Saludo en los 50 años de la Carta Pastoral \"La Iglesia y el problema del Campesinado Chileno\" (1962)
Fecha: Domingo 02 de Diciembre de 2012
Referencia: E.80 / 2012
Pais: Chile
Ciudad: Santiago
Autor: Mons. Horacio Valenzuela Abarca
Queridos hermanos en el Señor:
1. Estamos cada día más conscientes del rápido surgimiento y desarrollo de una nueva ruralidad que impacta fuertemente la vida, el trabajo y la familia de los hombres y mujeres del campo. Esta nueva realidad, como todos los procesos humanos, está definida por cambios positivos, cambios negativos y preguntas por responder.
2. Parece urgente, en esta hora de cambios, tomar renovada conciencia de la extensión, la amplitud, la gravedad y profundidad de las transformaciones que afectan al mundo rural.
3. Hoy necesitamos buscar y ofrecer una respuesta pastoral, que nos ayude a recoger y a renovar el acompañamiento y servicio que la Iglesia ha prestado en el mundo rural. Es urgente renovar esa respuesta en las actuales circunstancias de transformaciones profundas, de modo que el Evangelio pueda hacerse presente con su fuerza transformadora y humanizante en las personas, en las familias y en las comunidades rurales. Somos llamados a mirar desde el Evangelio la nueva realidad que se instala y que toca todas las dimensiones de la vida en el campo, para ayudar a discernir el trigo de la cizaña que crecen juntos. Están en juego dimensiones muy importantes para el camino de la justicia, para la vida de la Iglesia y para la identidad de la patria.
4. Desde hace cincuenta años, con la Carta de los obispos
“La Iglesia y el problema del campesinado chileno” (1962), en el clima de conversión y renovación del Concilio Vaticano II, se profundizó en la reflexión de la Iglesia la preocupación por las condiciones en que vivían especialmente los campesinos y trabajadores de la tierra.
5. A la luz y bajo el impulso del Espíritu Santo maduró, en ese Concilio, la convicción de que el ser humano está en el centro de la preocupación de la Iglesia; que el mismo Espíritu actúa en el mundo y que la historia humana ofrece señales para orientar su misión evangelizadora.
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El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de toda clase de afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo, y nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (GS 1).
6. Desde el acontecimiento conciliar y bajo su inspiración, los pastores de la Iglesia en Chile fueron acompañando y animando los grandes procesos de transformación del mundo rural. Ayer como hoy, el mundo campesino y rural, disperso y débil en su organización, parece impotente para proponer y conseguir condiciones de respeto y el derecho a existir en nuestra sociedad.
7. Siguiendo la noble tradición eclesial de servicio a los más desprotegidos, nos apremia, también hoy, la necesidad de iluminar con el Evangelio y acompañar pastoralmente a los hombres y mujeres que viven en relación más directa con la tierra, para que en Jesucristo tengan una vida digna de hijos e hijas de Dios. Hoy más que nunca estamos convencidos junto al Papa Benedicto XVI de que “el anuncio de Cristo es el primero y principal factor de desarrollo” (1).
8. A la luz de la Nueva Evangelización nos urge la necesidad de buscar caminos para una pastoral rural creativa, lúcida y valiente que acreciente la fe y ponga la fuerza del Evangelio al servicio de la dignidad, el desarrollo humano y la identidad de los hombres y mujeres que viven en el campo.
“
Las situaciones nuevas exigen respuestas nuevas que tengan en cuenta la historia del mundo rural, su cultura y sus valores. Se presentan nuevos desafíos que asumir, nuevos problemas que solucionar, así como nuevas oportunidades a desarrollar”.
(“Discípulos misioneros de Jesucristo para un tiempo nuevo”. Carta Pastoral a los hombres y mujeres del campo chileno. 2007).
9. Junto con esta invitación a recoger y retomar la tradición de estos últimos 50 años del anuncio del Evangelio en nuestro campo chileno, vaya también una palabra y nuestra oración de gratitud a Dios por todos los hombres y mujeres, consagrados y laicos, chilenos y de otros países, que durante tantos años han ofrecido lo mejor de su vida, su inteligencia y energía y han testimoniado su fe en nuestro mundo rural. Gracias a su entrega y testimonio del Reino de Dios, las abundantes semillas que sembraron, siguen vivas y dando frutos de esperanza, fe y humanidad.
10. Junto a la Virgen María, sencilla mujer del mundo rural, que acogió la salvación, haciéndola comprensible y cercana, hacemos llegar nuestra oración y gratitud a los hombres y mujeres que viven en el campo. Pedimos al Señor su bendición por todos aquellos que desarrollan su trabajo pastoral en zonas rurales, con pocos medios y en condiciones precarias. Gracias por su presencia que va recogiendo las tristezas, los dolores y sembrando alegría y esperanza en nuestro mundo rural.
Al inicio del tiempo de Adviento, en la espera del Nacimiento del Señor y con el
deseo de que cada corazón sea un pesebre, junto a la Comisión Nacional de
Pastoral Rural, les saluda con afecto,
+ Horacio Valenzuela Abarca
Obispo de Talca
Presidente
Comisión Nacional de Pastoral Rural
Santiago, 2 de diciembre de 2012
NOTAS
(1)
Caritas in veritate n.º 8.