A un mes de las próximas elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales, queremos compartir algunas preocupaciones sobre el actual momento político y social de nuestro país. La Iglesia siempre ha estado estrechamente unida al devenir de nuestra patria, con su palabra y su acción en favor de la paz. Por eso, con sencillez y humildad, a la luz del Evangelio de Jesús, ofrecemos nuestra reflexión esperando que contribuya a encontrar caminos de entendimiento y concordia.
1. Nos preocupa el actual clima de beligerancia y polarización en la vida política, especialmente en la campaña presidencial. Lo que debiera ser una oportunidad para confrontar ideas, proyectos y programas sobre el presente y el futuro de la patria, en un ejercicio que infunda esperanza, sentido de pertenencia y compromiso con el bien común; se convierte frecuentemente en un escenario de descalificaciones y disputas estériles, generando distancia, incertidumbre y desazón en muchos chilenos. Aunque la política tiene un componente de discrepancia y de tensión que le es propio, vemos un escenario radicalizado que causa fracturas que después es muy difícil sanar. Lo advierte el Papa Francisco en su Encíclica Fratelli Tutti: “La política ya no es así una discusión sana sobre proyectos a largo plazo para el desarrollo de todos y el bien común, sino sólo recetas inmediatistas de marketing que encuentran en la destrucción del otro el recurso más eficaz. En este juego mezquino de las descalificaciones, el debate es manipulado hacia el estado permanente de cuestionamiento y confrontación” (Nº 15).
2. Lamentablemente, crecen entre nosotros manifestaciones de violencia. La polarización y la agresión se expresan en muchos niveles de nuestra convivencia, incluso en el trato cotidiano con los demás. Han aumentado últimamente los asesinatos y otras acciones criminales. El narcotráfico y la delincuencia ocupan amplios sectores y espacios de nuestras ciudades. La legítima protesta política se vuelve a menudo, por acción de algunos grupos, destructiva de bienes y espacios públicos y privados. Los chilenos tenemos que revisar seriamente nuestra manera de convivir, porque hay una erosión de los límites que son necesarios para respetarnos unos a otros. Muchos actúan y se expresan creyendo que todo les está permitido, transgrediendo valores esenciales para una convivencia en democracia. Si de verdad queremos una sociedad más justa, que ponga límites a los abusos de poder y a las arbitrariedades, necesitamos detener la violencia y aprender a dialogar como hermanos, habitantes todos de un mismo país y casa común y, por lo tanto, depositarios de un destino que a todos pertenece por igual.
3. Es también motivo de preocupación, el escenario económico que estamos viviendo, que siempre en sus consecuencias negativas termina afectando en mayor proporción a los más pobres y a las familias vulnerables. Sabemos que la pandemia ha tenido nefastas consecuencias para muchos, generando problemáticas que se extenderán todavía por largo tiempo. Pero parte importante de la incertidumbre económica la está generando el propio escenario político y electoral interno. Es contradictorio que, mientras buscamos y anhelamos mayores niveles de bienestar y justicia, no construyamos desde la acción política escenarios más estables que permitan enfrentar de verdad los desafíos sociales y económicos que tenemos. Necesitamos apostar una y otra vez por el bien del país, más allá de cálculos electorales.
4. Llamamos a todos a actuar con responsabilidad. Para quienquiera que llegue a gobernar el país en el próximo período, la tarea será difícil y compleja, por el contexto económico y político que vivimos, sin olvidar la presencia aún entre nosotros de la crisis sanitaria. Ahora mismo debemos cuidar las palabras que se dicen y las iniciativas que se emprenden, para no generar esa polarización que vuelve más opaco nuestro presente. Teniendo importantes elecciones por delante, y con un proceso constitucional en desarrollo apoyado por la inmensa mayoría de la ciudadanía en el pasado plebiscito, debiéramos estar viviendo un tiempo positivo, de propuestas y esperanzas, pero algo estamos haciendo mal que parece primar en la mayoría un ambiente de preocupación. Estamos a tiempo para rectificar.
5. Invitamos a los creyentes a orar por nuestra patria, por sus gobernantes y dirigentes, por sus instituciones y procesos políticos y sociales en curso, por cada uno de sus habitantes. Que hagamos nuestras estas palabras del Papa Francisco al final de su Encíclica Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social:
“Señor y Padre de la humanidad, que creaste a todos los seres humanos con la misma dignidad, infunde en nuestros corazones un espíritu fraternal. Inspíranos un sueño de reencuentro, de diálogo, de justicia y de paz. Impúlsanos a crear sociedades más sanas y un mundo más digno, sin hambre, sin pobreza, sin violencia, sin guerras”.
“Que nuestro corazón se abra a todos los pueblos y naciones de la tierra, para reconocer el bien y la belleza que sembraste en cada uno, para estrechar lazos de unidad, de proyectos comunes, de esperanzas compartidas. Amén”.
A la Virgen del Carmen encomendamos este tiempo desafiante de nuestra patria.
EL COMITÉ PERMANENTE DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL DE CHILE
+ Fernando Chomali Garib
Arzobispo de Concepción
Vicepresidente
+ Juan Ignacio González Errázuriz
Obispo de San Bernardo
+ Ricardo Morales Galindo
Obispo de Copiapó
+ Guillermo Vera Soto
Obispo de Rancagua
+ Sergio Pérez de Arce Arriagada
Obispo de Chillán
Secretario General
Santiago, 21 de octubre de 2021