Con motivo del Día Internacional del Trabajo
Antofagasta, abril de 2010
Estimados amigos y amigas,
En nombre de la Comisión Nacional de Pastoral de los Trabajadores de la Conferencia Episcopal de Chile, deseo hacer llegar un saludo cercano y agradecido a los trabajadores y trabajadoras del país, al conmemorarse la festividad de San José Obrero, en el Día Internacional del Trabajo.
Este año del Bicentenario, el día del Trabajo nos encuentra con muchos hermanos y hermanas trabajadores que han visto sus vidas fuertemente estremecidas por el terremoto y maremoto que afectó desde Santiago a la Araucanía.
Como hemos señalado los Obispos en nuestra reciente Asamblea Plenaria de abril, junto a la destrucción material y económica, el terremoto y tsunami ha dejado al descubierto otras grietas de nuestro país, como las profundas desigualdades sociales y el abandono de sectores sociales y geográficos que han permanecido excluidos del progreso, en un contexto cultural que prioriza el interés individual sobre el bien común.
Quisiéramos desde el Área de Pastoral Social-CARITAS, y desde esta Pastoral en especial, contribuir a la reconstrucción de un Chile más solidario e inclusivo, en que se respeten los derechos y dignidad de todos sus habitantes. Un país que supere la vulnerabilidad social y ambiental que enfrentan los sectores más pobres y ofrezca posibilidades de desarrollo integral, que sea “una mesa para todos y todas” sus habitantes en el contexto de la Misión Continental y del Bicentenario de la independencia nacional.
Muchos trabajadores de las zonas afectadas han dicho que el terremoto los golpeó en el corazón, arrebatándoles sus medios de vida, será tarea de todos acompañarles a levantarse de este gran dolor con dignidad y esperanza. Reciban, todos ellos, nuestra solidaridad y cercanía.
Con esperanza, entendemos que esta situación, en este año tan significativo para la historia nacional, constituye una oportunidad para repensar nuestras estructuras económicas y sociales, y avanzar hacia un desarrollo solidario y sustentable. Los trabajadores pueden hacer un gran aporte a este esfuerzo fortaleciendo sus organizaciones y participando activamente, en espíritu de colaboración con otros actores, en la construcción de un Chile mejor. La Iglesia “
reconoce la función fundamental desarrollada por los sindicatos de trabajadores, cuya razón de ser consiste en el derecho de los trabajadores a formar asociaciones o uniones para defender los intereses vitales de los hombres empleados en las diversas profesiones. Los sindicatos ‘se han desarrollado sobre la base de la lucha de los trabajadores, del mundo del trabajo y, ante todo, de lo trabajadores industriales para la tutela de sus justos derechos frente a los empresarios y a los propietarios de los medios de producción’. Las organizaciones sindicales, buscando su fin específico al servicio del bien común, son un factor constructivo de orden social y de solidaridad y, por ello,
un elemento indispensable de la vida social”(1).
De todos depende que, como sociedad, podamos contribuir a una mirada optimista y esperanzadora, aun en medio de las dificultades. El solo hecho de valorar nuestras fuentes de trabajo, el esfuerzo por seguir formándonos en nuestros ámbitos, el aporte del buen ánimo en la convivencia cotidiana en el trabajo, por cierto son grandes pasos en la construcción de ambientes propicios para la vida laboral. El esfuerzo de construir trabajos con mayor dignidad requiere el aporte fundamental de los empresarios y del Estado.
En este año especial los invitamos a hacer memoria agradecida de todos los hombres y mujeres mayores, ya retirados de la actividad laboral, que regalaron con generosidad el trabajo de su vida para engrandecer al país. Quienes hoy sufren la cesantía, especialmente aquellos que viven en las zonas más afectadas, tengan la certeza que su situación nos compromete a todos a buscar sin descanso alternativas para que puedan ejercer su legítimo derecho al trabajo.
Con una mirada en el futuro, ponemos en nuestra celebración los rostros de los jóvenes que viven en situaciones de mayor vulnerabilidad, ellos tienen derecho a una educación de calidad e integral, que los habilite para poder hacer su propio aporte como trabajadores en la construcción de un país que los considere y los valore.
Que en esta fiesta, la Virgen María y San José Obrero acompañen y fortalezcan el caminar de los trabajadores de Chile. El Señor de la Vida los bendiga a ustedes y a sus familias,
† Pablo Lizama Riquelme
Arzobispo de Antofagasta
Presidente Comisión Pastoral de los Trabajadores
Conferencia Episcopal de Chile
Notas: (1) Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, nº 305
