El arzobispo destacó en su mensaje que es "Jesucristo quien nos congrega". Destacó que El fue profundamente marcado por la realidad cultural de su propio país "Jesús amaba a su patria". Por eso recalcó que tiene Jesús "autoridad para orar por la pat
Fecha: Viernes 18 de Septiembre de 2015
Pais: Chile
Ciudad: Antofagasta
Autor: Mons. Pablo Lizama Riquelme
Hermanos todos, muy queridos:
Jesucristo ayer, hoy y siempre nos congrega en esta Iglesia Catedral de Antofagasta para celebrar el día de la Independencia Nacional, hecho acaecido hace 205 años.
Al igual que nosotros, Nuestro Señor Jesucristo fue profundamente marcado por el lugar, la cultura, la familia, la Fe de nuestra Patria.
La Encarnación de Jesús tuvo un radical impacto en su vida, en sus parábolas y enseñanzas.
Jesús, nos dice en el Evangelio de San Juan, es el Verbo de Dios, la Palabra de Dios para entrar en diálogo con el hombre.
El Verbo de Dios se hizo hombre y habitó entre nosotros.
Pero la Encarnación real y consecuente se realizó no sin dificultades.
El imperio romano había llegado hasta ese pequeño y lejano país. Y fue en Belén, en un establo que nació Jesús. Vivió en Nazaret y murió crucificado, como era la manera de ajusticiar a ladrones, asesinos y que eran parte de los pueblos dominados. A un romano no se podía matar así; para ellos era una muerte más rápida, se les cortaba la cabeza.
Jesús amaba a su patria. Sigue sus mandatos y tradiciones. Contesta las preguntas que han traspasado culturas como es “dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
Jesús visualizando los padecimientos de Jerusalén donde no quedarían piedra sobre piedra, lloró por su Patria.
Salvador del mundo, pero desde su historia y marcado por su patria.
Es por esto que Jesús tiene autoridad para congregarnos a dar gracias a Dios por nuestro Chile.
A pedir perdón por maltratar a nuestro mar, por abusar de nuestra tierra, la casa común como lo dice el Papa Francisco por dividirnos hasta la violencia verbal y física.
Los chilenos tienen derecho de exigir a su Iglesia ser una “casa de vidrio” transparente, sin influencias de poder, con posibilidad de equivocarse, de reemprender el camino de nuevo una y mil veces, pidiendo ayuda a sus hijos a fin de poder entender que hay una cultura nueva, no cambio, sino repito una nueva cultura de transparencia, de propuesta de un sentido de la vida.
Estamos pagando muy duramente esta lección pero en la barca de la Iglesia, Jesús duerme pero no abandona.
Los textos bíblicos proclamados nos invitan a cuidar nuestra relación de seres humanos, de hijos de una misma Patria.
La carta del Apóstol Pedro nos instruye para ser compasivos, fraternales, misericordiosos y humildes.
Y agrega “hacerlo todo con dulzura y respeto”; ¡cuánto nos hemos alejado de estos consejos!.
Tanta palabra dura, descalificadora y soez que ocupamos incluso en los medios de comunicación social.
La palabra mala puede matar el alma, el prestigio al que tenemos derecho.
Con el Salmo podemos rezar con sus mismas palabras “Señor sálvame de los labios mentirosos y de la lengua malvada”
¡Tanto daño que podemos hacer con una palabra, con difamar, con transmitir hechos sin tener la seguridad de lo que afirmamos.
La palabra mal usada es un proyectil letal.
La Sagrada Biblia nos enseña “más que la riqueza vale el buen nombre, más que el oro y la plata, la buena fama” (Prov. 22.1).
Y Jesús sigue siendo nuestro maestro y su palabra en el Evangelio siguen con la misma fuerza en la Iglesia que nos transmite su enseñanza.
Sólo recalco lo proclamado.
No juzguen para que Dios no los Juzgue. Seremos juzgados de la misma manera… advierte la viga que hay en tu ojo.
Jesús el Señor es en todo, nuestro Maestro, nos invita a ser más objetivos, a ser prójimo misericordioso.
Queremos orar por Chile. Queremos dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado como país pero por sobre todo queremos agradecer los valores que hemos recibidos como chilenos, como ser solidarios, ser un pueblo acogedor, valiente para enfrentar las dificultades especialmente las situaciones dolorosas que nos toca sufrir en terremotos, aluviones y sequias. Allí nos han dejado ejemplo los jóvenes, siempre generosos.
Queremos agradecer a Dios las instituciones de nuestra Patria que merecen todo nuestro aprecio y respeto de parte de cada ciudadano.
Tenemos que cuidar a Chile en sus personas, en la Ecología humana. Respetar la vida de cada ciudadano desde que es concebida hasta su muerte natural.
La gran institución que le da soporte a la sociedad es la familia… La Sagrada Familia a la que hay que apoyar con una vivienda digna, con trabajos honorables en el pago y en el ambiente donde se labora.
Las personas que forman las instituciones más significativas de la República deben contar con nuestro respeto y leal crítica en las situaciones más complejas.
En unos momentos más vamos a orar por nuestra Patria, por sus autoridades, por sus ciudadanos, por sus instituciones, por nuestras Fuerzas Armadas y de Orden, por los que sufren y se sienten desamparados.
Nuestra oración es preludio de días mejores, más respetuosos de unos de otros.
Esta Iglesia con todas sus imperfecciones, y lo hemos demostrado hasta la saciedad seguirá trayendo la figura de Jesús para hacer de esta Patria Nuestra “un país de hermanos en que cada uno tenga pan, respeto y alegría”, como lo dice una oración a la Virgen del Carmen, tan querida por el pueblo sencillo de nuestro Chile.
TE DEUM. A ti Dios Padre misericordioso te damos gracias y te pedimos, te rogamos de corazón que nuestra palabra y después nuestra obra sean de paz, de servicio, de respeto, de verdad y fuerza liberadora.
Que los grandes padres de la Patria que la formaron en sus inicios, nos miren contentos al constatar que nosotros también hemos contribuido a ser de Chile un país de encuentro y no de enfrentamiento.
Que Dios bendiga a Chile, y nosotros – me refiero a la Iglesia Católica – seguiremos haciendo realidad estos deseos de ser una Iglesia que escucha, sirve y anuncia.
Los invito a este proyecto que ya se está realizando.
Queremos en Chile escuchar, oír, de una manera inclusiva superando el aislamiento no solo como sociedad, sino como familia que busca en esta larga faja de tierra y siente que como persona tiene mucho que decir. Escuchar a tantos que viven mal en su sociedad.
Una palabra amable, con empatía, nos hace mucho bien.
Una Iglesia que sirve hoy con ganas, con esperanzas de un mundo mejor:
Pero no queremos quedarnos inmóviles como la mujer le LOT, sino, que esta comunidad, mirando el futuro con mucha esperanza y una Iglesia que anuncia a Jesucristo, quién murió por nosotros, trabajemos sin descanso para multiplicar los talentos que nos dio Dios. La hermosa tarea de anunciar a Jesucristo, como parte del bagaje de todo chileno tiene un espacio, un lugar para que cada uno de nosotros sigamos con Fe nuestro Te Deum, tan tradicional y a la vez siempre nuevo rogando a Jesús Buen Pastor y su Santa Madre que hagan suyos estas esperanzas.
Virgen del Carmen…
Virgen del Norte y del Sur del mar y de la Cordillera
Ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra
muerte…
Amén.
+ Pablo Lizama Riquelme
Arzobispo de Antofagasta