1. La donación de órganos constituye un tema de creciente interés a nivel mundial. También en Chile está siendo públicamente discutido y se ha presentado al respecto un Proyecto de Ley en la Cámara de Diputados.
2. Como toca la vida humana en su parte física y en los sentimientos, el asunto involucra aspectos éticos que es oportuno examinar a la luz de la fe. Por tanto, ofrecemos al país el pensamiento que como Pastores de la Iglesia Católica tenemos al respecto.
3. Por trasplante y donación de órganos entre humanos se entiende una intervención quirúrgica mediante la cual se extrae un órgano de un donante para injertarlo en un organismo receptor. Esta intervención puede ser de recién muerto a vivo, o de vivo a vivo.
4. En estas delicadas situaciones son tres los valores básicos que deben ser ponderados: el respeto por la dignidad de la persona humana, el deber de cuidar la propia salud, y el sentido de solidaridad hacia los demás.
5. Se puede señalar una serie de condiciones éticas que en su cumplimiento aseguran el respeto de los tres valores mencionados. Algunos son patrimonio universal de la humanidad civilizada; otras, además, pertenecen a una recta perspectiva cristiana que queremos reafirmar.
6. La finalidad debe ser únicamente terapéutica, o sea, para mejorar la salud, excluyendo de manera tajante cualquier finalidad lucrativa. Al respecto es preciso llamar la atención sobre el hecho de que un probable ofrecimiento de dinero a cambio de la donación de un órgano podría constituir una injusta presión moral sobre el donante. Se debe respetar siempre la voluntad en contrario del fallecido.
7. Debe existir una razonable expectativa de mejoría en el receptor, quien a su vez debe ser informado acerca de los riesgos de la operación y pueda, en cualquier momento, rehusar la intervención con absoluta libertad.
8. En el caso de donación de recién muerto a vivo, es necesario que la vida del donante sea respetada hasta su desenlace natural. Para ello es aconsejable que el equipo de médicos que certifica la muerte sea distinto al equipo que realiza el trasplante, para evitar cualquier sospecha de acelerar la muerte. Esto es perfectamente factible, porque normalmente estas intervenciones sólo se pueden realizar en grandes centros hospitalarios.
9. Es preciso educar a la generosidad para que haya muchas personas que quieran ofrecer esta donación.
10. En el caso de vivo a vivo, debe también haber una finalidad terapéutica; una información acabada al donante y al receptor; un consentimiento explícito expresado libremente por el donante, y que el trasplante no constituya un grave riesgo de su vida ni un grave perjuicio a su salud.
11. Los científicos merecen nuestras felicitaciones por los avances alcanzados para realizar trasplantes de órganos en forma cada vez más exitosa. Sus esfuerzos demuestran el respeto inmenso que merece la vida humana, don precioso de Dios, que el ser humano debe cuidar y mantener hasta que le ponga término el mismo Creador que la inició.
12. Algunos se preocupan de lo que pasaría con su cuerpo si a la hora de su muerte hubiesen donado un órgano. La verdad es que todo cuerpo terrenal se corrompe. Por tanto, es la alternativa entre que se destruya un órgano o que sirva como medio de vida para otro hermano. Los cristianos creemos, como nos dice San Pablo, que nuestro cuerpo corruptible se transformará en cuerpo espiritual para la gloria de Dios (cf. 1 Cor 15, 35-58).
13. La donación de órganos a la hora de la propia muerte significa un acto de generosidad que ofrece una oportunidad de vida para otros. En el caso de la donación de vivo a vivo, el trasplante expresa una manera muy concreta de comunión con el otro en el afán de prolongarle o mejorarle su vida.
14. Ante la novedad de estas situaciones que surgen de los avances de la ciencia y tecnología médicas, los cristianos tenemos que dejamos guiar por las enseñanzas de Cristo. En los tiempos de Jesús, los Judíos y los Samaritanos no se miraban bien, pero Él en la Parábola del Buen Samaritano enseña que hay que dejar de lado todo prejuicio y preocuparse de ayudar al que lo necesita.
15. La donación de órganos, realizada con las debidas condiciones, es una hermosa y moderna expresión de la caridad cristiana: dignifica a la persona que en su muerte llega a ser apoyo de vida para otro, manifiesta una noble preocupación por el respeto a la vida de los demás e implica un sentido de comunión con la humanidad. El Evangelio proclama que no hay amor más grande que el dar la propia vida por otro (cf. Jn 15, 13). Jesús agradece el bien que se hace a otro como si se le hiciera a Él mismo (cf. Mt 25).
POR EL COMITÉ PERMANENTE DEL EPISCOPADO
† CARLOS GONZÁLEZ C., Obispo de Tala
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† SERGIO CONTRERAS N., Obispo de Temuco
Secretario General de la Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, 14 de noviembre de 1990.