1. Al igual que años anteriores nos hemos reunido en la Catedral de Concepción para celebrar el 18 de Septiembre con una acción de gracias, un Te Deum. Lo hacemos con gran solemnidad porque la Independencia que gozamos la amerita. La misma solemnidad nos obliga a trazar nuestro futuro y a ser responsable de él. La misma solemnidad que produce estar todos juntos en la Casa de Dios.
2. Al contemplar los más de 200 años transcurridos, bien podemos decir junto al poeta Amado Nervo “Veo al final de mi rudo camino, que fui el arquitecto de mi propio destino”.
3. Lo primero que me surge como chileno y Arzobispo en este día tan hermoso es una mirada agradecida de todo cuanto Dios nos ha regalado. Si, gracias por toda la hermosa naturaleza y recursos naturales de los que nos ha dotado, pero sobre todo gracias por cada uno de los habitantes de esta tierra.
Gracias por esos cientos de miles de padres y madres que se levantan cada mañana a trabajar de manera anónima y abnegada para darlesun mejor porvenir a sus hijos. Gracias a los obreros y obreras de nuestro país que de manera silenciosa y eficaz construyen la patria.
Gracias a los servidores públicos, que no exentos de dificultades e incomprensiones, le dan continuidad al Estado en aras de servir a la ciudadanía y promover el bien común, la búsqueda sincera de la verdad y el querer a que se alcance en las personas y la sociedad todo lo que es bueno, justo y recto.
Gracias al empresario, desde el más pequeño hasta el más grande, que genera empleo, produce bienes y servicios para la población y contribuye así al desarrollo del país.
Gracias a las Fuerzas Armadas, que protegen nuestras fronteras y a las Fuerzas de Orden y Seguridad que están vigilantes para que los habitantes a lo largo y ancho del país puedan vivir tranquilos y dormir serenos.
Gracias a los profesores, si, gracias, a estos abnegados profesionales en todos los estamentos de la educación, que van armando la trama arquitectónica de la cultura y del futuro de Chile.
Gracias a los sacerdotes, diáconos y religiosas que promueven el Evangelio y trabajan incansablemente, con amor y dedicación, en favor del pobre y del necesitado.
Gracias a los médicos,a los profesionales y trabajadores de la salud que con sacrificio y desvelo cuidan al enfermo, a pesar de tantas dificultades. Gratitud especial tenemos por aquellos que le dedican lo mejor de si a atender en los consultorios públicos.
Gracias a los gendarmes que con tanto empeño buscan reinsertar a quienes han delinquido a su vida familiar, laboral y social.
Gracias alos jóvenes, que padeciendo muchas penurias económicasy algunos, mucha soledad, se esfuerzan por sacar adelante su carrera en vistas de un futuro mejor. Gracias a los más de 300 jóvenes de Concepción que se sumaron a los 3 millones de jóvenes de todo el mundo que se encontraron con el Papa Francisco y nos llenaron de esperanza, de fe y de ganas de seguir trabajando junto a ellos por un mundo mejor.
Gracias a los ancianos de nuestro país que han contribuido grandemente en la construcción del país que tenemos hoy y que no siempre son adecuadamente reconocidos. Muchos de ellos están solos y abandonados con pensiones muy por debajo de lo que necesitan para vivir dignamente.
Tenemos tantos motivos para dar gracias todos los días, en todo lugar, y en todo momento. Esta mirada agradecida de la vida nos permite, incluso en medio de la oscuridad, descubrir quesiempre hay un rayo a través de luz de losojos de Jesús que nos permite iluminar el camino con amor y sabiduría.
Gracias a los profesionales de la prensa que de manera abnegada nos mantienen informados de lo que acontece día a día en la región, en Chile y en el mundo.
Gracias a todos quienes trabajan en los tribunales poniendo al servicio de los ciudadanos el derecho a obtener justicia en sus causas.
Gracias a los pueblos originarios, que con sus tradiciones y cultura enriquecen al país y nos recuerdan el amor a la tierra, a la familia y el respeto a los ancianos, que la cultura occidental fundamentada en la competencia y el lucro los tiene cada vez más abandonados.
Gracias al inmenso esfuerzo que está realizando el Estado para dejar atrás los efectos del terremoto que tanto daño nos hizo, y por dotarnos de una mejor infraestructura vial que permite mejorar la vida de los habitantes de la región y, además, generar fuentes de trabajo.
Tanta belleza, tantas situaciones que nos conmueven día a día, que no se dan a conocer, pero que las podemos descubrir con los ojos de la fe que nos regala Jesús y nos van generando un corazón agradecido por esta patria maravillosa donde habitan casi 17 millones de chilenos.
Bienaventurados todos ellos, nos diría el Señor, porque con su trabajo diario han ido tejiendo y están tejiendo un Chile mejor, una región mejor, más bella y próspera, más justa y pacífica. Bienaventurados todos ellos porque serán llamados hijos de Dios.
4. Hoy también, movido por la solemnidad de la ocasión, y recogiendo su larga tradición, la Iglesia Católica, en este día de acción de gracias, se compromete nuevamente y públicamente a cumplir su tarea de anunciar el Evangelio que nos trae Jesús, el Señor, de promoverincansablemente la paz y de ayudar al débil y al necesitado. La Iglesia Católica al contemplar a su maestro siempre aspira a que su horizonte desde donde comprende el mundo sea el pobre, el humillado, el que no tiene voz.
Este es el mandato divino que estamos llamados a cumplir. Los ojos de Jesús, presente en la Eucaristía, nos llevan a mirar con un sano realismo el presente. Esta Iglesia, concreta y real, con dicha mirada, y siempre animada por la esperanza de un cielo nuevo y una tierra nueva, pretende compartir su experiencia con todo aquel que la quiera escuchar. Creyente y no creyente o creyente de otras religiones.
Lo hace apartándose del pesimismo estéril, que sólo critica y no propone, y apartándosetambién del optimismo ingenuo que cree que todo está muy bien.
El realismo nos obliga a mirar aquello que pone en peligro o atenta en contra de la dignidad de la persona humana y su camino a la felicidad plena y, sobre todo proponer caminos para salir de ellas. Es por ello que quisiera detenerme brevemente en algunos aspectos que debiésemos mirar como sociedad y región con mucha atención, especialmente quienes tenemos responsabilidades sociales en virtud del mandato que se nos ha otorgado en los diferentes ámbitos de la sociedad.
5. Mi primera gran preocupación son los jóvenes. El país ha crecido mucho económicamente, pero muchos jóvenes están solos, se sienten solos, sus manifestaciones de rabia que vemos día a día en muchos de ellos no es más que el efecto del abandono en que se encuentran. Hay un grupo importante de ellos que no ven horizonte de futuro en sus días y no se sienten parte de la sociedad. En Chile más de 800 mil jóvenes no estudian ni trabajan. En la región son más de 120 mil. ¿Podemos quedar indiferentes frente a ello?Ciertamente no.
Muchos dejan la universidad por falta de recursos económicos, por falta de apoyo. Es alta la deserción de los universitarios, demasiado alta, especialmente en las universidades públicas que suelen recibir a los más pobres. Muchos pasan hambre. Si, en nuestra región, eminentemente universitaria muchos jóvenes universitarios pasan hambre y viven en condiciones muy duras. ¿Podemos quedar indiferentes frente a ello?
Cómo quisiera una ayuda más efectiva de parte de los intelectuales de la región, de los empresarios, de los profesionales, de la sociedad toda, para que cada estudiante universitario tenga la tranquilidad suficiente para estudiar. El estudio de estos jóvenes es el futuro de la región y de Chile. Chile y la región será lo que son los jóvenes hoy. Lo digo responsablemente y con conocimiento de causa, se están frustrando futuros premios Nobel de ciencia, de literatura, de economía, de la paz. Se están frustrando por falta de oportunidades futuros presidentes de la República, futuros grandes líderes políticos y sociales.En medio de nuestros estudiantes locales podría estar el futuro Papa. Les pido con humildad y firmeza, no los abandonemos, lo vuelvo a repetir, no los abandonemos. Todo lo que hagamos por los jóvenes vale la pena.
Los recursos que otorga el Estado son insuficientes para cubrir sus estudios y ya no pueden esperar. Eso es una responsabilidad de todos. Hacer de esta hermosa región una gran sede universitaria, de innovación, de investigación de alto nivel, de creación artística, de generación de nuevos conocimientos, es tarea de todos, y pasa por una preocupación más activa de toda la comunidad penquista. Las condiciones están dadas porque los talentos están.
Si a ello le sumamos el desamparo en el que se encuentran muchos jóvenes en virtud de la fragilidad de los vínculos familiares, el mejor servicio que podríamos hacer es generar en todos los niveles de la sociedad instancias para promover y ayudar a las familias, a todas, para que los vínculos familiares y matrimoniales se afiancen y se consoliden. Allí hay gran fuente de alegría y de felicidad que los jóvenes valoran. Razón tenía el gran filósofo Inglés Chesterton cuando afirmaba: "El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”. El gobierno futuro y los legisladores tienen en esta materia una gran responsabilidad.
6. También me preocupa el empobrecimiento del valor del trabajo y los despidos masivos en muchas empresas. El trabajo es sagrado porque lo hace una persona, allí radica su riqueza y su dignidad, y no una mercancía que se transa en el mercado, ni un mero hacer en el engranaje de la producción. Hemos de colaborar activamente para generar más y mejores trabajos, y como lo recordara Juan Pablo II el Estado es mucho lo que puede hacer porque, usando sus palabras, es un empresario indirecto. Duele el alma ver cómo se cierran industrias y los sueños de tantos. Duele el alma ver como son tratados los pequeños empresarios que quedan lanzados a su propia suerte y en la más absoluta indefensión frente a los grandes. Esa es una herida que aún supura en muchos.
7. Volver a recuperar la dignidad del trabajo y del trabajador es una urgencia primaria del siglo XXI si queremos paz social, porque la paz es fruto de la justicia. Invito, con insistencia, a los empresarios de la región a ser cada vez más audaces en esta materia y hagan de la región un gran polo de desarrollo pesquero, agropecuario, tecnológico y de servicios, convirtiendo sus empresas en una comunidad de personas, respetuosas de quienes allí trabajan y del ambiente. Ello es posible porque Dios ha dotado esta zona de talentos extraordinarios y de una naturaleza que conmueve e impacta. Llegó la hora de los empresarios que miran el futuro de la región y de sus habitantes antes que cualquier otra consideración.
8. No puedo dejar de mencionar con tristeza y angustia, lo vivido el 11 de septiembre, la violencia se apoderó de las calles. Sin embargo, no podemos no recordar con tristeza y espanto tanta muerte, tanta injusticia y tanta angustia. El nunca más será efectivo y auténtico si todos y cada uno de nosotros nos empeñamos en promover una sociedad donde el diálogo prime por sobre la violencia, los aspectos éticos primen por sobre los técnicos, los valores espirituales primen por sobre los materiales y la dignidad de la persona prime por sobre la ideología de cada cual. El nunca más, también lleva de la mano el esfuerzo por conocer el paradero de los detenidos desaparecidos. Quienes perdieron a sus familiares en tan tristes circunstancias tienen derecho a darles cristiana sepultura. Hemos de mirar con mucho respeto y admiración a quienes aún, después de 40 años añoran y claman por despedirlos como se lo merecen. Desde la verdad se dará paso a la justicia y a la reparación y desde allí vendrá el perdón y la reconciliación que tanto anhelamos todos y que miramos con nostalgia aún después de 40 años.
9. Por último, no puedo dejar de dirigirme a quienes postulan a cargos de tan alta responsabilidad en los estamentos ejecutivos y legislativos del país, así como quienes quieren participar por la vía de la elección popular del próximo gobierno regional.
Quisiera recordarles con humildad y con firmeza que las acciones generan cultura y esa cultura se instala en el corazón y la mente de los ciudadanos, especialmente de los jóvenes.
En estos meses tendrán la oportunidad de generar la cultura del diálogo con altura de mira, la cultura del respeto irrestricto por el que piensa distinto, la cultura de reconocer cualidades humanas en el adversario político. La cultura de la propuesta de ideas, la cultura de la mirada país por sobre la mirada del partido. La cultura que postula que la sociedad no se divide entre los buenos y los malos.
Les pido, que la pasión que legítimamente genera una campaña electoral no empañe la paz, no empañe el lenguaje, no empañe la democracia y la sana convivencia. Les pido que conviertan estas elecciones en una gran fiesta de la democracia, del valor del ser humano, de la capacidad de reconocer lo bueno que hay en el otro y la hidalguía para reconocer la derrota y la humildad para enfrentar el triunfo.
Eso es lo que hoy Chile necesita. Ese es el legado que nos quisieron dejar quienes entregaron su vida por la patria y ese es el legado del Evangelio que nos recuerda que Dios es amor, es paz y que si El no construye la casa en vano de cansan los albañiles.
+ Fernando Chomali Garib
Arzobispo de Concepción