Estimadas autoridades, queridos hermanos y amigos: les agradezco de corazón el que hayan aceptado la invitación para orar en este Templo Catedral, hoy cuando nuestra amada Patria está de fiesta. Cumplimos así una de las más nobles tradiciones de nuestro Chile.
Hoy como Obispo, por lo tanto como Pastor, padre, hermano y amigo quiero dirigirme a ustedes. Pido al Señor me llene de su Espíritu Santo para que aquello que diga pueda de verdad iluminar la vida y el trabajo de todos los que estamos aquí reunidos y esto redunde en bien de nuestra ciudad, de nuestra provincia, de nuestro país.
A un Te Deum, oración de Acción de Gracias, es convocado todo el pueblo de Dios, sin embargo, tienen un llamado especial aquellos hombres y mujeres que han sido constituidos en autoridad o que hacen de cabeza en todas las nobles instituciones de nuestra sociedad chilena. Hoy ocupan pues un lugar importante en esta asamblea los llamados Constructores de la Sociedad.
Como estamos reunidos en una asamblea orante, hemos escuchado la Palabra de Dios. San Pablo, apóstol constructor de Comunidades Cristianas nos ha invitado a construir sobre un fundamento firme y él nos ha dicho que esté no es otro que Jesucristo. Jesucristo nos ha dicho de sí mismo que El es la Verdad, por lo tanto todo lo que hagamos en nuestro trabajo ha de estar bajo el imperio de la verdad.
El querido Papa Benedicto XVI nos acaba de regalar una carta encíclica llamada Caritas in Veritate, la Caridad en la Verdad y quiero con algunas citas de ella iluminar esta reflexión.
Volviendo a San Pablo acordémonos que él nos decía que uno puede construir en su vida con oro, plata, madera, paja o caña; la calidad del trabajo de cada uno se verá en su permanencia y en el examen del día del juicio.
Queridos amigos, ¿cómo estamos construyendo nuestro país, nuestra ciudad? ¿qué estamos haciendo para que nuestra sociedad sea mejor? Todos los que aquí estamos, realizamos tareas que no sólo han de beneficiarnos individualmente sino que sobre todo han de contribuir al bien común. Construyamos entonces no a la ligera, no irresponsablemente sino que procuremos que nuestro trabajo contribuya a una sólida sociedad, para esto nada mejor que construir en la verdad, no hagamos las cosas para que nos vean, no por aplausos efímeros sino que la contribución de nuestro esfuerzo perdure y beneficie a muchos: "desear el bien común y esforzarse por él es exigencia de justicia y caridad".
Frente a todo el quehacer que se ha de realizar en el mundo y del cual cada uno de nosotros es en parte responsable "la Iglesia no tiene soluciones técnicas que ofrecer. No obstante, tiene una misión de verdad que cumplir en todo tiempo y circunstancia en favor de una sociedad a medida del hombre, de su dignidad y de su vocación". Nosotros creemos que cada hombre y mujer "no es un átomo perdido en un universo casual, sino que somos creaturas de Dios, a quienes El ha querido dar un alma inmortal y a los que ha amado desde siempre". He aquí la base de nuestra dignidad que no hemos de olvidar. Ante la grandeza de esta verdad no debemos sino trabajar para que el desarrollo del ser humano sea pleno.
Nos dice el Papa Benedicto: "En una sociedad cada vez más globalizada que nos hace más cercanos, constatamos que esto lamentablemente no nos hace más hermanos". Aunque una buena parte del mundo ha logrado avanzar y cómo no reconocer esto con alegría en nuestra querida Patria, sin embargo hay todavía mucho subdesarrollo y desigualdad. Para que esta realidad pueda cambiar hemos de trabajar y también orar para contar con la ayuda del Señor.
El Papa nos enseña que "Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su anhelo constitutivo de ser más". Sí, cada hombre y mujer quiere ser más, está llamado a una plenitud la cual no se alcanza sólo con bienes materiales, aunque también ellos serán siempre necesarios. Por eso "en todo orden económico y social el primer capital que se ha de salvaguardar y valorar es el hombre, la persona en su integridad, pues el hombre es el centro y el fin de toda la vida económico-social". Vemos como es Jesús y su enseñanza quien nos muestra la verdad sobre el hombre.
Miremos ahora nuestra realidad de hombres y mujeres que vivimos en esta tierra, en esta querida provincia de El Loa.
Mucho es lo que Dios nos ha regalado, un desierto maravilloso, paisajes inigualables, tradiciones y culturas de las cuales hemos de estar orgullosos, riquezas que han contribuido notablemente a la grandeza de Chile, un oasis que nos cobija y que hemos de preservar; por todo esto es justo y necesario dar gracias al Señor del cual procede toda cosa buena. Sabemos sí, que lo más grande que Dios ha creado es cada hombre y mujer, y es por eso que junto con dar gracias por el esfuerzo, por el trabajo de tantas generaciones, por el legado de nuestros antepasados y la solicitud de las nuevas generaciones no podemos olvidar que todavía nos falta para responder a la grandeza de la dignidad humana.
No podemos negar que en el campo económico-social hemos logrado avances los cuales agradecemos, pero hemos de lamentar deterioros en la vida familiar y no siempre nos ponemos de acuerdo para educar la voluntad de nuestros jóvenes que han de formar las futuras familias. Hay violencia al interior de muchos hogares y no nos puede dejar de preocupar la creciente violencia entre nuestros jóvenes e incluso niños en nuestros barrios y escuelas.
Hemos de lamentar también el hecho de que haya hermanos sin trabajo y otros que teniéndolo, sus horarios y turnos no favorecen siempre el encuentro familiar, lo uno y lo otro mina la libertad y la creatividad de las personas, sus relaciones familiares, sociales con graves daños en el plano psicológico y espiritual.
Ante estas tristes verdades hemos de trabajar por lo que sea justo, verdadero y bueno para el bien de las personas, hemos de procurar que cada hombre y mujer tenga vida plena: "no puede tener bases sólidas, una sociedad que mientras afirma valores como la dignidad de la persona, la justicia y la paz se contradice radicalmente aceptando y tolerando las más variadas formas de menosprecio y violación de la vida humana, sobre todo si es débil y marginada".
Nosotros en Calama vivimos en una tierra bendecida por Dios, como ya lo hemos recordado. En esta tierra han logrado un desarrollo vital innumerables personas y familias, Calama ha aportado durante casi un siglo de manera importante para el crecimiento de toda nuestra nación, con todo hemos de reconocer en la verdad, que no siempre nos hemos preocupado de qué dejaremos para las nuevas generaciones, no siempre nos hemos preocupado de la sustentabilidad de nuestra región.
El recurso Agua es cada vez más escaso. Miremos esta realidad con ojos de verdad y enfrentémosla. "No podemos considerar como absoluto el progreso y la técnica, ni tampoco soñar con la utopía de una humanidad que retorna a su estado de naturaleza originario", hoy necesitamos producir para avanzar y desarrollarnos, pero hemos de ser responsables con el cuidado de los recursos, de nuestro entorno y sobre todo del agua que nos asegura la vida. Hoy hay técnicas para producir y para resguardar nuestro habitat, agradecemos todo el empeño y dedicación que se pone en este sentido, pero seamos siempre verdaderos, sinceros en la realización de estudios y en la ejecución de los proyectos que aseguren el bien de todos y la preservación de lo que Dios nos ha regalado para administrarlo en bien nuestro y de las futuras generaciones.
En esta Calama tan importante para el desarrollo del país, lo cual no siempre ha sido adecuadamente valorado, queremos seguir trabajando por la grandeza de Chile, en medio de este desierto y en sus no fáciles condiciones de vida queremos seguir haciendo Patria. Deseamos que el Bicentenario de nuestra País nos encuentre como
una zona en verdadero y franco desarrollo, por eso animo a unir esfuerzos y secundar las acciones que conlleven a conseguir lo que Calama en verdad y justicia reclama como algo que le pertenece. Por supuesto que todo esto se debe hacer en un clima de diálogo, respeto y colaboración. Sin prisas alocadas, pero sin descanso busquemos, trabajemos y pidamos lo que Calama necesita.
Hermanos y amigos, la grandeza de Chile se construye a diario y con el aporte de todos. Hoy nos preparamos para elegir las nuevas autoridades de nuestro país. Pedimos que el proceso democrático sea realizado en un clima de respeto y sin descalificación. Que cada uno estemos atentos para escuchar las propuestas que verdaderamente contribuyan al bien de los hijos de esta tierra chilena y de esta tierra en la cual nosotros habitamos. Procuremos también, estar unidos para pedir que lo prometido se cumpla.
Queridos amigos y amigas, aquí ante el Señor comprometámonos a trabajar para que la verdad triunfe siempre, trabajemos de tal manera que el esfuerzo de todos y cada uno permanezca en el tiempo y no sea destruido. Trabajemos bajo la mirada amorosa de Dios, realicemos nuestras tareas con la mirada fija en Jesús de quien nos viene toda bendición.
Dios sea bendito.
† Mons. Guillermo Vera Soto
Obispo de Calama
