Homilía del Obispo de la Diócesis de Osorno en celebración litúrgica ecuménica por Chile en la Catedral San Mateo Apóstol de Osorno.
Fecha: Viernes 18 de Septiembre de 2020
Pais: Chile
Ciudad: Osorno
Autor: Mons. Jorge Concha Cayuqueo
Hermanos y Hermanas:
Desde esta Iglesia Catedral de San Mateo Apóstol, con un corazón agradecido y con humildad hacemos oración por Chile, por nuestra región, por nuestra Provincia y por todos sus habitantes.
Siempre tenemos mucho que agradecer a Dios, así como mucho de que pedirle perdón. Agradecemos la entrega generosa de muchos hombres y mujeres que han entregado sus vidas por Chile; muchos de los desafíos que enfrentaron, muchas de sus luchas y muchos de sus sueños son realidades en el camino de Chile hacia su destino. Y así como heredamos tantos bienes también heredamos males: heridas todavía abiertas, brechas, muchas de las cuales siguen siendo desafíos para esta generación y para las que vienen. Agradecemos a Dios por tanto bien recibido del pasado y pedimos perdón por lo que no ha estado bien; también como Iglesia pido perdón.
También es la oportunidad para agradecer a Dios por tantos hombres y mujeres, chilenos y extranjeros, que han hecho un enorme servicio a los demás, muchas veces con sacrificio durante la pandemia todavía en curso: por el personal de la salud, por los trabajadores de los diversos servicios esenciales, por los recolectores de basura, por los bomberos, por quienes trabajan en servicios productivos, en el transporte, por los educadores, comunicadores y tantos servidores públicos en general. También agradecemos al Señor por tanto servicio de voluntarias y voluntarios, que han trabajado con generosidad y en forma anónima, en ayudar a los demás, muchos de ellos han reconocido el rostro de Jesús en los que más sufren; y gracias por tantas expresiones de solidaridad.
Sin dejar de ser agradecidos, queremos dedicar este breve tiempo principalmente para pedirle a nuestro Dios y Señor.
Estamos pasando por un periodo muy difícil a causa de la pandemia que nos azota, y que sigue en pleno desarrollo, con consecuencias muy dolorosas, negativas y todavía imprevisibles para las personas, las familias, para el país y el mundo entero. Sin duda, el dolor más grande es la pérdida de vidas de seres queridos; en nuestro país son más de 12 mil, en nuestra región más de 80 y en nuestra Provincia más de 40 los fallecidos; por ellos y por sus familiares hacemos especial oración en esta liturgia.
Y a la par de estas actuales y dolorosas circunstancias, siguen presente desafíos, sueños y esperanzas de larga data y de largo aliento. Todo lo cual hace que este tiempo, nuestro tiempo, sea del todo especial: tiempo de crisis, de tensión, de incertidumbre, de prueba, y por lo mismo, también es tiempo de oportunidad. Entre los desafíos urgentes e importantes que tenemos como país, quisiera recordar los siguientes:
1) Mientras se espera una solución significativa para el “enemigo invisible” que es el virus que nos acecha, que estará dada por una vacuna eficiente que se hace en otras latitudes, el país entero, con sus autoridades a la cabeza, tiene el enorme desafío de enfrentar las graves consecuencias en términos de salud y en el plano económico. Es tarea ya, y del futuro inmediato.
2) La posibilidad de un proceso constituyente que está por comenzar, con grandes expectativas de una carta fundamental que exprese mejor el Chile de hoy, que fortalezca la unidad de todos y la solidaridad, y que sea el marco fundamental de nuestra vida como nación para los próximos decenios, exige, entre otros, el máximo de participación, estándares de paz que garanticen un ambiente adecuado y diálogo con respeto entre todos. Será una oportunidad para que los cristianos podamos aportar como ciudadanos desde nuestras convicciones y nuestra mirada de fe en los tantos temas de especial relevancia de nuestra vida social; es un deber moral para los cristianos dar testimonio de tales (cfr. Mt 10, 32 y 33; Lc 6, 46 - 49).
3) La situación de la Araucanía y de los pueblos indígenas de Chile en general, que ya debió iniciar un proceso de solución, pide un trato como nunca lo ha tenido en el pasado. Porque es un tema profundo en sus raíces, en su alcance y en su proyección, es tarea ineludible del Estado, al que tarde o temprano, deberá abocarse y para ello deberá garantizar amplia participación y renovada aproximación y visión de futuro.
4) Es un desafío la búsqueda decidida de formas de superación de la pobreza que no deja de reproducirse y de las grandes y graves desigualdades entre los chilenos y chilenas, que son y serán permanente fuente de frustración, de desencuentro y de violencia en nuestra sociedad.
5) Es un desafío de enfrentar de manera renovada tantas formas de violencia que se ha ido instalando, desgraciadamente, en nuestra vida cotidiana; violencia en contra de las mujeres, en contra de los niños, de los adultos mayores. Esto tiene que ver con nuestra cultura, con educación, con los modelos que predominan.
6) El flagelo de la droga, su comercio y su organización, su ingreso en los diversos sectores socioeconómicos de nuestra sociedad, con graves consecuencias en las generaciones más jóvenes y en los sectores más vulnerables, es un desafío urgente y necesario.
7) El cuidado del medio ambiente, de la biodiversidad en los humedales, en el mar, los lagos y los ríos, el cuidado de la flora y de la fauna que son parte de nuestros ecosistemas, todo lo cual es vital para todos los seres vivos, incluidos nosotros los seres humanos; el trato civilizado y no cruel hacia los animales; el educar hacia una cultura del respeto y del trato amigable con toda la creación. Es un desafío urgente y de todos.
Son muchos los desafíos que tenemos como sociedad para que Chile sea una gran nación de hermanos. Es necesario que todos y todas, y especialmente nuestros dirigentes, nuestros líderes, tengan muy presente y como centro: la dignidad de cada persona y el bien común, la inclusión para desterrar toda forma de exclusión, porque todos somos parte de esta casa común, en la que nadie sobra. También son importantes los medios y entre ellos el diálogo respetuoso, porque también se trata de buscar y fortalecer la unidad y la paz, de lo contrario la espiral de violencia aumenta y nos destruye. De las dificultades no salimos solos, menos unos contra otros.
Santiago insta a los cristianos de su tiempo y a los de hoy a enfrentar los problemas, las dificultades, haciendo de ellos un aprendizaje y una oportunidad. Por todo ello pedimos al Señor sabiduría.
Sabiduría para todos los habitantes de Chile: para nuestras autoridades, nuestros líderes y para todos nosotros, ciudadanos. Santiago dice: “Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios… Pero que la pida con fe, sin dudar …” (Sant. 1, 5 y 6). Al mismo Señor le pedimos que nos dé el don de la fe para que nuestra oración sea de su agrado. Jesús nos dice: “Yo soy la vid, ustedes las ramas. El que permanece unido a mí, como Yo estoy unido a Él (al Padre) produce mucho fruto, porque sin mí no pueden hacer nada” (Jn 15, 5). “Si permanecen unidos a mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo tendrán” (Jn 15, 7). Y la forma mejor de permanecer en él es permanecer en su amor y prueba de ello es la práctica de sus mandamientos (cfr. Jn 15, 10).
Para los cristianos es un deber: pedir, pero comprometidos con él, es decir, si estamos bien dispuestos. No obtendremos sabiduría si nuestros objetivos son egoístas y están lejos de Dios y de los demás. Con una oración generosa, libre de egoísmos, pidamos sabiduría para todos los habitantes de esta hermosa tierra, que es Chile, nuestro hogar común. Pidamos con fe y esperanza, a Aquel que es fiel y que nos ama.
¡Qué María, Nuestra Señora del Carmen, interceda por Chile!
+ Jorge Concha Cayuqueo
Obispo de Osorno