Se considera que el indio Juan Diego nació en 1477 y recibió el nombre azteca de Cuautlatóhuac, que significa “el que habla como el águila”. Se casó con la india Malitzin y en 1524 ambos fueron bautizados por los misioneros franciscanos. Malitzin murió en 1528 y Juan Diego en 1548.
A dos años de su muerte, se escribió el relato de las cuatro apariciones de la Virgen y de todos los acontecimientos relacionados con ellas. María le explicó que ella lo había elegido muy particularmente para ser su mensajero. En la cuarta aparición, al amanecer del 12 de diciembre de 1531, la Virgen lo animó para que no tuviera miedo y que le daría una señal para que le creyeran. Cuando Juan diego desplegó su tilma para mostrar al obispo las rosas que había juntado, en la rústica tela había quedado grabada la imagen de la “Señora del Tepeyac”.
En el lugar de las apariciones se levantó al poco tiempo una ermita y Juan Diego vivió junto a ella durante 17 años. Hasta su muerte fue el “sacristán de la Virgen”. Los peregrinos que visitaban el lugar quedaban impresionados de su ejemplo de fe. Los misioneros lo ponían como modelo.
Nuestra Señora de Guadalupe, Patrona de México y de toda América Latina, desde su Basílica nos acompaña como “Estrella de la Evangelización”.
"Hoy es un día muy alegre para todos, porque después de dos años podemos reunirnos nuevamente". Con estas palabras, Monseñor Fernando Chomali inició su homilía en la Festividad de San Sebastián, que este 20, 21 y 22 de enero del 2023 espera congregar a cerca de 600 mil personas en el Santuario dedicado al Santo Mártir en Yumbel.
El Arzobispo de Concepción manifestó que "es maravilloso saber que aquí hay personas de lugares muy distintos, pero que tienen en común la fe en Jesucristo, la fe en la Santísima Virgen María, la fe en San Sebastián".
Monseñor Chomali afirmó que Dios está en todo lugar y nos llama a su encuentro: "Estamos aquí porque Él nos llamó y nos llamó para escuchar un mensaje significativo".
En este contexto, expresó que "el primer mensaje es que tenemos que estar orgullosos de ser católicos, de profesar la fe católica, de rezar el Credo, de venir a San Sebastián. El Señor nos dice, a través de San Pedro, que tenemos que prepararnos para eso. Por lo tanto yo los invito a que siempre estemos leyendo la Biblia, a estar atentos a lo que nos dice el Papa Francisco, quien nos dice que no quiere católicos con cara de vinagre, quiere católicos alegres porque saben que su vida está puesta en Dios".
El Arzobispo indicó que los problemas forman parte de la experiencia humana, pero debemos tener esperanza en la Palabra de Dios. "Él nos dice lo siguiente: «El Señor me libró de todos mis temores». A veces ponemos mucha confianza en la ciencia, en el dinero, en las personas y no ponemos la confianza suficiente en Dios"
"Todos los que estamos aquí tenemos que irnos con una respuesta a las inquietudes que tenemos en nuestro corazón (...) Si nos vamos de aquí igual a como hemos llegado, es porque no hemos captado que nuestra fe es un encuentro con el Señor, que hoy se manifiesta a través de San Sebastián y para eso tenemos que abrir nuestro corazón", agregó Mons. Chomali, quien se refirió a San Sebastián como "un soldado romano que se convirtió al cristianismo y le dijeron que tenía que renunciar a su fe. Él dijo que no, él dijo que su fe en Jesucristo era mucho más importante que todo, hasta el punto que entregó su propia vida".
Posteriormente, el Arzobispo de Concepción invitó a los presentes a hacer el bien, pero "un bien concreto, un bien real. Nuestra fe es concreta (...) No sacamos nada con decir que amamos a Dios, si no amamos al prójimo, si no nos queremos como hermanos. La fraternidad es un signo maravilloso que nosotros tenemos que dar en un momento en que hay tanta odiosidad".
En este sentido, puso énfasis en que asistir al Santuario este 20 de enero y 20 de marzo "es un momento en el que podemos cambiar nuestra vida y vivir según la felicidad que nos ofrece Dios, que no es la que nos ofrece el mundo, es una felicidad más profunda que se vive en el mandamiento del amor. Amar a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo".
Asimismo agradeció a los peregrinos presentes en el Campo de Oración: "Cada uno es una flor maravillosa que alimenta el jardín de la Iglesia. En sus lugares, en sus barrios, en sus familias, están llamados a ser testimonio del amor de Dios, a mostrar la misericordia de Dios y a sobre todo vivir según las categorías de Dios y no según las categorías del hombre".
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