Homilía Te Deum 2012
  Descargar Archivo (PDF)

Homilía Te Deum 2012

Fecha: Sábado 15 de Septiembre de 2012
Pais: Chile
Ciudad: Villarrica
Autor: Mons. Francisco Javier Stegmeier

Queridos hermanos y hermanas en el Señor Jesucristo:

En este nuevo aniversario patrio, nos reunimos para agradecer al Señor todos los beneficios que Él nos ha concedido durante este último año. Queremos en este día tan significativo elevar nuestras súplicas a Dios para que se realice en Chile lo que nos ha señalado la Palabra de Dios: que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con toda piedad y dignidad y que todos los chilenos tengamos la dicha de trabajar por la paz y así ser reconocidos como hijos de Dios.

La paz es el anhelo que acompaña desde lo más profundo de su ser a todo corazón humano, a toda familia y a toda sociedad. En la Biblia, la palabra hebrea “shalom”, que significa “paz”, expresa el estado pleno de vida, de perfecta felicidad y bienestar, de armonía interior consigo mismo, con los demás, con toda la creación y, por sobre todo, con Dios.

Por eso, la paz verdadera es una bendición divina que da descanso, alegría, vida y salvación. Por lo tanto, la paz de la que nos habla el Señor es mucho más que la mera ausencia de guerras o de problemas. La paz es plenitud, perfección, alegría y esperanza. Y quien la tiene vive siempre contento y por eso no le aquejan angustias, temores y tristezas.

La paz así entendida puede parecer una utopía irrealizable, un proyecto ideal que nunca se podrá llevar a cabo. Y, sin embargo, una paz así es posible. La fe en Jesucristo nos llena de esperanza respecto a su realización. Los Profetas del Antiguo Testamento lo anuncian. Hoy se nos ha proclamado que algún día se recorrerá la tierra y se verá que toda la tierra vive en paz. El Profeta Isaías predice que vendrá un “príncipe de paz” (9,5), que dará una “paz sin fin” (9,6). Más aún, Él mismo “será la paz”, nos lo dice el Profeta Miqueas (5,4).

La paz definitiva solo puede venir de Dios. Es por ello que solo Él puede restablecerla en el corazón del hombre que la ha perdido a causa del pecado. Jesucristo, por su muerte y resurrección, nos reconcilió con Dios, renovó al ser humano en lo más íntimo de su existencia, haciéndolo una criatura nueva, lo reorientó hacia su fin último, que es la participación de la vida divina para siempre en el cielo. Así el hombre renovado por la gracia puede ordenar todas las cosas hacia la gloria de Dios y bien de la humanidad.
Para alcanzar la paz personal y social es necesario saber hacia dónde se va, conocer el sentido definitivo de nosotros mismos y de todos los acontecimientos que nos acompañan, buenos y malos. La dimensión trascendente de la persona humana debe estar siempre presente en las decisiones que cada uno tome, en las actividades que realice para propio beneficio y para beneficio de otros.

Estudiar, trabajar, formar una familia, contribuir al bien común de la sociedad y cualquier otra obra que se realice deben conformarse a la voluntad de Dios, sintetizada en los Diez Mandamientos y perfeccionadas en las Bienaventuranzas evangélicas. Solo así, todo lo que pensemos, digamos y hagamos se orientará al bien de las personas y orientará la propia vida hacia el fin para el cual fuimos creados.

El respeto de la Ley de Dios, de la imagen y semejanza divina impresa en toda persona humana, desde su concepción hasta su muerte natural, y su destino eterno aseguran no solo la paz personal, sino también la paz social a nivel familiar, escolar, comunal, nacional e internacional.

No se puede pretender que haya paz auténtica cuando se legaliza el aborto y la eutanasia, cuando se recurre a la anticoncepción, con la lógica consecuencia de la propagación de una mentalidad anti – vida, de la disminución de la natalidad y el envejecimiento de la población, cuando se distorsiona el auténtico sentido de la sexualidad, del matrimonio, de la paternidad y de la familia.

Nos quejamos de que aumenta el número de niños y jóvenes inadaptados que no respetan a sus padres, profesores y autoridades en general. Nos quejamos de que cada vez son más los casos de violencia intrafamiliar y de feticidios. Nos quejamos de la creciente delincuencia que nos tiene a todos atemorizados. Las autoridades y muchos chilenos vemos con preocupación las consecuencias que para el futuro de la Patria tiene el alarmante descenso de nacimientos de niños.

Si. Nos quejamos. Pero estamos cosechando lo que hemos sembrado en las familias, en las escuelas, en los medios de comunicación social, en las leyes y en políticas de estado, muchas veces siguiendo ideologías y modelos extranjeros, que ya han demostrado con creces su fracaso humano y social.

El camino de la paz plena y auténtica es la obediencia a Dios. Es el único camino que nos permite mirar el futuro con esperanza. Podemos esperar una Patria en la que reina la paz, el amor y la justicia. Una Patria en la que nos podamos ver y tratar como hermanos. Y la esperanza cristiana es cierta y no defrauda, porque se basa en la promesa del Señor. Él nos asegura que si seguimos sus caminos, tendremos vida; si le hacemos caso, tendremos paz. Y Jesucristo, después de su Resurrección, nos dejó el don de la paz.

La Palabra de Dios en el Nuevo Testamento nos enseña que la paz es posible gracias a la Redención de Cristo, que es “nuestra paz”, reconcilió los pueblos uniéndolos a Él, “haciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1, 20).

Acojamos por la fe a Jesucristo en nuestras vidas, dejémonos guiar por su Palabra de salvación, unámonos a Él por la oración y por nuestra participación en los sacramentos. De Él obtendremos la paz del corazón. Y de un corazón en paz surgirá una sociedad en la que reinará la paz. Necesitamos ser redimidos por Cristo para ser instrumentos de paz.

En la medida en que los hombres somos pecadores, nos amenaza, y nos amenazará hasta la venida de Cristo, el peligro de guerra; en la medida en que, unidos por el amor, superamos el pecado, se superan también las violencias hasta que se cumpla la palabra: “De sus espadas forjarán arados y de sus lanzas podaderas. Ninguna nación levantará ya más la espada contra otra y no se adiestrarán más para el combate” (Is 2,4, cf. GS 78).

Necesitamos recibir el perdón del Señor para tener la paz del corazón. Pero este perdón de Dios debe llevarnos a la reconciliación personal con el propio pasado de pecado y de errores. Y necesitamos perdonarnos unos a otros. En el seno de la familia, del trabajo y de la sociedad en general.

Es imposible pretender una paz social, si en el corazón anida el rencor, el odio, los resentimientos y la sed de venganza. Experimentar de verdad el perdón de Dios, saberse amado por Él, tener un alma sanado de toda herida es condición para la armonía entre las personas.

Nuestra comuna de Villarrica se caracteriza por su ambiente de paz. Es este un motivo de alegría y de acción de gracias al Señor. En esta ciudad convive mucha gente de muy distinta procedencia, origen, condición social, raza y religión. Pero gracias a Dios nos queremos y nos respetamos. Procuremos con todas nuestras fuerzas mantener e incluso mejor las buenas relaciones entre todos.

Es verdad que todavía hay muchos problemas que resolver, quizá injusticias que reparar, demandas sociales que satisfacer. Pero qué importante es que en la búsqueda de soluciones, todos recurramos al diálogo, a la mutua confianza, al respeto recíproco, al buen trato.

No puedo dejar de felicitar a nuestra comuna de Villarrica porque en ella no se dan aquellos conflictos que enturbian la fraternidad en otros lugares de nuestra región y de nuestra Patria. Es hermoso ver cómo el pueblo mapuche de nuestra comuna refleja nítidamente su auténtica alma, un alma con vocación a la paz, al entendimiento, a la comunión con todos quienes no somos mapuches, pero que nos reconocemos en Cristo hijos del mismo Padre, constituidos hermanos por la presencia en nosotros del Espíritu Santo y vinculados por un cariño común a esta tierra que nos ha visto nacer y crecer.

Quisiera decir algunas palabras en relación a las próximas elecciones de alcaldes y concejales. El proceso eleccionario es ocasión propicia para comprometernos todos a vivir nuestra vocación a la paz. Todos hemos de asumir con responsabilidad el deber ciudadano de votar en conciencia y actuar con sabiduría y serenidad antes y durante las elecciones.

El Evangelio dice que son “felices los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios” (Mt 5,). Jesucristo, el Hijo único de Dios, nos ha hecho hijos de Dios. Nuestra condición de discípulos de Jesucristo, hijos del Padre eterno y templos del Espíritu Santo nos debe llevar a procurar con todas nuestras fuerzas a establecer la paz de Dios en la tierra. La misión que nos encargó nuestro Señor es anunciar su Evangelio por todo el mundo y ser nosotros instrumentos de su Señorío en todo el universo.

Todos los que nos reconocemos seguidores de Cristo, incorporados a su Cuerpo, tenemos la gran tarea de hacer de la Iglesia el lugar, el signo y la fuente de la paz de Cristo entre los hombres y entre los pueblos.

Nos decía San Pablo: “Ante todo recomiendo que se hagan peticiones, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos, sin distinción de personas; por los jefes de estado y todos los gobernantes, para que podamos llevar una vida tranquila y en paz, con toda piedad y dignidad”.

En esta acción de gracias al Señor por nuestra Patria, quiero pedir a todos que siempre, todos los días, oremos por nuestras autoridades. Ellos necesitan de nuestra oración, porque su tarea no es fácil y, tal como dice San Pablo, en gran medida de ellos depende que “podamos llevar una vida tranquila y en paz”.

Hoy queremos encomendar al Señor de una manera muy especial a nuestras autoridades comunales, al Señor Alcalde, don Pablo Astete, y a los señores concejales. Pedimos al Señor que los bendiga y los colme de la sabiduría y la justicia que procure el bien de todos, especialmente de los que más sufren.

Por último, recordemos que la paz definitiva, plena y eterna es la que nos regalará Dios en el cielo. Quienes contemplen a Dios cara a cara vivirán la total comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En esa comunión todos serán hijos de Dios y podrán estrecharse en un abrazo de hermanos sin fin. Lo mejor está por venir.

Tendamos llenos de esperanza y confianza a esa paz que nos espera. Contemplémosla de lejos, pero sabiendo que será nuestra y, de algún modo, ya es nuestra. Contemplémosla para tenerla de modelo e intentar imitarla en nuestra vida aquí, en este mundo. Es lo que pedimos en la oración de los hijos de Dios: “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”.

Llenos de esperanza confiamos todas nuestras intenciones a la Virgen del Carmen, reina y patrona de Chile. Que Ella, estrella de nuestra bandera, guíe nuestros pasos, para que cada uno desde su responsabilidad y competencia, ayude eficazmente para que nuestra Patria sea la “copia feliz del Edén” y camine hacia su destino feliz, la Patria eterna.

† Francisco Javier Stegmeier
Obispo de Villarrica
Buscador
 


Destacados

2023  -  2020  -  2019  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  1999  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1993  -  1992  -  1990  -  1989  -  1988  -  1987  -  1986  -  1985  -  1984  -  1983  -  1982  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1975  -  1974  -  1973  -  1972  -  1971  -  1970  -  1961  -  1959

2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2015  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  1997  -  1994  -  1993  -  1992  -  1981  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1973  -  1968  -  1966  -  1964  -  1962  -  1961  -  1959  -  1958  -  1957  -  1956  -  1953

2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2000  -  1999  -  1998  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1993  -  1992  -  1991  -  1985  -  1981  -  1978  -  1977  -  1976  -  1975  -  1974  -  1973

2023  -  2022  -  2021  -  2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  2000  -  1999  -  1998  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1993  -  1992  -  1991  -  1990  -  1989  -  1988  -  1987  -  1986  -  1985  -  1984  -  1983  -  1982  -  1981  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1976  -  1975  -  1974  -  1973  -  1972  -  1971  -  1970  -  1969  -  1968  -  1967  -  1964  -  1961  -  1960  -  1959  -  1957  -  1952

2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  1989  -  1988  -  1970

2023  -  2022  -  2021  -  2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  2000  -  1999  -  1998  -  1988  -  1985  -  1981  -  1978

2023  -  2022  -  2021  -  2020  -  2019  -  2018  -  2017  -  2016  -  2015  -  2014  -  2013  -  2012  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2002  -  2001  -  1999  -  1998  -  1997  -  1996  -  1995  -  1994  -  1992  -  1990  -  1989  -  1988  -  1987  -  1986  -  1985  -  1983  -  1982  -  1981  -  1980  -  1979  -  1978  -  1977  -  1976  -  1975  -  1974  -  1973  -  1972  -  1971  -  1970  -  1957  -  1952

2023  -  2014  -  2008  -  2007  -  2006  -  2002  -  1987  -  1985  -  1981  -  1978  -  1976  -  1975  -  1973  -  1971  -  1970  -  1969  -  1968

2022  -  2018  -  2016  -  2014  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  2000  -  1996  -  1995  -  1991  -  1977  -  1974  -  1973  -  1967  -  1955

2019  -  2018  -  2017  -  2015  -  2014  -  2013  -  2011  -  2010  -  2009  -  2008  -  2007  -  2006  -  2005  -  2004  -  2003  -  1999  -  1998  -  1995  -  1994  -  1992  -  1987