Lecturas:
1 Re 18,1-2. 41-46
Sal 129
Gal 4,4-7
Jn 19,25-27
1. Chile celebra hoy la fiesta solemne de su Madre y Reina, la Santísima Virgen del Carmen, Patrona también de las Fuerzas Armadas y de Orden. Es también la fiesta patronal de nuestra Arquidiócesis, puesta bajo la protección de la Virgen del Carmen. Debemos agradecer a los legisladores y poder Ejecutivo que en ley promulgada el 27 de diciembre de 2006, decretaron feriado nacional, el 16 de julio de cada año, como un reconocimiento al arraigo popular de esta devoción mariana, que congrega miles de fieles que peregrinan al Santuario de La Tirana, en Iquique, pero también a Maipú, y celebran a su Madre celestial en las Catedrales, parroquias, santuarios y capillas en todas las diócesis de Chile. Sabemos que los Obispos de Chile en 1916 pidieron a la Santa Sede la designación canónica de Nuestra Señora del Carmen como Patrona de la República y en 1923 el Papa Pío XI la declaró “Patrona de Chile”. Tres años después, el 19 de diciembre de 1926, se realizó la coronación de la imagen de la Virgen del Carmen, que se veneraba en la Basílica del Salvador, y hoy en el Sagrario junto a la Catedral de Santiago. En aquella ocasión, ante un marco impresionante de miles de fieles que repletaron el entonces llamado Parque Cousiño (hoy O’Higgins), el Legado Pontificio, Mons. Benedicto Aloisi Masella, coronó –como por manos del Papa- la imagen de la Virgen y del Niño, con el Escapulario del Carmen. Varias décadas después, el año 1987, en su histórica visita a Chile, san Juan Pablo II coronó la imagen de la Virgen del Carmen que se venera en el Templo Votivo de Maipú, pidiendo en su oración que “bajo tu protección maternal, Chile sea una familia unida en el hogar común, una patria reconciliada, en el perdón y en el olvido de las injurias, en la paz y el amor de Cristo”.
2. La devoción a la Virgen del Carmen, traída a Chile por los religiosos agustinos, venidos de España en 1595, ha acompañado la historia patria, en sus gozos y, sobre todo, en calamidades naturales y tensiones sociales. Especialmente se pidió su maternal intercesión en la lucha por la Independencia Nacional y en la Guerra del Pacífico y los padres y héroes de la Patria, como don Bernardo O´Higgins, y don Arturo Prat, dieron público testimonio de su confianza en la intercesión de la Virgen del Carmen. Sabemos que el héroe de Iquique murió con el escapulario sobre su pecho. Hoy, se impondrá el escapulario, pequeño hábito carmelitano, a soldados de las tres ramas de las FFAA y a alumnos de Carabineros como una señal de protección de la Virgen del Carmen pero también de un compromiso de ellos de llevar una vida acorde a las enseñanzas de Cristo y a propagar la devoción a la Patrona de Chile y de sus institutos armados y de orden. Con motivo del Bicentenario de Chile (2010), el papa emérito Benedicto XVI donó a nuestra Patria una hermosa imagen de la Virgen del Carmen con el Niño, tallado por artesanos de Ecuador. Tiene detrás la cruz de Chile, con los colores del emblema patrio, y a sus pies está el Evangelio de Chile escrito por 9000 personas, en homenaje a la Palabra de Cristo cuyas enseñanzas han cimentado los grandes valores que forjaron nuestra vida republicana. Quisiéramos que estos valores como el respeto a la dignidad de toda vida humana-aún débil y vulnerable-, la importancia de la familia, fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer, y el amor al prójimo necesitado, sigan siendo el cimiento de nuestra sociedad. De nosotros depende y de los representantes del pueblo. Con motivo del terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010, la imagen del Carmen del Bicentenario recorrió los principales lugares afectados por el sismo, comenzando por la isla Juan Fernández, y luego todo el país. Hoy dicha imagen tiene su sede en Talcahuano, en una parroquia reconstruida tras el terremoto. Hace poco (desde 24 de mayo al 14 de junio) estuvo entre nosotros, primero en el Monasterio de las Hnas. Carmelitas, luego, en la parroquia de Puerto Varas y, finalmente, en esta Iglesia Catedral. Se la veneró y se le rezó como Reina y Madre de la vida y de la familia, en momentos en que se discute en el Parlamento un proyecto de despenalización del aborto en tres casos específicos, que harían legal la posibilidad de acabar con la vida de seres inocentes, por un pretendido derecho de la madre sobre su propio cuerpo y poder decidir la interrupción del embarazo en algunas situaciones difíciles. La postura de la Iglesia es que siempre habrá que intentar salvar ambas vidas, la de la madre en dificultad, acompañándola espiritual, psicológica y materialmente, y la de la creatura concebida, el más indefenso y necesitado de los seres humanos, que requiere todos los cuidados para vivir. La eventual muerte del hijo por una intervención necesaria para salvar a la madre no puede ser considerada un “aborto terapéutico” (expresión contradictora) sino un efecto secundario no deseado, que cada vez se da menos y que no es penado. Con razón, los obispos de Chile en su reciente Mensaje sobre “El derecho humano a la vida, a una vida digna para toda persona” (25 de marzo de 2015), piden a Nuestra Señora del Carmen que implore para todos nosotros –especialmente para los parlamentarios, más si son católicos- “la luz y la sabiduría del Espíritu Santo, como lo hizo a favor de los Apóstoles y de la naciente Iglesia en el Cenáculo” (n. 19). Es insoslayable –sostienen los obispos- que “un apoyo a este proyecto sobre despenalización del aborto derivará en graves consecuencias morales que afectarán el futuro de la Patria” (n.18).
3. La primera lectura bíblica nos presentaba al profeta Elías, enviado por Dios, en medio de una gran sequía, a comunicar al rey de Israel, Ajab, el término de ese castigo divino. Elías sube a la cumbre del monte Carmelo y después de orar, postrado en tierra siete veces, sube del mar una nubecita que da origen a una gran lluvia. La tradición ha visto en Elías subiendo al monte Carmelo una imagen de Cristo orando en el monte de los Olivos. Elías pedía la lluvia, Cristo pide la gracia divina para los corazones humanos. La nubecilla es una figura de la Virgen María quien con su sí incondicional nos trajo a Jesús, el agua viva de la misericordia de Dios que quita toda nuestra sed. Lo que dijo Elías a su criado: “Sube y mira al mar siete veces”, designaba la gracia septiforme del Espíritu Santo que había de ser dada la Iglesia”, comenta san Agustín. Así, esta fiesta de hoy es un llamado a la oración en toda circunstancia y especialmente en dificultades personales, familiares o sociales. Por eso, el salmo 129 nos invitaba a confiar en la misericordia de Dios: “Mi alma espera en el Señor, más que el centinela la aurora”, “El redimirá a su pueblo de todos sus pecados”.
4. En la segunda lectura, san Pablo nos enseña que Dios envió a su Hijo, nacido de mujer (de María Virgen, gracias a su fe) para redimirnos de toda esclavitud y hacernos hijos adoptivos de Dios. La prueba de que somos hijos es que Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama dentro de nosotros: “Abbá, es decir Padre”. Por eso, podemos rezar con cariño y confianza de hijos el Padrenuestro. “Así que ya no eres más esclavo, sino hijo, y por tanto, heredero por la gracia de Dios”. ¡Qué gran noticia la de la libertad cristiana que Cristo nos ha conseguido! En un mundo esclavizado por el afán de dinero, de poder, de placer, en que vivimos sujetos al temor unos de otros y en que la tecnología domina con frecuencia al hombre, deshumanizándolo, o es utilizada por la ciencia con prescindencia de los valores morales, el mensaje del Señor nos llama a vivir como hijos libres de Dios siendo fraternos con nuestros hermanos y cuidando nuestra casa común, la tierra, como nos ha pedido el Papa Francisco en su última Encíclica.
5. Hemos estado viviendo últimamente en el país una crisis de confianza y credibilidad en las instituciones y sus representantes –a causa de malas prácticas o de incoherencia ética- y la convivencia ciudadana se ha deteriorado: se sospecha de toda autoridad, se hacen valer los derechos sin sus correspondientes deberes, falta la paciencia, hay agresividad por las desigualdades sociales y se mira más fácilmente la mota en el ojo ajeno que la viga en el propio, según palabras de Jesús (cf. Mt 7,3-5). Por otra parte, las reformas estructurales que están en proceso han creado incertidumbre cuando no temor, a lo que se suma una desaceleración económica que cuestiona la estabilidad y el crecimiento que el país llevaba. Frente a eso se requiere un espíritu magnánimo, de buscar acuerdos en vista del bien común, por encima de los intereses de grupo o partidos, poniendo en práctica las virtudes de la templanza para moderar el apego a los bienes de este mundo y al poder; de la justicia para respetar los derechos del prójimo y darle lo que le corresponde, y de la solidaridad para ponernos en lugar del otro y ayudar efectivamente al desarrollo integral de todo hombre y de todos los hombres (cf. Cat. Igl., Cat., 2407). La primera escuela para aprender y practicar las virtudes humanas, sociales, religiosas y morales es la familia, íntima comunidad de vida y amor fundada sobre el matrimonio de un hombre y una mujer con el fin de ayudarse en la vida común, procrear y educar a los hijos. Una educación de calidad es aquella que ayuda al hogar a formar honestos ciudadanos y buenos servidores.
6. El evangelio que hemos escuchado nos presenta la culminación de la vida y obra de Jesús, agonizante en la cruz, acompañado por su Madre y por el discípulo amado Juan. En Jesús vemos al Dios Redentor y al nuevo Adán, el Hombre obediente a los designios del Padre que lleva su misión hasta el final. “Habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo” (Jn 13,1). En María contemplamos la nueva Eva, la Mujer nueva, símbolo de la Iglesia, que se asocia con su sufrimiento a la redención de Cristo, y que es constituida por Jesús, como madre de todos los creyentes: “Ahí tienes a tu hijo”. Juan, por su parte, a quien Jesús le dice: “Ahí tienes a tu Madre”, representa a todos los creyentes que acogiendo a María como suya, la introducen en todo el espacio de su vida interior, en su “yo” humano y cristiano (Juan Pablo II, R.M., 45).
Así, el testamento de Cristo en la cruz es su Madre, dejada como madre de la Iglesia y de la humanidad. Al celebrar hoy a la Virgen del Carmen, Madre de Chile y de la Iglesia, le rogamos por nuestra Patria para que podamos construir un país de hermanos, donde nos respetemos y podamos edificar una mejor convivencia familiar y social sobre los valores, virtudes e ideales heredados de nuestros padres y madres en la Patria y en la fe (cf. Mensaje del C.P. de la CECh, “Convivencia en Chile”, 5 de mayo de 2015). Así lo pediremos en la Oración de los fieles, con la tradicional oración de mons. Ramón Angel Jara.
Rogamos también –con la intención de oración de este mes- “para que todas las celebraciones de la Virgen del Carmen, Patrona de Chile, nos lleven a un encuentro más pleno con su Hijo Jesucristo”. Amén
+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt