Carta a Mons. Sixto Parzinger, obispo emérito de Villarrica
Padre Las Casas, abril 23 de 2009.
Monseñor
Sixto Parzinger F.
Obispo Emérito de Villarrica
Presente
Querido Sixto:
En nombre de todos mis hermanos Obispos y en el mío propio, queremos manifestarte nuestro afectuoso saludo y profunda gratitud.
Ante todo, te agradezco por tu amable presencia entre nosotros. Gracias por haber aceptado la invitación a presidirnos la Santa Eucaristía, sublime expresión de acción de gracias a Dios.
Esta Asamblea desea manifestar al Señor el más profundo agradecimiento por tu vida y tu vocación, muy particularmente por los 31 años que hemos gozado de tu presencia entre nosotros. A todos, a los hermanos obispos de ayer y de hoy, nos dejas el feliz recuerdo de tu sencillez, transparencia y fraternidad; nos edificas con tu piedad y tu constante búsqueda del Señor. Tu alegría permanente y tu inquebrantable espíritu de fe son reflejo de que has puesto tu entera confianza en el Señor.
Probado en la enfermedad y en el dolor, también en las inevitables dificultades y desilusiones, que has sabido asumir como camino natural de quien se dispone a servir con humildad en la Viña del Señor.
Gran alegría experimentamos de constatar que el Señor te bendice actualmente con buena salud. Rogamos para que el Buen Dios nos siga privilegiando con tu presencia y podamos contar con tu oración por todos nosotros.
El domingo recién pasado el Señor nos permitió vivir como Conferencia Episcopal en pleno un acontecimiento histórico: la ordenación episcopal de nuestro hermano Francisco Javier Stegmeier Schmidlin, primer obispo proveniente del clero diocesano para esta amada diócesis de Villarrica.
En este hermoso y extraordinario acontecimiento eclesial hemos tenido presente en nuestra mente y corazón esta gran corriente de gracias y bendiciones que el Padre Dios se ha dignado conceder a estas tierras y a su gente.
Con piedad y gratitud pensamos en los tres pastores que la Providencia dispuso que guiaran y cuidaran a este pueblo sencillo, noble y abierto al anuncio de la fe y a la confesión de Jesucristo, el Señor: Mons. Guido Beck de Ramberga (los años 1928 – 1958), Mons. Guillermo Hartl de Laufen (los años 1958 – 1977) y tú, hermano Sixto, desde el año 1978 hasta ahora, primero como Vicario Apostólico de Araucanía y luego, desde el año 2002, como primer obispo diocesano de la recién creada diócesis de Villarrica. Hemos quedado profundamente impresionados de escuchar al Provincial de los Padres Capuchinos de Baviera, P. Josef Mittermaier, al participarnos sobre los envíos de personal de esa Provincia, de los enormes esfuerzos y entrega sin límites de tantos sacerdotes y hermanos religiosos que lo han dado todo para que el Señor sea conocido, amado y seguido en estas tierras.
Al celebrar nuestra actual Asamblea en este Seminario hemos conocido más de cerca qué gran generosidad movió a la Orden Capuchina desde un comienzo, de su arribo a estas tierras, que no privilegiaron en ningún momento la promoción de vocaciones propias, sino las diocesanas, de tal modo que se pudiera conformar un clero autóctono. Las palabras del primer obispo, Mons. Guido Beck de Ramberga, a este respecto nos transmiten en modo elocuente un espíritu evangelizador que es notoriamente actual:
“Nosotros tenemos que formar nuestros propios sacerdotes: chilenos, mapuches, que sean de esta tierra, que conozcan a los suyos, que les hablen en su idioma, que conozcan sus costumbres, que sean sacados de su propio pueblo, para que les hablen con sus palabras”.
El Señor bendijo con creces estos nobles propósitos y con los años se han formado 347 sacerdotes en el Seminario que nos acoge, la mayoría de los cuales sirven en las diócesis del sur, también en otros lugares en nuestra patria y algunos en el extranjero.
Junto a esta verdadera opción por la formación de presbíteros tú, hermano Sixto, como tus antecesores, has dedicado grandes esfuerzos a la promoción humana y a la evangelización del apreciado Pueblo Mapuche, al mundo rural y a las comunidades campesinas, a la educación y formación de los niños y jóvenes más modestos de la zona.
Para esta obra de gran envergadura decisiva ha sido la colaboración de las hermanas de la Santa Cruz, las hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Purulón y la fundación de las hermanas Misioneras Catequistas de Boroa. Todo ello sostenido y secundado por la oración incesante del Monasterio de hermanas Clarisas Capuchinas de Pucón.
Las espontáneas muestras de gratitud de Villarrica y sus comunidades en la celebración del domingo recién pasado, provenían de tu pueblo querido que, de pié y con sentimientos de reconocimiento, agradece a ti, a tus antecesores, a los innumerables capuchinos, particularmente a los “obreros de la primera hora”, al clero diocesano, a las religiosas y religiosos, a los agentes de pastoral toda esta admirable obra de evangelización. La semilla, gracias al cuidado solícito del Buen Padre Dios, está germinando.
Me complace recordar en esta ocasión el testimonio de santidad de vida de los Siervos de Dios Mons. Guillermo Hartl de Laufen y Mons. Francisco Valdés Subercaseaux, cuyos procesos de beatificación están en marcha.
A la amada diócesis de Villarrica, especialmente a su nuevo Pastor, nuestro hermano en el episcopado Francisco Javier Stegmeier, el augurio de un futuro igualmente bendecido por el Señor. A ti querido Sixto un abrazo fraterno que manifiesta nuestra más profunda gratitud.
¡Dios te bendiga!
Hermano y amigo.
+ ALEJANDRO GOIC KARMELIC
Obispo de Rancagua
Presidente de la CECh
c.c.:
- P. Provincial Capuchinos en Chile, P. José Miguel Jiménez
- P. Provincial Capuchinos de Baviera, P. Josef Mittermaier
- P. General de la Orden Capuchina, P. Mauro Jöhri