Hermanos y Hermanas todos.
Una larga tradición chilena que viene desde 1811, hace abrir las puertas de cada Catedral de nuestras ciudades chilenas para acoger a las autoridades y pueblo en general, a fin de dar gracias a Dios por los bienes y beneficios recibidos en el cumpleaños de la Patria.
¡Cómo se alegrará don José Miguel Carrera de ver su idea aceptada por casi ya dos siglos!
Dar gracias a Dios, TE DEUM.
Es el optimismo de la Iglesia y que quiere transmitirlo a todas las autoridades y a todas las personas que vivimos en esta larga y angosta faja de tierra, como lo aprendimos en la Escuela básica.
Otros ya en 1589, escribían así de nuestra Patria.
“Chile, fértil provincia y señalada en la región antártica famosa,
de remotas naciones respetada por fuerte, principal y poderosa;
la gente que produce es tan granada, tan soberbia, gallarda y belicosa,
que no ha sido por rey jamás regida
ni a extranjero dominio sometida”
Poema épico, de Alonso de Ercilla y Zúñiga. La Araucana (1589)
Es una visión optimista de Chile y de su gente que puede fortalecer nuestra autoestima, a veces tan dañada.
El primer Obispo de Antofagasta, más realista con nuestros inicios como ciudad, nos escribe lo siguiente en 1908, al inaugurar un asilo para niños: “siendo Antofagasta una población tan nueva que apenas cuenta con 38 años de existencia y que aún estos han sido de vida tan efímera que a veces ha estado expuesta a desaparecer del todo, no era posible exigir que de un golpe contara con instituciones que en otras partes son el fruto de siglos de trabajo y de generosa economía. Hasta el poco arraigamiento de sus habitantes, que no se deciden a vivir muchos años en el desierto, era un inconveniente para ello. Actualmente la situación se solidifica y por eso ha sido posible emprender obras de progreso social como en la que en este momento inauguramos”.
Estas son palabras dichas por Monseñor Luis Silva Lezaeta, cuyos restos mortales están a mi derecha y que su cruz pectoral hoy llevo conmigo.
¡Cuántas inauguraciones han sido necesarias para llegar a esta Antofagasta que hoy conocemos!
Siempre hay nuevos motivos para dar gracias a Dios. Igual que siempre hay motivos para pedir perdón por no hacer las cosas bien o dejar de lado a los más pobres, o a los más débiles de nuestra sociedad.
Hoy fiesta de Chile y que suma 199 años, iniciando el Bicentenario, con gratitud podemos alabar a Dios, por la patria que nos dio, con sus arideces, con sus terremotos, con sus campos generosos y minas densas en minerales con un cobre que es “el sueldo de Chile”, con un mar además de hermoso, generoso en su fauna marina y tantas cosas más.
Pero esto no constituye una nación, ayuda, sin ninguna duda, pero son sus habitantes, sus mujeres y hombres que han sido y son su mayor riqueza, su más generosa herencia.
Son los hijos de Chile, los que han entregado su trabajo, su ciencia, su arte, su fe, su generosidad y en muchos casos su vida, los que nos han entregado una patria así.
Tanto que agradecer
Los Obispos de Chile, hemos usado la muy eucarística imagen de la mesa grande, como imagen de Chile.
Mesa donde debe haber un lugar para cada uno de nosotros, donde con dignidad cada uno sienta al otro como hermano y tenga el pan suficiente.
Pero lamentablemente, dejamos fuera de esta mesa y excluimos a muchos: a los pobres, a los viejos, a los que no piensan como yo, a los hijos no deseados. Echamos de esta mesa que es Chile para sentarnos los que tenemos cultura, salud, para los que nos bastamos a nosotros mismos.
Hoy, al agradecer a Dios de tanto que nos ha dado, queramos comprometernos que en el lugar que ocupemos en esta patria nuestra, trabajaremos con mayor y renovados esfuerzos por los más postergados de esta sociedad que nosotros mismos hemos formado.
Benedicto XVI, hace poco ha replanteado la enseñanza social de la Iglesia en la clave del desarrollo, tal como lo hizo Pablo VI en “Populorum progressio” (1967). La perspectiva de la encíclica “Caritas in veritate” es teológica: lo que realmente importa es el crecimiento integral del hombre que Dios quiere y que está en cada persona y en toda la humanidad. No se trata por tanto, de cualquier desarrollo.
El auténtico desarrollo, el Papa, lo radica en la caridad y en la verdad y agrega “sin verdad, sin confianza y amor por lo verdadero, no hay conciencia y responsabilidad social, y a la actuación social se deja a merced de los intereses privados y de lógica de poder, con efectos disgregadores sobre la sociedad, tanto más en una sociedad en vías de globalización, en momentos difíciles como los actuales”. Nº 5
El Señor, nuestro único Salvador, nos recuerda en el Evangelio (Lc. 18) leído hoy, que el apego desmedido a las riquezas- como el joven rico- nos hace cegarnos a misiones más generosas y permanentes, poniendo tristezas en el corazón. El Evangelio nos lo hace notar afirmando que el joven se fue triste.
Hoy 18 de septiembre, queremos mostrar el optimismo de esta Iglesia que peregrina entre desiertos en Antofagasta que nos alegramos de tener jóvenes generosos, solidarios, esperanza de una sociedad mejor.
Los signos de este TE DEUM, son de jóvenes que dejando parte de sus vacaciones van donde hermanos más necesitados a acompañarlos, a compartir su fe con ellos, a experimentar en carne propia las limitaciones en nuestros cerros especialmente de vivir sin agua, sin luz, con el polvo de la calle y la inseguridad del trabajo.
Jóvenes que entregan su tiempo en sanar heridas como Cruz Roja, a construir una casa con “Un techo para Chile”.
Hoy agradecemos los jóvenes que tenemos en nuestras universidades y barrios, son presente y futuro mejor de nuestra patria.
La palabra de Jesús “He venido a servir y no a ser servido” dicha hace dos mil años, se hace realidad cada día en nuestros jóvenes voluntarios para tantas obras de bien y que no son tomados en cuenta como noticia positiva para la sociedad y también para los mismos jóvenes.
Tomo unas letras hermosas de nuestra Gabriela Mistral, que anduvo por estas calles de Antofagasta que se refieren al servicio de esta manera:
“Sirve siempre sin esperar nada a cambio,
Sirve siempre aunque no te lo agradezcan,
Sirve siempre sin que nadie se dé cuenta,
Sirve siempre y Dios será tu recompensa”.
Hermanos y Hermanas, es apasionante ser chileno, por nuestra bella historia y porque aún hay mucho que hacer y servir.
Queremos construir un mundo nuevo pero con Dios presente, “en nuestras leyes, en las escuelas y en el hogar” como dice un antiguo canto religioso:
Queremos que el Dios de la vida, el de los diez mandamientos… el Dios que es amor, el Dios Padre de Jesucristo debe ser fundamento de nuestra sociedad para que sea más fraterna y proteja la vida desde que es concebida hasta su muerte natural, el Dios y Padre que desea que “lo que Dios ha unido, el hombre no lo separe”. Una sociedad que haga suya estas recomendaciones de comportamiento que nos dice San Pablo, en la lectura que acabamos de oír: tener amor, vivir en paz, corregir a los indisciplinados, animar a los débiles, paciencia con todos, no devolver mal por mal, hacer el bien a todos, tener alegría, orar siempre, dar gracias, apartarse del mal…
Queremos vivir así, venciendo el mal con el bien (1 Tls. 5, 12-22)
El Salmo 127, nos anima a construir la ciudad con Dios como fundamento… Si el Señor no construye en vano se afanan los albañiles.
Nuestra legítima aspiración a vivir en paz, respetando y respetado como hermanos, hijos de una misma tierra chilena, tenemos que abrir nuestro corazón a Dios.
El es nuestra fuerza, nuestra esperanza, nuestra alegría.
Esto lo podemos lograr, tenemos que hacerlo vida, para el bien de todos.
Los candidatos a presidente, a legislador, sin herirse unos a otros, podrán con la ayuda de Dios ejercer su liderazgo político para lograr una sociedad con Dios presente, en la que da gusto vivir.
A la Virgen del Carmen, Madre de Chile la invocamos con amor y esperanza.
Virgen del Carmen,
Virgen del Norte y del Sur
Del mar y la cordillera
Ruega por nosotros pecadores
Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
† Pablo Lizama Riquelme
Arzobispo de Antofagasta
