En este Domingo Universal de Misiones, el Hno. Alberto Nahuelanca, ofm, fraile franciscano de la Provincia Santísima Trinidad de Chile y doctor en Misionología, nos ofrece una reflexión sobre el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada de las Misiones.
El mes de octubre, en el camino de la Iglesia, es un tiempo fuerte de reavivamiento de la conciencia misionera de todos los bautizados y sus respectivas comunidades locales de pertenencia. Y para nosotros los frailes, lo es con mayor determinación en razón de una renovada fidelidad carismática, dado el tiempo eclesial que vivimos, el cual reclama nuevas salidas, renovado entusiasmo evangelizador y disponibilidad para los nuevos horizontes misioneros que el Espíritu Santo nos muestra en esta hora de Dios tan preñada de gracia.
El papa Francisco, para esta Jornada Mundial de las Misiones 2024 ha elegido el lema: “Vayan e inviten a todos al banquete” (Cf Mt 22,9), basado en la conocida parábola evangélica del banquete nupcial, en donde los invitados rechazan la invitación y el rey con clara decisión pide a sus siervos: “salgan a los cruces de los caminos e inviten a todos a los que encuentren” (v.9). A la luz de este texto bíblico nos propone 3 ideas muy sugerentes e igualmente atingentes al momento histórico que vive la Iglesia, donde desea relanzar con sentido lucano de urgencia misionera un compromiso prioritario: anunciar el Evangelio en el mundo contemporáneo, con estilo kerigmático, mistagógico y sinodal.
1.- “Vayan. Anuncien. Inviten. 3 verbos en imperativo que expresan el dinamismo siempre actual de la misión de la Iglesia, entendida ésta como un incansable movimiento de salida para llegar a los “cruces de los caminos” e invitar a todos, sin acepción de personas, para compartir la alegría de la fe; es un “ir” hacia toda la humanidad para invitarla al encuentro y a la comunión con Dios. Este es un dinamismo connatural de la Iglesia, su identidad más propia, su dicha y razón de ser (Cf EN 14). No sólo se trata de un movimiento expansivo en razón de una funcionalidad pragmática y programática, se trata de una espiritualidad misionera de un “éxodo permanente”, la cual movida por el amor Fontal de la Trinidad, manifiesta y expresa como signo elocuente el designio del Padre, de que “todos sus hijos de salven y lleguen al conocimiento de la verdad plena” (1Tim,2,4). “Por eso, dice el Papa Francisco, la Iglesia seguirá yendo más allá de toda frontera, seguirá saliendo una y otra vez sin cansarse o desanimarse ante las dificultades y los obstáculos, para cumplir fielmente la misión recibida del Señor” (Mensaje DUM 2024, n.1).
2.- “Todos al Banquete”. Con esta elocuente expresión bíblica, de honda resonancia profética, el Papa Francisco desea traer a la memoria de los cristianos, la perspectiva escatológica y eucarística de la misión de Cristo y de la Iglesia, hoy débilmente relevada en razón de un funcionalismo misionero claramente presentista y pragmático. Esta imagen simbólica del “banquete”, es la expresión del designio “de la salvación final en el Reino de Dios, realizada desde ahora con la venida de Jesús, el Mesías e Hijo de Dios, que nos dio la vida en abundancia (Cf. Jn.10,10)”; es el sueño de Dios, que debe ser incansablemente testimoniado, proclamado y celebrado por la Iglesia, como misión de plenitud de y en los tiempos donde toda la humanidad se encamina con Cristo al banquete nupcial en el reino de Dios, anticipado ya sacramentalmente en cada banquete eucarístico. Se trata de una misión profética y contracultural, dado que mientras el cristianismo propone este camino, “el mundo propone los distintos “banquetes” del consumismo, del bienestar egoísta, de la acumulación, del individualismo; el Evangelio, en cambio, llama a todos al banquete divino donde, en la comunión con Dios y con los demás, reinan el gozo, el compartir, la justicia y la fraternidad” (Mensaje DUM 2024, n.2); dimensión escatólogica tan presente en la conciencia misionera del cristianismo de los comienzos y relevada hoy a raíz de una comprensión más global, dinámica e histórica del proceso evangelizador.
3.- “A todos los que encuentren”. La Iglesia sinodal en misión esta hoy movilizada urgentemente por un principio de la primacía de la gracia, la cual está expresada en el designio siempre presente del amor de Dios: que todos sus hijos se salven y lleguen al estado de la vida plena; principio manifestado elocuentemente en el programa meseánico de Jesús como “vida en abundancia” (Jn 10,10). Esta “urgencia lucana” de la misión se despliega con total libertad y disponibilidad a todas las naciones, a toda la creación, a todos los pueblos, dado el sentido de universalidad que tiene este anuncio kerigmático del Evangelio de la Vida plena (Cf. Mt 28,18-20; Mc 16,15-18; Lc 24,46-49; Hch 1,8; Jn 20, 21-23). Se trata de un anuncio que se dirige “a todos”, sin acepción de personas; una invitación a entrar en el banquete de una fraternidad universidad, sin muros ni fronteras, que no excluye a nadie. Al respecto dice el Papa Francisco: “en un mundo desgarrado por divisiones y conflictos, el Evangelio de Cristo es la voz dulce y fuerte que llama a los hombres a encontrarse, a reconocerse hermanos y a gozar de la armonía en medio de las diferencias. Dios quiere que «todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad» (1 Tm 2,4). Por eso, no olvidemos nunca, en nuestras actividades misioneras, que somos enviados a anunciar el Evangelio a todos, y «no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 14).
El banquete nupcial sigue abierto. Sólo faltan anunciadores para “salir” hoy a los “cruces de los caminos” de la historia, para portar una invitación gratuita y generosa que está dirigida a todos: los pobres, los cesantes, los migrantes y desplazados, los excluidos y marginados, los golpeados por la vida por distintas circunstancias, los hambrientos de vida plena.
Salir, anunciar, invitar, sigue siendo un imperativo para nuestra vida franciscana como exigencia de fidelidad evangélica y carismática, la cual supone un nuevo dinamismo de “fervor pentecostal” que suscite en nosotros una fuerte conmoción que nos impida instalarnos en la comodidad, el estancamiento y en la tibieza, al margen del sufrimiento de los pobres. Necesitamos hoy que nuestras fraternidades se conviertan en un poderoso centro de irradiación de la vida en Cristo. Esperamos que el Espíritu nos libre de la fatiga, la desilusión, la acomodación al ambiente; que renueve en nosotros la alegría y la esperanza (Cf. Aparecida 362). Así lo expresa también el lema de nuestro próximo Capítulo Provincial 2025: “Escuchando al Espíritu, renovamos nuestra identidad de Hermanos Menores”.
Fuente: Oficina de Comunicaciones OFM
Santiago, 20-10-2024