Desde el día en que encontró a Cristo en San Damián hasta el día en que murió en la Porciúncula, a lo largo de su vida itinerante, junto con sus hermanos, los Menores, Francisco (1182-1226), el pobrecito de Asís, nunca tuvo otra preocupación sino la de seguir a Jesús. Lo hizo en la alegría, la pobreza, la humildad y la sencillez de corazón, en la fidelidad a la Iglesia y una gran ternura para con todos.
“Custodiar la vida frágil” fue el nombre de la conferencia dictada por el Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, Monseñor Vincenzo Paglia, la mañana de este sábado 26 de agosto en el Colegio de los Sagrados Corazones de Concepción.
Cerca de 250 personas participaron en la actividad, que comenzó con un momento de oración a cargo de jóvenes de la Vicaría Pastoral de Juventud (VPJ) de la Arquidiócesis de Concepción.
Luego, el Arzobispo de Concepción, Monseñor Fernando Chomali, expresó su agradecimiento a Monseñor Vincenzo Paglia por aceptar la invitación a visitar nuestro país y valoró la numerosa presencia de personas tanto en esta conferencia, como en la que se efectuó el viernes 25 de agosto en la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
En ese contexto, sostuvo que “la palabra que me surge en estos dos días es de esperanza, de optimismo, el mundo no se está cayendo a pedazos como muchas veces podemos pensar y hay muchas flores que están creciendo, que se están desarrollando, que están dando hermosos colores. Y nosotros, que no somos profetas de la desesperanza, tenemos que mostrarlo”.
Previo a la exposición del Presidente de la Pontificia Academia para la Vida, se mostró el video “Cuidado de la Vida Frágil en la Iglesia de la Santísima Concepción”, que da cuenta de parte de las obras sociales desarrolladas en la Arquidiócesis.
Al respecto, Monseñor Vincenzo Paglia afirmó que “estoy muy emocionado por lo que he visto, porque muestra una Iglesia verdaderamente evangélica, este es el sueño también del Papa Francisco para la Iglesia en este tiempo en todos los lugares del mundo”.
Los dos pilares: el Evangelio y los pobres
Al inicio de su exposición, el Presidente de la Pontificia Academia para la Vida hizo referencia al capítulo 10 del Evangelio de San Lucas, señalando que hay dos pasajes importantes que están juntos: la parábola del Buen Samaritano y el episodio de Jesús que visita la casa de Marta y María.
“Estos dos pasajes del Evangelio tienen que ser leídos juntos, no separados. Significa que el discípulo de Jesús tiene que ser al mismo tiempo como el Buen Samaritano y como María. No están en una parte los expertos de la caridad y en la otra los expertos de la oración”, enfatizó.
En ese sentido, llamó a los presentes a “vivir personalmente y sobre todo como Iglesia, esta relación íntima e indisoluble entre el estar cerca del hombre medio muerto y cerca de Jesús. Es lo mismo, no hay diferencia. Esto significa que para nosotros la cercanía a los pobres no es solamente una cercanía social, es una cercanía profunda, espiritual. El hombre medio muerto es Jesús (…) El creyente hoy tiene que tener en una mano el Evangelio y en la otra al pobre”.
Monseñor Vincenzo destacó que quienes escuchan el Evangelio, tienen sus ojos, corazón y mente con una fuerza mayor, por lo que al ser creyentes se acercan a los pobres como hermanos y hermanas, no como personas con necesidades a las que se les dona algo, sino como parte de nuestra familia, como miembros de la Iglesia.
“La caridad de la Iglesia no es solamente algunos sentimientos buenos, es una fuerza que transforma la historia, transfigura el mundo (…) La historia se transforma cuando transformamos a las personas (…) una liberación de la pobreza, una liberación de la soledad, una liberación de la marginalidad. Esto significa que el samaritano sintió en el corazón no ser un héroe, sino cuidar al hombre medio muerto (…) Por eso es importante que ustedes entiendan que las obras con los pobres no son solamente una suerte de beneficencia que la Iglesia hace en la sociedad, sino que nuestras obras de misericordia tienen que transformar la vida, la historia de los que ustedes cuidan y también de los ambientes donde están”, afirmó.
Monseñor Paglia insistió en la importancia de continuar cuidando a los más vulnerables, pero al mismo tiempo escuchar el Evangelio para “enriquecerse en el corazón, en los sentimientos, en la profecía, en el sueño de Dios sobre Concepción. Ustedes representan el sueño de Dios sobre un nuevo Concepción, sobre un nuevo estilo de vida de todos. Y ustedes saben que no sería posible su felicidad sin los otros, sin los pobres, sin los marginados, sin los encarcelados, sin los niños, sin los que son descartados. Esta es la profecía que de Concepción tiene que ser comunicada a todas las otras iglesias, a todos los que aquí en Concepción no creen o son indiferentes. Esta es la vocación que ustedes tienen, que el Señor confía a todos ustedes”.
El Presidente de la Pontificia Academia para la Vida insistió en que escuchar a Jesús “es la primera obra que tenemos que hacer, porque la oración es una obra histórica también” y recordando el Evangelio del domingo pasado (Mt 15, 21-28) donde Jesús se encuentra con una mujer cananea que le pide que sane a su hija, sostuvo que “Dios no se comporta del mismo modo si nosotros oramos o no”.
Además, Monseñor Vincenzo dijo que estamos llamados a “transformar la historia del mundo, la historia de Concepción, la historia de Chile, la historia de América Latina. Es una misión muy importante y nosotros tenemos que ser conscientes de esto, tenemos el orgullo de ser parte de esta familia llamada por el Señor a transformar la ciudad. Hay una relación muy fuerte entre la Iglesia de Concepción y la ciudad de Concepción (…) La responsabilidad de todos ustedes es con la ciudad de Concepción, no solamente con su propia parroquia o el propio pequeño jardín. Yo, en este sentido, estoy convencido de que no es necesario que toda la ciudad de Concepción se transforme en agentes pastorales, sino que es necesario que ustedes sean la sal y la levadura de la ciudad. Esto suscitará y ayudará a los otros a entender la importancia del Evangelio, la importancia de la Iglesia, la importancia de lo que ustedes hacen”.
En ese contexto, fue enfático en señalar que “la reforma de la Iglesia empieza siempre cuando los discípulos de Jesús redescubren la primacía del Evangelio y de los pobres”, por lo que destacó al Evangelio y los pobres como “los dos pilares de la transformación de la Iglesia hoy. Para ayudar al mundo a entender que un nuevo amor transforma el mundo, porque hay una peculiaridad en el caso del Buen Samaritano, que el amor que él mostró es un amor gratuito. Este es el amor que hoy necesita el mundo”.
Una gracia de Dios
Luego de la conferencia, Monseñor Vincenzo Paglia destacó el trabajo que se realiza con los hermanos en situación de vulnerabilidad en la Arquidiócesis de Concepción: “Es un testimonio muy importante de los fieles católicos para la ciudad misma, para redescubrir que la transformación de la vida empieza ayudando a los más pobres, mostrando que el amor gratuito es una fuerza que dona más felicidad”.
Entre los asistentes se encontraba el Obispo Auxiliar de Concepción y Vicario General, Monseñor Bernardo Álvarez, quien expresó que “es una gracia de Dios poder contar con la visita de Monseñor Vincenzo Paglia a nuestra Arquidiócesis y me parece que nos dejó varios desafíos con esta conferencia, en que habló directamente a los agentes de Pastoral Social y a diversas personas que trabajan justamente en el ámbito del cuidado de la vida frágil”.
“A mí lo que más me marcó fue la invitación a transformar la historia. Creo que es lo propio de nuestra fe, de un cristianismo encarnado en la realidad. Y viendo el video que se presentó al inicio, evidentemente hay muchas realidades que ya se están transformando y que, en definitiva, es signo de cambiar la historia”, agregó.
En ese contexto, manifestó que “un segundo punto que rescato es esa evocación que hizo de San Francisco de Asís (…), que el verdadero cambio va por estar muy arraigado a la escucha del Evangelio de Jesús: con una mano el Evangelio y con la otra los pobres, como dos grandes fundamentos justamente para poder transformar la historia como lo hizo San Francisco de Asís y como también nos promueve el Papa Francisco. Así que con eso me quedo y ojalá que sea un impulso también de Dios para este momento de nuestra Iglesia de Concepción”.
También asistió a la conferencia el Decano de la Facultad de Medicina de la UCSC, Patricio Manzárraga, quien comentó que “ha sido fantástico, ha sido un regalo escucharlo, por la lucidez y su experiencia de vida que se nota plasmada en la síntesis de las enseñanzas que nos ha dejado”.
“Ayer tuvimos una jornada para tratar el tema de los cuidados paliativos. Nosotros como universidad estamos muy abocados a formar personas de las distintas profesiones médicas en el cuidado paliativo (…) y él ayer nos iluminó respecto a cuál debería ser el espíritu que guíe esta tarea. Y ahora nos habló acerca de la custodia de la vida frágil, que es un poco parecido”.
Por su parte, Marcela Romo, quien forma parte del grupo de oración 40 Días por la Vida y del Proyecto Belén de la Arquidiócesis de Concepción, valoró esta instancia y señaló que le pareció “muy bonita, porque necesitamos incentivar y aumentar la fe en Cristo, y también las obras de las que hablaban hoy para ayudar al prójimo, a los jóvenes, a la tercera edad que tanto lo necesita y así sacar de la soledad a las personas”.
Asimismo, Jacqueline Saavedra, quien junto a su marido Nelson Moncada, son los Coordinadores de la Pastoral Familia y Vida arquidiocesana, dijo que esta conferencia ha sido “muy motivadora y también inspiradora”, ya que “vuelve de nuevo a nuestras raíces de preocuparnos del que necesita, de preocuparnos de salir de nuestras comunidades, de mirar a los ojos al otro, de estar con el otro, que no sea sólo teoría, sino la práctica del Evangelio”.
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