Al publicarse mi nombramiento por parte del Santo Padre como nuevo Obispo Castrense de Chile y habiendo recibido el beneplácito de S.E., la Presidenta de la República, Señora Michelle Bachelet, envío un saludo afectuoso a los miembros del Ejército, de la Armada, de la Fuerza Área y de Carabineros de Chile, y a todas sus familias.
Vaya mi saludo respetuoso a los señores comandantes en jefe del Ejército, General Humberto Oviedo Arriagada; de la Armada, Almirante Enrique Larrañaga Martin; de la Fuerza Aérea, General Jorge Robles Mella, y al General Director de Carabineros Gustavo González Jure. Al integrarme como Obispo a esta gran familia de las Fuerzas Armadas y Carabineros, le pido al Señor sabiduría y fortaleza para realizar mi contribución desde la perspectiva que Él y su Reino nos ofrecen, y crecer en comunión y en humanidad para unas Fuerzas Armadas y Carabineros al servicio de la patria.
Saludo a los sacerdotes capellanes, mis hermanos en la fe y en el servicio de cuidar y asistir espiritualmente a los hombres y mujeres que constituyen la gran familia de los Militares y Carabineros de nuestro país (cfr. Spirituali militum curae, 21 de Abril 1986). Como presbiterio castrense en comunión con su Obispo estamos llamados a ser discípulos misioneros de Cristo resucitado en medio de los hermanos que la Iglesia nos confía. Somos nosotros quienes primero tenemos que experimentar que el Señor aprecia por sobre todo a quienes lo respetan y esperan en su amor (Sal 147,10-11). Como discípulos misioneros y por el ejercicio de nuestro ministerio sacerdotal, se nos pide edificar la Iglesia como icono de la Trinidad y sacramento de salvación hasta que todos alcancen el «estado de hombre perfecto, según la medida de la madurez de Cristo en su plenitud» (Ef 4,11-13). Que el Rostro del Resucitado se haga visible por nuestro testimonio, por la Palabra anunciada, por la celebración de la Eucaristía, la atención de las comunidades y la preocupación por pobres y desposeídos. Ustedes, mis hermanos del presbiterio castrense, cuentan con mi agradecido reconocimiento por la labor que realizan y con mi respaldo y preocupación fraterna. De ustedes espero lealtad, confianza y trabajo en comunión.
Vaya mi afectuoso saludo a nuestros diáconos, a nuestros seminaristas y a todos los laicos, hombres y mujeres, que con generosidad anuncian el Evangelio en las Fuerzas Armadas y Carabineros. Les agradezco el testimonio de su fe, su alegría y su oferta de significados nuevos y trascendentes por haber hecho de Jesucristo el centro de su historia y de su familia.
Muchos son los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y Carabineros que cumplen sus funciones en destinaciones lejanas y difíciles, lejos de sus hogares por razones de servicio. A ellos vaya mi reconocimiento y mi sincero saludo. Ellos nos recuerdan la invitación del Papa Francisco a ocuparnos de “las periferias”, haciéndolas más humanas y más cristianas, auténticos lugares de realización personal y de servicio eficiente a la comunidad (cfr. Evangelii gaudium, nº 20).
Saludo a todos los hombres y mujeres de las Fuerzas Armadas y Carabineros que, sin pertenecer a la Iglesia Católica, comparten con nosotros la misma fe en Jesucristo, principio y fin de la creación y la historia (Ap 21,1-7). Un mismo llamado de Dios hemos recibido a respetarnos y amarnos unos a otros, pues de Él hemos nacido, para conocerlo y vivir en Él (1 Jn 4,7).
Agradezco de corazón a los señores sacerdotes y obispos que me han precedido en la conducción del Obispado Castrense. Anhelo que mi labor, como la de ellos, se inscriba en aquella tradición de entrega y creatividad pastoral por anunciar, «por medio de las Sagradas Escrituras», que Jesús es «el Mesías», «el Jefe y Salvador» que da a todos «la conversión y el perdón de los pecados» (Hch 5,31; 18,24-28).
Vaya, por último, un particular saludo a Mons. Gonzalo Duarte, obispo de Valparaíso, a su clero y a sus seminaristas, a religiosos y religiosas y a todos los cristianos que durante mi vida sacerdotal y episcopal he procurado servir. Que el Señor los bendiga por permitirme ser un hermano en la fe entre ustedes y ayudarme a ejercer el ministerio que el Señor me confió.
Como acostumbra a pedir el papa Francisco, también yo quiero rogarles con insistencia que oren por mí y mi servicio como Obispo Castrense, servicio que pongo –hoy más que nunca– al cuidado de la Santísima Virgen del Carmen, madre y reina de Chile y patrona y generala de las Fuerzas Armadas y Carabineros.
+ Santiago Silva Retamales
Obispo electo Castrense de Chile
Valparaíso, 07 de Julio de 2015