Homilía en la Eucaristía. Aniversario patrio.
Templo Catedral de Rancagua, 18 de septiembre de 2011.
Fecha: Domingo 18 de Septiembre de 2011
Pais: Chile
Ciudad: Rancagua
Autor: Mons. Alejandro Goic Karmelic
Textos bíblicos : Domingo 25 – Ciclo A
- Isaías 55, 6-9
- Salmo 144
- Filipenses 1, 20-26
- Mateo 19,30 ; 20, 1-16
Hoy es domingo, día del Señor. Hoy es 18 de septiembre, fiesta de esta Patria amada nuestra que es Chile.
Por ser domingo celebramos la fuente y cumbre de nuestra fe,
la Santa Eucaristía. Por ser 18 de septiembre oramos por Chile y su gente, renovamos nuestro compromiso por hacer de Chile cada día más una tierra de hermanos, una tierra justa y digna para todos.
En este día domingo y en este día de la Patria nos llega la Palabra de Dios (Domingo 25 – ciclo A), siempre oportuna, siempre actual.
El mundo de hoy y también Chile, es esencialmente una sociedad de consumo, una sociedad utilitaria, una sociedad de mercado. Lo que importa y se desarrolla es el beneficio, el interés. “Tanto te doy, tanto me debes; tanto me das, tanto te debo”. Bajo esta perspectiva se ha ido desarrollando la idea del derecho y de la justicia.
Jesús, el Hijo de Dios, propone un ejemplo, una parábola profundamente renovadora y transformadora de los seres humanos y de las realidades humanas.
“El Reino de los Cielos – nos dice – es semejante a un propietario que salió muy de madrugada a contratar obreros para trabajar en su viña…”
La parábola nos revela a un Jesús inmerso y atento a los pequeños detalles de la realidad (me recuerda a los hombres de nuestros campos esperando ser contratados en la cosecha de la uva, o a nuestros obreros junto a las estructuras de un nuevo edificio en construcción). Cabezas de familias sin otros bienes que sus brazos y su familia, esperando el trabajo y el salario diario para llevarlo a los suyos.
Desde la primera hora hasta el atardecer había fuerza de trabajo disponible. El propietario envía a todos a trabajar a su viña y a todos promete darles lo que sea justo. Al final del día, el dueño de la viña paga el salario a los trabajadores, empezando por los últimos contratados que apenas habían estado una hora de trabajo. Reciben el jornal normal de un obrero, lo necesario para sostener a una familia. Los demás esperan recibir más de lo acordado, porque trabajaron más. Pero no, reciben exactamente lo mismo.
El tema, en definitiva,
es el modo de ser de Dios, cuya “justicia” no es como la nuestra; no la niega sino que la supera. Además de ser justo, Dios es profundamente bueno y generoso. Porque como nos recordó el profeta Isaías hablando en nombre de Dios
“los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes” (Isaías 55, 7-9)
Dios no se rige por la justicia del derecho,
sino por la gracia. Su salvación es gratuita porque Dios es amor. Su bondad queda manifiesta en la afirmación que fundamenta y da sentido a toda la parábola:
“¿O vas a tener tú envidia de que yo soy bueno?”. Su generosidad alcanza aún a los trabajadores llamados a última hora. Más aún. Dios realiza una discriminación positiva a favor de los últimos:
“Muchos aunque se crean primeros, serán últimos, y muchos últimos serán primeros”.
¿Será verdad que Dios es bueno incluso con aquellos que apenas pueden presentarse con méritos y obras? ¿será verdad que en su corazón de Padre no hay privilegios basados en el trabajo más o menos meritorio de quienes han trabajado en su viña?.
Todos nuestros esquemas se tambalean cuando hace su aparición el amor libre e insondable de Dios.
Nos cuesta entender y tolerar la bondad infinita de Dios hacia todos. Menos mal que Dios no es como nosotros. Desde su corazón de Padre,
Él sabe regalar su amor salvador a todos.
Nuestro Chile querido está hoy de fiesta. Desde sus orígenes la fe en Dios revelado por Jesucristo impregnó nuestra cultura y nuestra historia. La mayoría del pueblo de Chile profesa la fe cristiana, y juntos a los que no tienen el don de la fe, somos invitados a hacer de la Patria “una copia feliz del Edén”.
Trabajar por Chile, dedicar el tiempo y las energías a construir un mundo según Dios, a servir a los más necesitados no lo hacemos por ventaja personal y poder reclamar a Dios unos derechos, sino porque hemos descubierto la gratuidad amorosa del Padre y nos identificamos con su modo de proceder.
¿Acaso no es esto lo que hemos vivido en estas últimas semanas?. La gratuidad de empresarios, comunicadores sociales, servidores públicos en la cultura y en la Fuerza Aérea que mostraban en la práctica la expresión del amor y la generosidad de servir a compatriotas que viven las dificultades de la lejanía y el aislamiento. Más allá de la figuración pública de algunas de las víctimas del archipiélago Juan Fernández, y de sus virtudes y defectos, nos ha impactado su donación, su capacidad de servir, en último término su capacidad de amar.
Hemos
comprendido, en definitiva, que lo que ennoblece la vida de un ser humano es lo que se hace con la propia vida: un don para los demás.
¿No debería ser así todo lo que realicemos en el hoy de nuestra Patria, desde la gratuidad de un Dios que es puro amor?.
• En nuestro país, persisten aún injusticias, desigualdades e inequidades escandalosas.
¿No habrá llegado la hora de asumir de verdad caminos nuevos para construir una patria más justa y equitativa, donde se compatibilicen desarrollo, crecimiento sostenido y mayor justicia social?
Ello supone ponerse en el lugar de los que menos tienen y preguntarnos si podríamos vivir con ingresos bajísimos como una gran mayoría de chilenos tienen. Gran tarea tienen aquí los empresarios, particularmente, los empresarios con fe en Cristo. Gran tarea tienen aquí los políticos y las autoridades del país. Gran tarea tiene aquí todo Chile.
• El crecimiento económico tampoco lo es todo. Es sólo un aspecto del desarrollo del pueblo.
“El crecimiento económico necesita ir de la mano de un desarrollo espiritual y cultural” (OO.PP. 2008, 34). ¿No irán por ahí muchas de las demandas sociales actuales?.
La educación constituye siempre uno de los más grandes servicios que se presta a la sociedad. Mejora la calidad de la educación es tarea indispensable; el acceso a la educación superior de todos los que tienen dones y talentos, más allá de su condición económica; la instalación del diálogo sereno y objetivo, “acercar posiciones, consensuar acuerdos, sabiendo como en toda negociación, que ello siempre implicará a las partes ceder en algunas de sus posturas. Se trata de ir poniendo bases que vayan gradualmente haciendo posible cosas mayores a futuro” (C.P. 10 – VIII-2011)
• Es necesario revalorizar fuertemente
la vocación política. “Hay que prestar gran atención a la educación cívica y política, que hoy es particularmente necesaria para el pueblo y, sobre todo, para la juventud, a fin de que todos los ciudadanos puedan cumplir su misión en la vida de la comunidad política. Quienes son o pueden llegar a ser capaces de ejercer
ese arte tan difícil y tan noble que es la política, prepárense para ella y procuren ejercitarla con olvido del propio interés y toda ganancia venal. Luchen con integridad moral y con prudencia contra la injusticia y la opresión, contra la intolerancia y el absolutismo de un solo hombre, o de un solo partido político, conságrense con sinceridad y rectitud, más aún, con caridad y fortaleza política, al servicio de todos” (Gaudium et Spes 75)
Estos días la Patria ha despedido a un político excepcional, y los creyentes a un hijo de la Iglesia que hizo de su vocación de servicio público una expresión de su fe.
La democracia necesita de políticos dignos, preparados, generosos, honestos, servidores, desinteresados, preocupados por el bienestar de todos, especialmente de los más pobres.
• Hemos de ayudarnos mutuamente y, en particular, a las nuevas generaciones a
crecer en la práctica del respeto a todos los derechos humanos sin exclusiones de ningún tipo. La vida del niño por nacer, la vida del recién nacido, del joven, del enfermo, del anciano, de los pueblos originarios, del pobre, el trabajo por fortalecer la familia… Toda vida es digna y válida y merece por sí misma el respeto. Junto
al respeto a los derechos humanos de todos es necesario recordar
el respeto a los deberes humanos. En el mundo se han hiperdesarrollado los derechos humanos – y está bien – pero en desmedro de los deberes humanos. Hemos de recordarnos que a cada derecho corresponde un deber correlativo.
•
Nuestro país ha dado pasos de reconciliación y de perdón. Es necesario seguir dándolos. La expresión “ni perdón ni olvido” no es humana ni mucho menos cristiana. El resentimiento instalado en una sociedad hace más difícil la lucidez para buscar caminos de convivencia, y puede bloquear todo esfuerzo por encontrar solución a los conflictos. Una sociedad sin compasión, sin capacidad de perdón es inhumana.
El
perdón es un acto de libertad para no vivir encadenados al pasado y envenenados en el presente. En la dinámica del perdón hay un esfuerzo por superar el mal con el bien. El perdón no es sólo una exigencia individual, sino que debe tener una expresión social.
Estas son algunas de las expresiones concretas de nuestro compromiso con Chile hoy. Para los creyentes es un imperativo de nuestra fe y de nuestro amor al Dios revelado por Jesucristo su Hijo nuestro Redentor. Para los no creyentes un compromiso de humanidad.
¡Dios nos ayude a hacerlos vida!.
A Jesucristo el Señor, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua