50 años de ministerio del Padre Pablo Lastrego Farina fueron celebrados en Catedral de Santa María de los Ángeles
El actual Párroco de San Judas Tadeo festejó 50 aniversario de ordenación presbiteral rodeado de sus hermanos en el ministerio y de un gran número de laicos de la zona.
Con una gran cantidad de laicos y la casi totalidad del clero de la Diócesis de Santa María de los Ángeles se desarrolló, el pasado lunes 25 de julio, vivió la Eucaristía por el 50º aniversario de ordenación sacerdotal del Padre Paolo Lastrego Farina. La liturgia fue presidida por el mismo sacerdote, quien conto con la compañía del actual Obispo diocesano, Felipe Bacarreza y de Miguel Caviedes, obispo emérito de Los Ángeles.
En la homilía el Padre Paolo se refirió a su vida, su llegada a Chile y como ha vivido su ministerio al servicio de distintas comunidades cristianas.
Durante el momento de la acción de gracias se leyó una carta de la donde su Santidad, el Papa Francisco, agradeció el trabajo del presbítero en estos cincuenta años. En la misma acción de gracias, los dos obispos presentes en la Eucaristía entregaron sus apreciaciones sobre el rol que ha jugado el Padre Paolo en la Iglesia diocesana de Santa María de los Ángeles.
Ernesto Guzmán quien conoce al padre Paolo desde que llegó a la Diócesis, incluso antes de ser sacerdote indicó “Hoy sólo quiero agradecer al Señor por habernos enviado un sacerdote sencillo, humilde, carismático y muy cercano a las necesidades de quienes fuimos jóvenes y hoy estamos con varios años más en nuestros cuerpos. No puedo dejar de recordar nuestro último viaje a San Bernardo a visitar a quien fuera nuestro padre espiritual, don Orozimbo Fuenzalida; en ese encuentro vimos- junto a Sergio y Juan que nos acompañaron- el gran cariño y afecto que don Orozimbo le tuvo siempre a quien hoy celebramos; recordó cómo Paulito acudió humildemente a verlo a la prelatura de Calama para que lo siguiera acompañando en su vocación sacerdotal. Allí, don Orozimbo le dijo que él sería traslado a la Diócesis de Los Ángeles y le pidió se viniera con él. Es así como en los primeros días de marzo del año 1970, llegó como laico a Los Ángeles. Desde aquí dio sus primeros pasos hasta llegar a ordenarse a los 27 años como sacerdote”.
Después de la celebración Eucarística se realizó una cena en el comedor de la Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, donde se vivió un momento de fraternidad en que participaron sacerdotes y diáconos de la Diócesis, en ese momento fue entregado un cáliz y patena grabados con la fecha de este aniversario número 50.
El Padre Paolo Lastrego dejó su patria siendo aún seminarista para venir a Chile a anunciar el Evangelio. Llegó a Chile en el año 1966 y a la Diócesis de Santa María de los Ángeles el año 1971. Mons. Orozimbo Fuenzalida lo ordenó presbítero hace 50 años, un 22 de julio de 1972, cuando solo tenía 27 años de edad.
El Padre Pablo ha sido párroco en Santa Gemita y en Nacimiento, en San Miguel y actualmente en San Judas Tadeo. Sirvió como Vicario General de Mons. Miguel Caviedes y durante cuatro años con el Obispo Felipe Bacarreza. Es uno de los presbíteros que más conocen la Diócesis y su historia.
Acción de Gracias por las Bodas de Oro Sacerdotales del Pbro. Paolo Lastrego Farina
Inicio estas palabras saludando, en primer lugar, a nuestro Obispo Don Felipe Bacarreza Rodríguez, al Obispo emérito Don Miguel Caviedes Medina; y a los sacerdotes que, dejando sus labores habituales, han querido unirse a esta acción de gracias por las bodas de plata de nuestro querido amigo y hermano en la fe P. Paolo Pietro Francesco Lastrego Farina, nacido el 02 de Junio del año 1945 en Génova, fecha en que Italia celebra su fiesta nacional.
En los años 60, posterior al terremoto, el Cardenal Raúl Silva llegó a esas tierras, en busca de ayuda para enfrentar la tremenda catástrofe que había asolado a nuestro país: templos destruidos y también, falta de vocaciones. Recorrió los seminarios dando a conocer nuestra realidad y fue entonces cuando un joven seminarista sintió el llamado a venir a colaborar en esta misión apostólica. Pablito eligió nuestro país porque aquí no había culebras venenosas… a las cuales él les tenía mucho miedo.
Hoy sólo quiero agradecer al Señor por habernos enviado un sacerdote sencillo, humilde, carismático y muy cercano a las necesidades de quienes fuimos jóvenes y hoy estamos con varios años más en nuestros cuerpos. No puedo dejar de recordar nuestro último viaje a San Bernardo a visitar a quien fuera nuestro padre espiritual, Don Orozimbo Fuenzalida; en ese encuentro vimos- junto a Sergio y Juan que nos acompañaron- el gran cariño y afecto que Don Orozimbo le tuvo siempre a quien hoy celebramos; recordó cómo Paulito acudió humildemente a verlo a la prelatura de Calama para que lo siguiera acompañando en su vocación sacerdotal. Allí, don Orozimbo le dijo que él sería traslado a la Diócesis de Los Ángeles y le pidió se viniera con él. Es así como en los primeros días de marzo del año 1970, llegó como laico a Los Ángeles. Desde aquí dio sus primeros pasos hasta llegar a ordenarse a los 24 años como sacerdote.
Lo recuerdo como asesor de la Pastoral Juvenil, acompañando en aquellos años al Movimiento Palestra, Majaps, movimiento perteneciente a la Parroquia del Perpetuo Socorro, al Cum, grupo juvenil que dirigía la Hna. Anita Hevia del Niño Jesús, acompañado por laicas Marta Robles e Irma Gómez a quienes hoy recuerdo con cariño y afecto. Nuestro lugar de encuentro era la Casa de la Juventud, ubicada en calle Lautaro, lo que hoy es el Banco Itaú. Cómo no recordar las vigilias de toda una noche para preparar los equipos de P.M., en que la oración y la reflexión para mostrar el mensaje de Jesús a los jóvenes cada noche se hacía más enriquecedor.
Con mucha alegría, recuerdo su ordenación sacerdotal; sus padrinos, amigos italianos que vivían en Santiago, fueron los parientes más cercanos que lo acompañaron ese 22 de Julio del año 1972. En este mismo templo - aún no estaba terminado- pero con una inmensa alegría fue también acompañado por los jóvenes de ayer y sus hermanos sacerdotes, muchos de los cuales hoy se encuentran gozando en la Casa de nuestro Buen Padre Dios.
Pablito, como cariñosamente le llamamos, nos acompañó en tiempos difíciles de nuestra historia nacional, la época del 70 y 1973; con su apoyo fuimos liderando los CCAA de todos los colegios de E.M. que había en aquel tiempo; junto a él formamos la Federación de Estudiantes de Bío Bío, él siempre nos apoyó, acompañó, nos iluminó para buscar el bien común para la educación en nuestra diócesis. En la vida espiritual nos acompañó en las primeras misiones que se efectuaron en el alto Bío Bío junto a Don Orozimbo y el P. Remigio Gúbaro, de feliz memoria. En esta misma época, desarrollamos misiones en Pejerrey, donde llegó en su primera Citroneta a acompañarnos para confesar a más de un centenar de niños que harían su primera comunión; y jóvenes que recibirían el sacramento de la confirmación. Cuando quiso regresar a la ciudad su vehículo no partió y debió regresar hasta la casa donde nos albergaban a los misioneros, con mucho miedo a los perros que había allí.
Podría estar horas y horas recordando muchas anécdotas que vivimos juntos, los viajes que realizábamos a Concepción acompañado de su amigo y hermano sacerdote Roberto Hojas en la búsqueda de buena literatura en la librería San Pablo… y los encuentros mensuales que teníamos para analizar alguna declaración de nuestros obispos sobre la realidad nacional. Cómo no recordar la primera declaración de nuestros pastores, Chile, un país de hermanos, en que la reflexión profunda del P. José, del P. Narváez, del P. Roberto y la claridad de los conceptos que traía a la mesa Pablito eran admirables. Recuerdo el primer plan pastoral que hicimos en la diócesis donde la oración, reflexión y profundidad suya estuvieron siempre presentes.
Con mucha sencillez y mucha humildad se fue ganando un gran espacio no solamente en nuestros corazones sino en nuestras familias; de él aprendimos su generosidad de dar hasta que duela, supo acompañar a nuestros hermanos que sufrieron en los tiempos del gobierno militar, no solamente con su palabra, con su gesto y su forma de acoger a quien estaba sufriendo, sino con ayuda material cuando fue necesario.
En unos de sus viajes a su patria para ver a sus familiares, su padre le solicitó que volviera a Italia, ya llevaba muchos años sirviendo en Chile. Nuestro hermano Pablo respondió: “mi vocación sacerdotal está en Chile, está en la diócesis de Los Ángeles”. Su padre tuvo que asumir y constatar que su hijo era feliz con la misión que el Señor le había entregado. Hoy aprovecho la oportunidad para que recemos por los padres de nuestro hermano Pablo, por su generosidad, por el cariño y estimación que le tenían a Chile y muy especialmente a nuestra querida diócesis. Tuve la oportunidad de conocerlos, y ver cómo nos agradecían por acoger a su hijo en medio de nosotros; a lo cual, recuerdo que el P. José Bogliolo respondía: “gracias a ustedes por compartir su hijo con nosotros, por haber infundido en su corazón esa generosidad, disposición y gran amor por la lectura.
Gracias, hermano Pablo, por todo lo que nos has enseñado en este tiempo; gracias por el testimonio de servicio y entrega; gracias por la sencillez y humildad; gracias por la sabiduría y por querer a nuestra diócesis y a nuestra provincia como si fuera propia. Al Señor le pido- humildemente- te siga bendiciendo con mucha salud.
Muchas gracias.
Fuente: Comunicaciones Los Ángeles
Los Ángeles, 28-07-2022