Hoy es un día bello para la Iglesia en Chile. Celebramos el día del catequista. En la Iglesia todos tienen un lugar y están llamados a servir. Pensemos en la hermosa imagen de la Iglesia como cuerpo (leer 1 Cor 12, 12 ss). Entre los servidores privilegiados de la Iglesia están los catequistas. A través de Ustedes, nuestras parroquias, comunidades, colegios, pueden cumplir con la misión de anunciar el Evangelio en nuestros barrios.
Permítanme compartir con Ustedes algunas reflexiones a partir de Jesús. Así podrán apreciar más la hermosa misión que tienen en la Iglesia.
Jesús, llamado
rabbí, es decir, maestro, enseñó durante su vida terrena con una autoridad inigualable. Él enseñó con su palabra, mediante discursos y parábolas. Pero también enseñó con su original modo de acoger, de comprender y de valorizar a las mujeres, a los niños, a los pobres, a los leprosos, a los pecadores, a los extranjeros. Signos significativos de su autoridad fueron también sus obras milagrosas.
Jesús se comunicó también con sus silencios y sus miradas. Educó a sus discípulos con la llamada al seguimiento, con su predicación, su oración, su vida cotidiana, con sus alegrías y también con su dolor. La institución de la Eucaristía y su pascua fueron el cumplimiento de aquella extraordinaria pedagogía de la fe. A esto estamos llamados: a transmitir y ser testigos de la vida de Cristo:
“si uno me ama, guardará mis palabras y mi Padre lo amará y nosotros vendremos a él y haremos morada en él” (Jn 14, 23).
Fue después de Pentecostés, que los apóstoles hicieron
resonar (de aquí el término catequesis, del griego
katachéo: hago resonar, enseño a viva voz), con eficacia y dedicación el anuncio de Jesucristo resucitado. La catequesis de los apóstoles es vivida y entendida como maduración y comunicación de la fe a través del anuncio de Jesús resucitado (
kerigma), de la oración y la acción sacramental de la Iglesia (
liturgia, eucaristía), del servicio a los necesitados (
diaconía), de la comunión con Dios y con los hermanos (iglesia), y del testimonio supremo de la entrega de la propia vida (
martirio).
En este saludo, junto a nuestro Asesor Diocesano de Catequesis, deseamos agradecerles su cercanía y su colaboración leal y sacrificada. Pienso en la catequesis bautismal, de preparación a la primera comunión, de confirmación y de preparación a los futuros esposos. ¡Cuántas alegrías han procurado! Dios Padre les recompensará con creces.
Este año hemos iniciado el Jubileo de los 25 años de nuestra diócesis. Queremos destacar dos grandes desafíos: el Año de la Vida Consagrada y el Año de la Familia. El lema escogido es
“Catequistas, anunciadores del evangelio en las familias”.
¡Feliz día queridos y queridas catequistas! Los encomendamos a la Virgen Santísima y a su esposo San José.
+Cristián Contreras Villarroel
Obispo de Melipilla
Pbro. Manuel Figueroa Gálvez
Asesor Diocesano de Catequesis