Año de la Oración: Animémonos a vivir este “momento privilegiado”

Año de la Oración: Animémonos a vivir este “momento privilegiado”

Compartimos la motivación escrita por la Hermana María Alejandra de Jesús Sacramentado, Carmelita Descalza, en este Año de la Oración.

Martes 02 de Abril de 2024
Este 21 de enero recién pasado, al finalizar el Ángelus, el Papa Francisco inauguraba oficialmente el “Año de la Oración” como preparación al Jubileo de 2025, que tendrá lugar en Roma bajo el lema “Peregrinos de esperanza”. El Santo Padre pidió “un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo”.

Días más tarde, el 23 de enero, en conferencia de prensa Mons. Rino Fisichella y Mons. Bell hicieron la presentación oficial de este año. Quisiera destacar un párrafo de su intervención, que me parece de una actualidad contundente: “No se trata de un Año con iniciativas particulares; más bien, de un momento privilegiado para redescubrir el valor de la oración, la necesidad de la oración diaria en la vida cristiana; cómo orar, y sobre todo cómo educar a orar hoy, en la época de la cultura digital, para que la oración sea eficaz y fecunda. No podemos ocultar que estos años demuestran una profunda necesidad de espiritualidad. Cuanto más fuerte se vuelve el grito de la tecnología que parece corresponder a todos nuestros deseos, más profunda es la necesidad de una verdadera espiritualidad que lleve a cada persona al encuentro de sí misma en la verdad de su propia existencia y, por tanto, en una relación coherente con Dios”.


Como Carmelita Descalza, quisiera animar a vivir “este momento privilegiado”, a mirarnos con realismo y preguntarnos si sabemos orar. Tener la valentía y audacia de acercarme al Señor y decirle “Señor enséñame a orar”, igual como lo hicieron sus discípulos.

Esto será el primer paso para comenzar está gran aventura de la vida interior. “Entrad, entrad, hijas mías, en lo interior” (3M1,7), así escribía Santa Teresa a sus hijas y esta invitación es válida ahora también en nuestro tiempo. Este entrar en la morada interior es para comenzar un diálogo desde dentro con el Señor, un diálogo que se gesta en soledad y silencio.

Por eso la oración no es una práctica devocional a la cual dedico algún momento del día, sino un trato permanente con el Señor, “entended que si es en la cocina, entre los pucheros (la comida) anda el Señor ayudándoos en lo interior y exterior” (F.5,8) . Con la oración comienza ese “encuentro de sí mismo en la verdad de su propia existencia y, por tanto, en una relación coherente con Dios” un encuentro con Dios que me ama en toda mi realidad. Orar es una relación de amor y el que ama no lo hace en un solo lugar ni momento. Bien lo dijo Santa Teresa: “(…)el verdadero amante en toda parte ama y siempre se acuerda del amado! Recia cosa sería que sólo en los rincones se pudiese traer oración”(F.5.16)

Pero todo este entrar dentro de uno mismo, no es una búsqueda de una serenidad y paz interior individualista, sino un encuentro con el Dios vivo que me habita y quiere entablar una relación de amistad y amor conmigo.

Por eso toda oración verdadera suscita amor a Dios y al prójimo. Toda oración nos lleva a salir de nosotros mismos. Crea fraternidad. Reconoce en el hermano esa presencia de Dios, el ser templo de Dios, y nos lleva a gestos concretos hacia el otro. Una vida espiritual genuina siempre lleva a obras. “¡Oh hermanas mías, qué olvidado debe tener su descanso, y qué poco se le debe de dar de honra, y qué fuera debe estar de querer ser tenida en nada el alma adonde está el Señor tan particularmente! Porque si ella está mucho con Él (el Señor), como es razón, poco se debe de acordar de sí; toda la memoria se le va en cómo más contentarle, y en qué o por dónde mostrará el amor que le tiene. Para esto es la oración, hijas mías…: de que nazcan siempre obras, obras”.(7M4,6)

El Papa Francisco nos pide que “redescubramos el gran valor y la absoluta necesidad de la oración”. Comencemos este camino que sólo se hace rezando. Démonos tiempo para hacer silencio y leer la Palabra de Dios que nutre la vida de oración. Reunámonos a compartir momentos de oración, tanto en familia como en nuestras parroquias, comunidades, movimientos, colegios y grupos. No dejemos pasar este momento.

Como anunciaron, “el mismo Santo Padre realizará durante este año una “Escuela de oración”. Serán momentos de encuentro con algunas categorías de personas para orar juntos incluyendo algunas formas de oración: de la oración de acción de gracias a la oración de intercesión; de la oración contemplativa a la oración de consolación; de la oración de adoración a la oración de súplica(…)” Además se ha preparado una serie de instrumentos y subsidios que acompañarán los próximos meses y que pueden constituir una “sinfonía” de oración que la comunidad cristiana y cada creyente pueden utilizar.

Los animo a comenzar esta andadura espiritual, este camino interior y qué mejor momento que este tiempo Pascual que comenzamos. Miremos al Cristo Resucitado que nos trae su paz, dejémonos mirar por Él, que irrumpa en nuestro interior con la vida nueva que nos ofrece. Simpáticamente nos dirá Santa Teresa de Jesús: “Me parece os será consuelo deleitaros en este castillo interior, pues… podéis entrar y pasearos por él a cualquier hora” (Ep.Mor.1). No hay restricción para el encuentro con el Señor. Sólo hay que disponerse e iniciar esta experiencia orante, que de corazón espero no sea tan solo por un año.

Hna. María Alejandra de Jesús Sacramentado
Carmelita Descalza


Fuente: Comunicaciones Concepción
Concepción, 02-04-2024
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