Con alegría se vivió la Misa del Día de la Vida Consagrada en la Catedral de Concepción
En la Eucaristía, presidida por el arzobispo de Concepción, participaron religiosos y religiosas de distintos puntos de la arquidiócesis.
Con gran alegría se vivió la Misa de la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María y Día de la Vida Consagrada, que fue presidida por el arzobispo de Concepción, monseñor Sergio Pérez de Arce SS.CC., y organizada por la Conferre Zonal de la arquidiócesis, la mañana de este jueves 15 de agosto en el templo Catedral.
En su homilía, monseñor Pérez de Arce afirmó que la Solemnidad de la Asunción de la Virgen “es una fiesta de la resurrección de Jesús, porque el Señor ha vencido la muerte, vive resucitado, está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Y la Virgen ha sido llamada por Dios a compartir la gloria de su Hijo en cuerpo y alma. Ella está junto a Jesús y nos acompaña como Madre y también como creyente que nos ayuda en la fe”.
“María es imagen y anticipo de la perfección que vivirá toda la Iglesia, porque todos caminamos al encuentro de Dios para compartir la resurrección del Señor, caminamos con esperanza y la Virgen está allí esperándonos y sosteniéndonos en el camino”, agregó.
El arzobispo de Concepción invitó a todos los presentes, y en especial a todas las religiosas y religiosos, a mirar a María. Haciendo alusión al Evangelio en que se relata la visita de la Virgen a su prima Isabel, destacó dos verbos: partir y permanecer.
“Esto de partir tiene que ser una actitud de todos los cristianos y sin duda de los religiosos. Lo más literal y lo más profundo es cuando los hermanos parten de su país, yo sé que aquí hay varios hermanos y hermanas que han dejado su tierra para venir a la misión a Chile (…) Pero todos tenemos que partir, de una u otra manera, a compartir la vida con los demás, tiene que ser algo cotidiano (…) tengo que salir de mí mismo para ir al encuentro de los demás. Esto de partir nace de fijarse en las necesidades de los demás y estar disponible para servirlos, para acompañarlos. Entonces, ojalá que nuestra vida sea de muchas partidas siempre, que no seamos personas instaladas”, enfatizó.
Monseñor Sergio Pérez de Arce SS.CC. sostuvo que hay que partir, pero también saber permanecer. En ese sentido explicó que no se trata del tiempo cronológico, sino que significa compartir la amistad, el servicio, saber permanecer. “Lo peor que puede pasar es que pasemos rápido por la vida de los demás sin fijarnos, sin atender a sus necesidades, sin tener un gesto de cordialidad, de amor”, agregó.
Además, comentó que cuando María visita a Isabel, todo lo que sucede es una escena de alegría, de compartir, de alabar a Dios, de alabanza mutua. Y animó a preocuparnos de que nuestros ambientes sean positivos. “Los religiosos, las religiosas, vivimos en comunidad, es parte de nuestra vocación y lo importante es que en la comunidad, en la casa, nos llenemos de alegría, seamos capaces de compartir la fraternidad”, enfatizó.
En ese contexto, señaló que lo mismo debe ocurrir en las familias y destacó la importancia de decirnos cosas positivas unos a otros, “que nos llenan de esperanza y que son obra y fruto de Dios en nuestra vida”.
Haciendo alusión al Magníficat, afirmó que “nos ayuda a tener una actitud agradecida a Dios (…) El alma de María canta la grandeza de Dios, no su propia grandeza”. En ese sentido, advirtió que muchas veces estamos tan centrados en nosotros y llenos de orgullo y vanidad, que cantamos nuestra grandeza. Pero, “los cristianos debemos dar gracias a Dios y cantar la grandeza y alabar a Dios por su gran amor y su gran bondad, y el alma nuestra estremecerse de gozo no en sí misma, sino de gozo en Dios nuestro salvador”.
“Dios nos ha mirado con amor, nos mira siempre con amor, con bondad, siendo nosotros tan pequeños, frágiles y diminutos, estamos llenos de la ternura misericordiosa del Señor. Entonces ese tiene que ser el motivo de nuestra gran alabanza a Dios, de nuestra alegría”, enfatizó.
En el momento de la presentación de las ofrendas, fueron llevados al Altar un cirio encendido, como expresión del deseo de ser signos de esperanza en medio de la Iglesia y del mundo. También fue presentada un ancla, imagen de la estabilidad y seguridad de poner nuestra confianza en el Señor.
Tras la Santa Misa, los religiosos y religiosas se dirigieron al Centro de Espiritualidad San Luis Gonzaga para compartir un almuerzo fraterno.
Es importante mencionar que la Vicaría de Arauco también celebró el Día de la Vida Consagrada con una Misa en la Parroquia San José de Curanilahue, que fue presidida por el obispo auxiliar y vicario episcopal de Arauco, monseñor Oscar García.
Con esta celebración se dio inicio al Año Jubilar de la Vida Consagrada, bajo el lema “Peregrinos de esperanza, por el camino de la paz”.
Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 16-08-2024