Carta para ser leída en las misas del fin de semana del 1 y 2 de mayo de 2010
Fecha: Sábado 01 de Mayo de 2010
Autor: Mons. Cristián Caro Cordero
Queridos hermanos en el Señor:
¡Paz y Bien, en Cristo Resucitado!
Les dirijo una palabra de luz y esperanza, en medio de las dificultades actuales de la Iglesia.
1. Las noticias -ampliamente difundidas- de denuncias de abusos sexuales de niños y jóvenes por parte de sacerdotes, en diversas partes del mundo -y también en Chile- han conmovido a la Iglesia y a la sociedad. Es labor de la justicia civil y eclesiástica probar la veracidad de dichas denuncias, algunas de décadas pasadas y ya comprobadas. Con todo, el dolor y la tristeza que embarga a los católicos es grande, por el daño infligido a las víctimas y a sus familias; por el deterioro de la imagen de la Iglesia, y por el resquebrajamiento de la confianza depositada por los fieles en los ministros del Señor. El Papa Benedicto XVI ha sido firme en condenar los “actos pecaminosos y delitos” en que han incurrido miembros del clero –traicionando su sagrada misión- y ha llamado a los obispos- en su “Carta Pastoral a los católicos de Irlanda”, extensiva a toda la Iglesia- a reparar las injusticias, colaborando con las autoridades civiles y aplicando las normas del derecho canónico. Convoca a un honesto examen de conciencia en toda la Iglesia, a reconocer los males causados, a pedir perdón y a garantizar que estos vergonzosos hechos no se volverán a repetir. Llega a decir que estos episodios “han oscurecido la luz del Evangelio como no lo habían logrado ni siquiera siglos de persecución” (n.4).
Llama -a todos los bautizados, y en especial al clero- a la oración y la penitencia, a sanar las heridas y reconstruir la confianza traicionada. El mismo Pontífice ha dado un testimonio humilde y valiente, asumiendo sobre sí -como el Siervo Sufriente, Jesús- las culpas de otros, recibiendo a víctimas en USA, Australia y Malta, pidiendo perdón, llorando y rezando con ellas.
También, la Conferencia Episcopal de Chile ha pedido perdón, señalando su disposición a colaborar con la justicia, y actualizando su normativa para actuar en estos casos.
Se requiere, pues, que la Iglesia recorra “un camino de curación, de renovación y de reparación” para superar la crisis actual. Eso supone, también, actuar con la verdad y con transparencia, para recuperar la credibilidad de la Iglesia.
2. Frente al caso del Padre Karadima y la publicidad que se le ha dado, el Sr. Cardenal Arzobispo de Santiago ha pedido en su Carta “En oración, justicia y caridad” -dirigida a todos los párrocos de su Arquidiócesis- que haya prudencia en el tratamiento del tema y especial respeto y caridad por quienes se ven involucrados. Llama a confiar en la investigación canónica de la Iglesia, la cual está avanzada.
Pide el Cardenal a los fieles católicos, “especialmente en este Año Sacerdotal, fervientes oraciones por esa inmensa mayoría de sacerdotes que regalan su vida al Señor y al servicio de los hermanos, para que no se desanimen, sigan creciendo en santidad, y encuentren en sus fieles y pastores una compañía cercana en su identificación con Jesús”.
3. La historia de la Iglesia nos muestra que Ella camina entre las persecuciones del mundo, sus propias dificultades internas y los consuelos de Dios. Más que nunca debemos acrecentar nuestra oración y nuestra penitencia por Ella. Pese a las debilidades y pecados de sus miembros -que somos todos los bautizados- y más todavía cuando se trata de las faltas de los ministros del Señor, la Iglesia sigue siendo la Esposa del Señor y el Cuerpo místico de Cristo en la tierra. Como dice el Concilio Vaticano II: “en la debilidad de la carne (la Iglesia) no pierde su fidelidad absoluta, sino que persevera siendo digna esposa del Señor, y no deja de renovarse a sí misma bajo la acción del Espíritu Santo hasta que por la cruz llegue a la luz sin ocaso” (L.G. ,9).
Si el Señor ha permitido esta hora difícil de la Iglesia es porque quiere purificarla, santificarla para que brille en Ella más nítidamente el rostro del Señor. Por lo tanto, debemos volvernos al Señor Resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, que expulsa el poder de Satanás, y a su Madre la Virgen María que permaneció de pie, junto a la Cruz de su Hijo, inmolándose con El.
La próxima visita de la imagen de la Virgen del Carmen Misionera (9-16 de mayo) será un signo del Consuelo y la Misericordia de Dios con su pueblo, y oportunidad de fortalecernos en nuestra fe y pertenencia a la Iglesia.
También nos alienta la muchedumbre inmensa de hombres y mujeres, -niños, jóvenes y adultos- que siguiendo a Cristo y su Mensaje han vivido heroicamente su fe, esperanza y caridad, y son la gloria de la Iglesia.
San Pablo nos recuerda hoy que debemos perseverar en la fe, advirtiéndonos que “es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios” (Hch. 14, 22).
Con frecuencia se subrayan las deficiencias, manchas y arrugas de la Iglesia, Esposa de Cristo, pero poco se dice de su aporte a la humanidad, como ninguna otra institución, a lo largo de 2000 años de cristianismo, en obras de caridad con los pobres, enfermos y desvalidos, su irradiación en la cultura, su presencia reconocida en la educación, su amplia labor evangelizadora.
4. Llamo a todos los fieles a intensificar el rezo del Santo Rosario, personalmente, en familia, y en comunidad; a hacer Adoración Eucarística los jueves; confesarse y ofrecer a Dios un ayuno voluntario todos los Viernes, al menos hasta el término del Año Sacerdotal (11 de Junio: Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús); y hacer obras de caridad con los necesitados, los excluidos y los jóvenes vulnerables.
Así, mediante la oración, el ayuno y la caridad de Cristo podremos reparar el escándalo causado; llevaremos paz y esperanza al corazón de los que han sufrido; nos configuraremos con los sentimientos de Cristo Jesús, Buen Pastor, Sacerdote y Víctima expiatoria por los pecados de la Iglesia y del mundo entero.
La bendición de Dios Todopoderoso, Padre +, Hijo + y Espíritu Santo descienda sobre Uds. y sus familias. Amén
+ Cristián Caro Cordero
Arzobispo de Puerto Montt
Puerto Montt, 2 de mayo de 2010 (V domingo de Pascua)