Francisco Javier nacido en Navarra (1506-1552) fue uno de los primeros compañeros de Ignacio de Loyola. Designado para la misión de las Indias portuguesas, anunció a Cristo en la India, Ceilán, Malucas y Japón. Murió a las puertas de China, ardiendo de pasión por la gloria de Dios y la salvación de los hombres, pasión que hubiera querido comunicar a todos los cristianos.
Ceremonia celebrada en el Templo Catedral de Iquique
Claudio Fuentealba Pinto es ordenado diácono permanente en el templo Catedral de Iquique
Monseñor Isauro Covili presidió la ceremonia, destacando el llamado al servicio desinteresado y la importancia de la humildad y la compasión en el ministerio diaconal.
En la noche del viernes 11 de octubre, en el templo Catedral de Iquique, se llevó a cabo la ordenación diaconal de Claudio Fuentealba Pinto, conferida por Monseñor Isauro Covili Linfati, obispo de la Diócesis de Iquique.
Con un templo repleto de fieles, la celebración comenzó con el ingreso de la imagen del Señor de los Milagros. Enseguida ingresó el hermano Claudio, acompañado por dos bailarines de la sociedad religiosa Siervos de María, de la cual es miembro.
Después de la lectura del Evangelio, la canciller, Ana María Pino Azán, leyó el decreto de llamado al diaconado de Claudio Fuentealba. Antes de la homilía, Monseñor Isauro Covili expresó palabras de aliento ante la tragedia ocurrida esa tarde, cuando un incendio consumió la parroquia San Antonio de Padua y el convento de los hermanos franciscanos.
Durante la homilía, el obispo reflexionó sobre la búsqueda universal de la felicidad, recordando que “todos los seres humanos quieren ser felices” y que el Nuevo Testamento enseña: “Dichosos más bien los que oyen la palabra de Dios y la guardan”.
Monseñor Covili enfatizó la centralidad de la fe y la liturgia, que “expresa la belleza de Dios”, y recordó que todo lo que la humanidad posee proviene de la bondad divina. Al comentar el Evangelio proclamado, destacó cómo Jesús anuncia el Reino de Dios liberando a los enfermos y marginados, aquellos “a quienes la sociedad ha rechazado”, y mostró una profunda compasión que “le conmueve las entrañas”. Este gesto de misericordia, afirmó, es un desafío para todos los que sirven en la Iglesia, especialmente para los diáconos y los responsables de la pastoral social, misionera y evangelizadora.
Dirigiéndose a Claudio, Monseñor Covili señaló que el ministerio diaconal es un llamado al servicio desinteresado. Recordó que, en la Iglesia, nadie debe elevarse por encima de los demás, ya que “Jesús se abajó, se hizo siervo de todos”. Recalcó que “todo está en el servicio, no en otra cosa”, y que el ministerio pierde su esencia si no se vive desde la humildad y la compasión. Citando al Papa Francisco, advirtió que “si no vivimos esta dimensión, poco a poco nos volvemos mundanos”.
Monseñor Covili hizo un llamado a Claudio y a todos los presentes a vivir la misericordia y la compasión en sus relaciones humanas, sociales y pastorales. “La falta de misericordia conduce al endurecimiento de corazón y a la violencia en las relaciones”, advirtió.
Finalmente, expresó su alegría por la ordenación de Claudio, recordando su vida de servicio en diversas comunidades y su dedicación a la evangelización junto a su esposa, María Luisa, y sus hijas. “Eres un hombre sencillo, de gran entrega”, dijo el obispo, subrayando cómo la religiosidad popular ha sido clave en la formación de su fe.
Nuevo Diácono Permanente
Después de la homilía, Claudio se postró como símbolo de su disponibilidad a la acción del Espíritu Santo, mientras la asamblea entonaba las Letanías de los Santos. Posteriormente, Monseñor Isauro Covili le impuso las manos, gesto que, junto a la oración consagratoria, lo incorporó al Orden de los Diáconos.
Tras la Plegaria de Ordenación, el nuevo Diácono Permanente fue revestido con la estola diaconal, llevada al altar por su familia. Luego, Monseñor Isauro le entregó el Libro de los Evangelios, como signo de su misión.
Posteriormente, el nuevo diácono fue saludado primero por su esposa e hijas, y luego por sus hermanos diáconos, recibiendo un cariñoso aplauso de parte de la asamblea.
Antes de la bendición final, el diácono Claudio Fuentealba expresó palabras de agradecimiento a los presentes, destacando especialmente a su esposa, María Luisa, por su gran apoyo. También recordó a su amigo Lionel Pérez, quien fue un pilar en su camino y que fue llamado por el Señor durante la pandemia.
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