Queridos hermanos y hermanas:
Reunidos en nuestra Asamblea Plenaria, los obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, pensando y orando por ustedes y sus comunidades, les expresamos nuestra gratitud, cercanía y comunión.
Valoramos la fortaleza con la que muchos de ustedes siguen proclamando en sus ambientes que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida, que su Reino de amor y libertad, de verdad y justicia es un camino posible para humanizar nuestro modo de relacionarnos, desde la dignidad de toda persona.
Junto con animarles en este empeño, queremos agradecerles el entusiasmo con que día a día, desde su vocación y misión de ser familia, ofrecen su abnegado servicio al Señor, a través de sus parroquias, capillas, colegios, comunidades, y especialmente en la cercanía y solidaridad con nuestros hermanos sufrientes y más necesitados. No nos cansemos de hacer el bien y de entablar vínculos de fraternidad y ayuda al prójimo.
Ante una convivencia crispada por escándalos que enturbian el ambiente social y desafían a las instituciones, no perdemos la confianza que nos infunde la promesa de Jesús: “Yo estoy con ustedes todos los días” (Mt 28, 20). Son tiempos turbulentos y desafiantes para la sociedad chilena y sus líderes, especialmente políticos y empresariales, también para nosotros. Como pastores, sabemos que las faltas y actitudes contrarias al Evangelio por parte de algunos consagrados, han sido motivo de confusión, dolor e incertidumbre. Comprendemos su desazón y agradecemos la sinceridad y franqueza al dialogarlo en sus comunidades. El reconocimiento de la verdad y la corrección fraterna, desde la humildad y el respeto, siempre nos harán bien.
Con este ánimo nos disponemos a vivir con alegría nuestra fe este Año Santo de la Misericordia. Dejémonos entusiasmar por la misericordia del buen samaritano (Lc 10, 25-37), imagen de Jesús que pone a nuestra disposición la misericordia del Padre. Abramos nuestra vida a la acción transformadora del Espíritu Santo que derrama su amor. Dejémonos abrazar por el Padre misericordioso.
Renovamos hoy nuestra esperanza en el Señor, que no defrauda. Él amó a la Iglesia y se entregó por ella (Ef. 5, 25). Seamos Iglesia presente, activa, alegre, en salida misionera, como Pueblo de Dios peregrino, orante, generoso y solidario. Solo desde la humildad evangélica seremos una Iglesia “que escucha, anuncia y sirve”, una Iglesia confiable, creíble y voz profética para el Chile de hoy y mañana.
En este Domingo de oración por los cristianos perseguidos en el mundo, les invitamos a abrir el corazón a los confines de la tierra unidos a nuestro primer Congreso Misionero Nacional. En este mes dedicado a Santa María de la esperanza, madre de misericordia, seamos Iglesia que proclama con alegría su fe en la única fuente de amor y vida: ¡Ven, Señor Jesús!
Con afecto y cercanía, les bendecimos,
Sus hermanos obispos de la Conferencia Episcopal de Chile
Punta de Tralca, 15 de noviembre de 2015.
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