I. PASTORAL SOCIAL Y LA MISIÓN DE LA IGLESIA
1. La Pastoral Social integra la misión evangelizadora de la Iglesia; asume esta labor en la perspectiva de la diaconía, es decir, del servicio al mundo. Por lo tanto, debe ser expresión de la misión de la Iglesia como servidora del ser humano, orientando su quehacer hacia los más necesitados de servicio en la sociedad, es decir, los más pobres y postergados.
2. La Pastoral Social de la Iglesia debe ser SIGNO del amor de Dios y de su presencia entre los hombres, por lo tanto, aunque no pretende ni puede solucionar todos los problemas sociales, debe mostrar testimonios de fraternidad y solidaridad, caminos y formas de convivencia que constituyan experiencias multiplicables en el servicio a los más pobres, y promover acciones-signos que creen conciencia de los problemas en toda la comunidad nacional.
3. La Pastoral Social debe inspirar a todos los cristianos y a todas las personas de buena voluntad a crecer en el servicio y solidaridad hacia sus hermanos. Es necesario ayudar a comprender y valorar la responsabilidad que corresponde a cada persona frente a los problemas y necesidades de los demás.
4. Como en toda iniciativa de Iglesia, quienes orientan y conducen la Pastoral Social deberán distinguirse por su identidad eclesial, así como por su testimonio de vida y espiritualidad cristianas.
5. La Pastoral Social ha de ser compromiso de toda la Iglesia, y la labor de los organismos especializados, importante y necesaria, debe estar incorporada en su pastoral orgánica.
6. Corresponde a cada Iglesia diocesana en comunión con los demás iglesias, detectar las necesidades sociales de cada lugar y determinar, a la luz del Evangelio y del Magisterio de la Iglesia, los objetivos y prioridades de su Pastoral Social.
II. DESTINATARIOS Y CONTEXTO DE LA PASTORAL SOCIAL
7. La Fidelidad de la Iglesia a su misión y a la opción preferencial por los pobres, hacen que la Pastoral Social se oriente especialmente hacia las personas, grupos o comunidades que sufren mayor necesidad, sin excluir a nadie por motivos políticos, religiosos u otros; por ello, debe mirar la realidad y juzgar los problemas desde la perspectiva de los más pobres y postergados.
8. La Pastoral Social de la Iglesia debe enmarcarse en un permanente diagnóstico de la realidad; así también, debe conocer, valorar y respetar los procesos y la cultura propia de los destinatarios.
9. Los organismos de Pastoral Social y sus programas, deben estar atentos a los requerimientos que plantea una realidad cambiante, y tener estructuras flexibles para adaptarse a ellos.
10. Los destinatarios de la Pastoral Social deben incorporarse en forma protagónica, tanto en la gestación como en el desarrollo de los proyectos.
11. La forma que vaya adquiriendo la estructura institucional de la Pastoral Social, debe valorar la participación laical a que se refiere el Magisterio de la Iglesia, especialmente en la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II “Christifideles Laici” y las propuestas sobre formas de asociación laical que propone el nuevo Código de Derecho Canónico.
III. PASTORAL SOCIAL Y PROMOCIÓN HUMANA
12. La Pastoral Social de la Iglesia debe buscar que sus destinatarios, cuando no están incapacitados para ello, se transformen en sujetos de su propio desarrollo, en un contexto de diálogo, colaboración y enriquecimiento mutuo con los agentes de pastoral social.
13. La Pastoral Social debe educar para la convivencia y dar impulso a la organización, no sólo por sus ventajas prácticas sino principalmente por su valor como estilo de vida.
14. Las metodologías y estilo de trabajo que utilicen los agentes de pastoral social, en los programas e iniciativas de acción social, deben alentar un espíritu participativo y democrático que, sin crear lazos de dependencia, contribuya a desarrollar capacidades de autogestión y autoayuda en los grupos.
15. La Pastoral Social de la Iglesia no debe buscar sólo el mejoramiento socio-económico de las personas, sino su desarrollo integral, en su dimensión individual y social. Por lo tanto, debe considerar ese mejoramiento, integrado en la satisfacción de todas las necesidades fundamentales del ser humano (afecto, comunicación, participación, creatividad, identidad, recreación, libertad, etc).
16. Junto a las iniciativas de carácter promocional, se deben valorar también, como signo de la gratuidad del amor de Jesucristo, aquellas acciones de índole más asistencial, dirigidas a personas con necesidades inmediatas y urgentes, y a quienes no están en condiciones de valerse por sí mismos.
IV. PASTORAL SOCIAL Y DESARROLLO DE LA SOLIDARIDAD
17. La Pastoral Social debe promover el conocimiento, la reflexión, la práctica y la difusión de la Doctrina Social de la Iglesia, como aporte a la búsqueda de una sociedad basada en valores cristianos.
18. La Pastoral Social, junto con asumir los problemas inmediatos, debe destacar los valores más profundos que están presentes en cada situación, que pueden trascender la coyuntura y ser simiente de un estilo de desarrollo y convivencia más fraterno.
19. Un aporte permanente y necesario de la Pastoral Social de la Iglesia es la educación para la solidaridad, de manera de contribuir a superar la mentalidad que genera el individualismo, el egoísmo y el consumismo que cierra a las personas a la fraternidad con los demás. Una solidaridad más real entre los chilenos, orientada a una más justa y equitativa redistribución de la riqueza, haría posible resolver muchos problemas sociales en el país.
20. La Pastoral Social debe colaborar, según sus posibilidades, con sus instituciones y experiencia, manteniendo su propia identidad y autonomía eclesial, en la promoción de instancias de coordinación entre organismos e iniciativas gubernamentales y no gubernamentales, tanto a nivel nacional como regional, para lograr, en definitiva, un mejor servicio a los más pobres y marginados.
21. Se requiere profundizar en el conocimiento de las causas que provocan las situaciones sociales graves, tanto a nivel del país como a nivel internacional. El sistema económico internacional injusto es una de las causas principales. Es necesario plantear este tema a las agencias de cooperación, las Iglesias del Norte y la comunidad internacional en general, para que colaboren en la denuncia de este problema, a fin de avanzar en la búsqueda de soluciones.
22. Es necesario profundizar la concepción de desarrollo integral, desde nuestra propia perspectiva cristiana, que considere todas las dimensiones del ser humano, así como la necesidad de establecer relaciones respetuosas con la naturaleza. En este sentido, se requiere intensificar el diálogo con los diferentes actores del desarrollo, estatales y no gubernamentales, y en particular con las agencias de ayuda, para aproximarnos a la definición de criterios y prioridades compartidas en materia de cooperación internacional y desarrollo.
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Documento aprobado por el Comité Permanente de la Conferencia Episcopal
de Chile, en su sesión del 08 de mayo de 1991, presentado en la jornada por Lorenzo Figueroa León, Sociólogo, Director del Área Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Chile.