Saludo del Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile, Mons. Santiago Silva Retamales
Viaje Apostólico del papa Francisco
Catedral de Santiago, 16 de enero de 2018.
Fecha: Martes 16 de Enero de 2018
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Mons. Santiago Silva Retamales
Querido Santo Padre:
Lo recibimos con inmenso cariño y esperanza. Lo recibimos como a padre y hermano con quien
anhelamos compartir nuestra vida, fe y misión.
El caminar de la Iglesia en Chile no ha sido fácil. Dificultades internas y los desafíos propios de
una sociedad en evolución, que anhela ser globalizada y pluralista, nos plantea retos nunca antes afrontados.
Queremos que estos desafíos se conviertan en oportunidades, pero tenemos que ser capaces de replantear nuestro modo de ser discípulos misioneros de Jesús en estos contextos nuevos. Deseamos ser una Iglesia en salida que Escucha, Anuncia y Sirve, como nos propusimos en las Orientaciones Pastorales Nacionales 2014–2020.
En nuestra labor pastoral hemos descubierto con admiración «las semillas del Verbo» en el corazón de cada ciudadano, semillas que generan el anhelo profundo de que Chile se transforme en «un hogar para todos», casa común particularmente para pobres y postergados, hogar donde sea protegida y compartida la vida en todas sus formas y aquellas relaciones que nos humanizan (cfr. Carta pastoral del Comité Permanente, «Chile, un hogar para todos», octubre 2017).
Como miembros de este «hogar» llamado Chile, como discípulos de Jesús y como sus pastores, nuestro empeño constante es contribuir en la formación de un país más justo, fraternal, libre y respetuoso de toda persona.
Nos hemos propuesto prolongar su visita a nuestro país y su mensaje con un Congreso o Año Eucarístico Nacional que se vivirá, en cada Iglesia particular, a partir de marzo hasta noviembre de este año. Así, contemplando a Jesús eucaristía, buscamos proyectar los frutos de su visita pastoral, los que sintetizamos en lo que el Resucitado ofrece cuando promete a sus discípulos: «Mi paz les doy» (Jn 14,27).
Gracias por su presencia. Gracias por reflejarnos, como Vicario de Cristo, el rostro del Resucitado que, en el caminar de nuestra Iglesia y como país, nos explica las Escrituras, parte el Pan con nosotros y nos confirma como comunidad, tal como el Señor hizo con los de Emaús (Lc 24,13-35).