Iglesia Catedral de La Serena, 18 de septiembre 2009.
Fecha: Viernes 18 de Septiembre de 2009
Pais: Chile
Ciudad: La Serena
Autor: Mons. Manuel Donoso Donoso
Chile: una Mesa para Todos
1ª Lectura: Timoteo
2ª Lectura: Lucas 16, 19-31
1) Con este Te Deum abrimos el año dedicado a celebrar el Bicentenario de nuestra Independencia Nacional. Tal como se hizo desde la Independencia con una Misa, hoy nos dirigimos al Señor con el Himno del Te Deum, para agradecer lo que es nuestra tierra y nuestra Patria y para recordar que ella es la Patria de todos. Lo hacemos desde nuestra Región, con las personas con quienes peregrinamos y caminamos por el camino de la vida y la historia; como dice el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, con nuestros “Compañeros de Viaje”, sin distinción alguna.
El Episcopado de Chile ha querido tomar un lema para este año del Bicentenario y este es “Chile: una mesa para todos” Lo hacemos porque, como ha dicho Monseñor Goic, queremos entregar a nuestro país el mejor tesoro que poseemos, que es Jesucristo y su Palabra de Vida.
En este día 18 haremos nuestra Acción de Gracias, pensando, en base a la Palabra de Dios, cómo queremos que sea nuestro Chile, para que incluya a todos, en todos los órdenes de la vida: educacional, salud, orden político, reformas sociales, desarrollo de las empresas, mucho del trabajador, equidad en el reparto de los bienes, respeto de la libertad religiosa, etc.
2) Una Mesa Para Todos: Grande y largo es nuestro país, “esa loca geografía” de la que habló Benjamín Subercaseaux. Pero las riquezas del país, en minerales, en mares, agricultura, son para que se desarrolle en conjunto, para que ojalá como fruto se multipliquen las Gabriela Mistral, y para que sus personas sean las que reciban el resultado de esta riqueza que hemos recibido gratuitamente y desarrollado con esfuerzo.
El Cardenal Raúl Silva Henríquez, nos habló tantas veces en este sentido, especialmente cuando él pedía que nadie quedara fuera de la mesa de la Vida. Para Dios no hay una mesa de privilegiados, sino una sola mesa, donde todos están invitados y donde todos caben. Ninguno queda fuera de la mesa. La vida es don de Dios, y la vida es única y todos tienen derecho a vivirla con plenitud. Cuando ya había dejado de ser Arzobispo de Santiago, Don Raúl habló un día del país que él soñaba y que deseaba, y lo expresó en estos cuatros deseos:
- Quiero que en mi país todos vivan con dignidad.
- Quiero un país donde reine la solidaridad.
-Quiero un país donde se pueda vivir del amor.
-Quiero para mi Patria lo más sagrado que yo puedo decir: que vuelva su mirada hacia El Señor.
3) A todo esto nos invita Jesús en la Parábola que escuchamos. Usa una imaginería muy sencilla, corriente en su tiempo, a la cual no estamos acostumbrados hoy. Es una parábola y parábola significa una manera de acercarse a las personas, con la intención de provocar en ellas una reacción y darles una enseñanza, con el mayor respeto posible. Una parábola no sólo desafía la inteligencia; también despierta la imaginación, despierta controversia, mueve nuestros sentimientos; incluso nuestros movimientos más primarios pueden estar a favor o en contra de lo que se diga. Creemos que es una Palabra de Dios: quiere penetrar hasta lo más interior, quiere ser como una espada que penetra hasta el hueso. (Hebreos)
En este día de agradecimiento, ciertamente tenemos que reconocer tantas cosas y tantos crecimientos que ha tenido nuestra sociedad. Tenemos que agradecer que nuestro país sea respetado que haya sabido encarar su historia y las recientes complejidades económicas, en una forma reconocida internacionalmente como notable. Que esté desarrollándose, que tenga nuevos proyectos de educación, de salud, de combate de la droga, de protección social, y que ellos vayan haciéndose cada vez más efectivos. Yo debo agradecer personalmente al Señor que en esta Región la fe se muestre viva, y que la vivamos bajo la protección de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, tan cercana a los nuestros, y que como la Primera Discípula y Servidora, nos muestra en su maternidad el sobreabundante Amor de Dios. Es lo que queremos llevar a cada familia en las visitas a las familias que estamos haciendo como parte de la nueva Misión Continental.
4) Quisiera compartir ahora con la Iglesia y con Ustedes, el punto central de la “mesa para todos”, o hablando en términos modernos, lo que es el fondo de esta parábola, lo que significa la Solidaridad.
¿Qué es la Solidaridad hoy? Es lo mismo que ayer: entender la vida con amor entregado; entender que la vida y lo que hacemos o tenemos, es para vivirla sólidamente con los demás, de tal modo que el que la vive sólo para sí, queda separado de Dios y de los demás en toda vida, ahora o después. Optar por la solidaridad es optar por la humanidad; es optar por ir más allá de las fuerzas instintivas de la codicia y el egoísmo. Es reconocer en el ser humano una dignidad tal, que lo hace libre y capaz de sentimientos dignificadores. Pensando de esta manera, quiero plantear algunos puntos inspirándome, en buena parte en lo que se ha dicho al hacer el balance de esta crisis mundial, y, también en la Encíclica del Papa Benedicto.
5) Chile está llegando a un nivel de madurez social y cultural que requiere y exige de las actuales generaciones el diseño de una nueva sociedad. ¿Por qué? Porque los ciudadanos deben ser considerados en toda su complejidad de personas, por lo que nunca pueden ser considerados sólo bajo una dimensión de su realidad, mucho menos sólo bajo la lógica de que son meros consumidores; por eso cada día al haber crecimiento exigen más que sean respetados sus derechos. No cabe duda que también necesitamos reconocer y vivir lo que son nuestros deberes. Pero la historia nos deberá enseñar cómo podemos entre todos construir una sociedad mejor. Con todas las dificultades que tiene la presente etapa democrática y con todos lo defectos que se le puedan reconocer, sin duda hemos estado aprendiendo que es necesario construir el país entre todos, y esto es un gran valor. Pero para esto se requiere serios planteamientos a nivel ético, superar tendencias dañinas que nos pueden llevar a la doblez política, económica, cultural o religiosa y asumir los desafíos de humanidad que se nos plantean hoy como un bien social y que también nos los plantea el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, compartida por muchas corrientes de pensamiento humanista.
6) Pensando en una nueva etapa para Chile debemos pensar también en el trabajo por la inclusión y la diversidad social. Chile está constituido por su pueblo. Y este pueblo, que no surgió de la nada, ha tenido procesos por los cuáles se ha constituido como tal. Por eso, sin temores, con sinceridad y paz, debemos reconocer que nuestro origen es fruto de una progresiva integración de nativos y conquistadores, inmigrantes posteriores y nacionales. Reconocer también como connacionales a los muy numerosos que, han decidido o se han visto obligados a vivir fuera de las fronteras de nuestro país. Hoy nos damos cuenta con mucha mayor fuerza que nuestra sociedad es diversa, y esta diversidad será quizás la característica que configurará a nuestro pueblo durante este siglo. Y la sabiduría también para las Iglesias, consistirá en ver esta realidad y trabajar para integrarnos e incluirnos.
7) Concepto amplio de desarrollo: A la luz de la crisis financiera y económica mundial y de la última Encíclica Caritas in Veritate, se hace necesario que, nuestros dirigentes, nuestros empresarios y trabajadores, ampliemos el concepto de desarrollo. Las puras cifras sin duda son útiles para algunos aspectos del desarrollo económico, sin embargo, pueden ser parciales y pueden distorsionar nuestra realidad. Antes de los números están los rostros y los nombres de las personas, que son reales, iguales a nosotros, con historias familiares, con aspiraciones. No cabe duda que la economía es una disciplina que aporta valores muy importantes para la vida social, pero la experiencia vivida, hace que muchos pidan que recuerde que su mirada de la realidad y de la manera como se construye una nación es parcial y requiere estar por un lado regulada por el bien común y por el otro al servicio de las personas. Las políticas y los políticos, a quienes en todos los Te Deum que yo he celebrado he dicho que la Iglesia valora, están llamados a organizar esta ética de la vida social pero recordando que deben estar acompañados por tantas fuerzas que a veces acompañan silenciosamente estos procesos. Me gustaría oír más la voz de las Universidades, la voz de los Institutos, la voz de las múltiples organizaciones sociales.
8) La Solidaridad nos pide mirar los puntos de inequidad y desigualdad social. Si todos somos los actores que hacemos el Chile actual ¿podemos seguir dejando que muchos de nuestros compatriotas se queden al costado del camino? ¿no somos nosotros, sobre todo los actuales dirigentes sociales y políticos, religiosos, empresariales, culturales, laborales quienes hemos permitido quizás con nuestra omisión, con nuestra pequeñez, o por intereses personales o de pequeños sectores, quienes hemos permitido a muchos vivir con menos de lo digno? Tenemos que hacernos todos cargo de nuestra responsabilidad histórica. Sin duda los caminos pueden ser discutidos. El sentido de una elección Presidencial, y de todos los cargos, que esperamos sea pacífica y respetuosa de las personas y sus decisiones en conciencia, es una manera de llevarnos a compartir lo que verdaderamente somos, y no entusiasmarnos con promesas que quizás no se puedan cumplir. Son muchos –quizá demasiados- los ciudadanos, los jóvenes que se sienten excluidos y que reclaman una actitud mas justa, más activa, más profesional, más de escucha de todos. En un mundo solidario nada se le regala a nadie, sino que se les da lo que en justicia les pertenece y esta justicia no debe tardar. Pero debe ser oportuna para que cumpla con la dimensión sanadora. La inequidad social sigue siendo un gran escándalo para nuestro país. Por eso una visión serena de lo que hay que hacer , pero partiendo del hecho fundamental de la Solidaridad y del Bien Común, es quizás lo que mejor podríamos ofrecer a nuestra Patria para el Bicentenario.
9) Transparencia y Responsabilidad: Nuestro pueblo no puede ser considerado como no apto para conocer o verificar el manejo de los bienes públicos y privados. Por eso el Estado tendría que crecer en esta dimensión de la Solidaridad que son la Transparencia y la Responsabilidad, y en que no se pongan obstáculos para que los ciudadanos conozcamos a fondo la gestión de los gobernantes, de las autoridades públicas, de las organizaciones empresariales o de trabajadores, de las universidades, etc... La acertada constitución de un consejo de Transparencia es el comienzo de un camino que debe llegar a su meta. Muy importante en esta tarea son los Medios de Comunicación Social, que deberían poder desempeñar su labor con plena independencia. Para ser transparentes, debería saberse públicamente cuantos compromisos e intereses tienen según la realidad de hoy. Informar con transparencia, claridad, y en forma educativa es solo una parte de la responsabilidad de los medios de comunicación social. Deben recordar que dar cuenta de la realidad de ninguna manera puede ser una excusa para distorsionarla o realizar presentaciones desproporcionadas de los temas más relevantes.
10) La Dignidad y Participación de las mujeres: la relación ente la mujer y el varón es de reciprocidad y colaboración mutua. Se trata de armonizar, complementar y trabajar sumando esfuerzos. La mujer es corresponsable, junto con el hombre, por el presente y el futuro de nuestra sociedad humana. Es lamentable que muchas mujeres de toda condición, no sean valoradas en su dignidad, queden con frecuencia solas y abandonadas, no se les reconozca suficientemente su abnegado sacrificio e incluso su heroica generosidad en el cuidado y educación de los hijos, ni en la transmisión de la fe en la familia. Reconozco que debemos valorar y promover adecuadamente su indispensable y peculiar participación en la construcción de una vida social más humana y en la edificación de la misma Iglesia. Es necesario superar una mentalidad que ignora la novedad del cristianismo donde se reconoce y proclama la “igual dignidad y responsabilidad de la mujer respecto del hombre”.
Urge valorar la maternidad como misión excelente, aunque no exclusiva de las mujeres. Esto no se opone a su desarrollo profesional y al ejercicio de todas sus dimensiones, lo cual permite ser fieles al plan originario que Dios da a la pareja humana, de forma conjunta, la calidad de imagen y semejanza de Dios, y la misión de tener hijos y hacer producir la tierra. La mujer es insustituible en el hogar, la educación de los hijos y la transmisión de la fe. Pero esto no excluye la necesidad de su participación activa en la construcción de la sociedad. Para ello, se requiere propiciar una formación integral de manera que las mujeres puedan cumplir su misión en la familia y sociedad. Pero que también la legislación laboral considere este rol fundamental en la sociedad de una manera más clara y creativa. (Doc. Aparecida Nº 452-455-456).
11) Hoy, en esta festividad nacional, congregados en esta Iglesia Catedral, tenemos la oportunidad de renovar nuestras promesas de mejorar nuestra relación fraterna en Chile, a la luz de la Palabra de Dios encarnada en todos lo hombres y mujeres de esta tierra, tan pródiga en bellezas, recursos y riquezas, materiales y humanas.
Apoyaremos las peticiones que haga el Episcopado a favor de los presos, con los límites que ponen la naturaleza de sus faltas. Ojalá la necesaria discusión que habrá nos sirva a todos para destacar el fin rehabilitador de las cárceles, y hacer reformas que conduzcan a ello.
Estamos reunidos para hacer una profunda Acción de Gracias a Dios, pero también para alabar y adorar al Señor de la Vida por todo lo que nos concede. Igualmente estamos hoy convocados para pedir por nuestra Patria, especialmente por los habitantes que más sufren, los pobres, los postergados, los marginados del bienestar material y el progreso humano y espiritual, los enfermos, los que han perdido la esperanza, los que no creen en nada y en nadie, los que no reciben amor ni lo pueden entregar. Pidamos al Señor de la Esperanza que vuelvan a confiar en sí mismos, en sus hermanos, en su Patria, y sobre todo, en este mismo Dios del Amor, de la Esperanza y de la Fraternidad entre los hombres.
Ofrezcamos al Señor lo mejor de nosotros mismos, como Nación y como Iglesia.
† Manuel Donoso D.
Arzobispo de La Serena
La Serena, septiembre 18 de 2009.