comunidad religiosa. Ya anciana, tuvo una enfermedad larga y dolorosa.
Su vida sencilla y humilde estuvo marcada por las bienaventuranzas evangélicas. Fue pobre de espíritu, bondadosa, misericordiosa, limpia de corazón, constructora de paz.
Murió el 8 de febrero de 1947 y fue beatificada en 1992.
Diócesis de Valparaíso dio inicio al Año Jubilar 2025 con Solemne Eucaristía en la Catedral
Mons. Jorge Vega invitó a vivir el tiempo jubilar en clave de agradecimiento por el centenario de la diócesis y anunció que se trabajará en fortalecer la formación del Pueblo de Dios, en la promoción de la reconciliación y en salir al encuentro de quienes han perdido la esperanza.
Este sábado 28 de diciembre, la Diócesis de Valparaíso celebró el Inicio del Año Jubilar 2025 con una Solemne Eucaristía en la Catedral de la Ciudad Puerto, la cual estuvo encabezada por el obispo diocesano, Mons. Jorge Vega Velasco svd, y lo acompañaron el Obispo Auxiliar, Mons. Mario Salas; el obispo emérito de Punta Arenas, Mons. Bernardo Bastres; presbíteros y diáconos. Asimismo, participaron comunidades diocesanas de Limache, Quillota, Viña del Mar, Valparaíso, Quilpué, entre otras. También, asistieron funcionarios del Obispado de Valparaíso y de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
La ceremonia comenzó en el atrio de la parroquia Espíritu Santo, donde se leyó la Bula Papal "Spes nono confundit" que convoca al Jubileo 2025 y desde allí todo el Pueblo de Dios camino en procesión hasta el templo Catedral, en donde continuó el rito de bendición en la entrada del templo.
En su homilía, el obispo de Valparaíso reflexionó acerca de que, en este Jubileo, somos llamados a redescubrir la esperanza en tres dimensiones: en primer lugar, en el encuentro personal con Cristo, puesto que Él es la "puerta" de nuestra salvación, como nos dice el evangelio de Juan (Jn 10,9). “Este año será una invitación a abrir nuestro corazón al Señor en la oración, en los sacramentos, y en la vida cotidiana”, indicó. En segundo lugar, debemos redescubrir la esperanza en la comunidad eclesial. “Viviremos este Año Santo como Iglesia, fortaleciendo nuestra comunión y animándonos mutuamente a vivir como peregrinos de esperanza”, puntualizó. Y, en tercer lugar, debemos mirar con esperanza los signos de los tiempos. “Somos invitados a escrutar los anhelos y sufrimientos del mundo y transformarlos en signos de esperanza mediante la luz del Evangelio”, destacó.
Además, Mons. Jorge Vega enfatizó que "en nuestra diócesis, este Jubileo coincide con el centenario de su fundación. Este es un motivo especial para dar gracias a Dios y para preguntarnos: ¿Cómo hemos sido testigos de la esperanza durante estos cien años?". En este sentido, señaló que la Carta Pastoral “Camino al Centenario”, puede entregar claves para vivir este tiempo de gracia.
También, destacó que, al inaugurar este Jubileo, la Diócesis de Valparaíso se compromete a desarrollar tres acciones concretas: La primera, tiene que ver con fortalecer la catequesis, las celebraciones litúrgicas y la formación cristiana, para que cada fiel redescubra y celebre la esperanza que nace del amor de Dios. La segunda, dice relación con promover la reconciliación y el perdón, como signo de que la esperanza vence al odio y la división. Y, por último, salir al encuentro de quienes han perdido la esperanza, especialmente los más pobres, los solitarios y los que buscan sentido en sus vidas.
Asimismo, hizo un llamado a que "al mirar hacia el Año Santo, pongamos nuestra esperanza bajo la protección de María, la Madre de la Esperanza. Ella, que acompañó a Jesús desde el pesebre hasta la cruz, sabe cómo guiar nuestros pasos hacia la alegría plena de la resurrección". Y cerró: “Hermanos y hermanas, vivamos este Jubileo con el corazón lleno de esperanza. Que nuestra vida sea un testimonio vivo para el mundo, mostrando que la esperanza cristiana no defrauda porque está cimentada en el amor eterno de Dios”.
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