Parece que todos los años fuera lo mismo, pero no es así.
Es lo mismo en el sentido de que año a año celebramos la gran Alegría, el gran Regalo que es el Nacimiento de Jesús de la Virgen Purísima, del Señor que viene a compartir todo lo nuestro: penas y alegrías, gozos y esperanzas, para regalarnos todo lo suyo: la Vida de Hijos e Hijas muy amados de Dios nuestro Padre.
Pero siempre nueva, ya que cada año nos plantea desafíos diferentes y novedosos.
¿Cuáles son, a mi juicio, los desafíos de hoy?
En primer lugar, recuperar el gozo y la alegría. Se nos han ido desgastando. Pienso a veces que nos tienden a consumir la tristeza y el desánimo. La razón fundamental: nuestra falta de Fe y Esperanza en el Salvador que viene, no sólo en esta gran Fiesta, sino en el cada día de nuestra existencia. Cristo está presente en nuestras vidas, se nos hace encontradizo a cada momento, pero nos faltan “ojos” para verlo y encontrarlo en su Palabra leída con amor, en la vida y las celebraciones de nuestra Iglesia, en el hermano y la hermana necesitados de nuestra atención, cuidado, cariño y cercanía. Recuperemos en esta Navidad el gozo y la alegría en el Señor.
Otro inmenso desafío: en la crisis económica tremenda en la que estamos entrando y de la que nadie saldrá sin algún daño, mirando a Jesús que nace pobre y humilde en Belén estamos llamados a vivir con sobriedad y modestia, lejos de todo lujo superfluo y pituquería, a fin de poder imitar al Señor que “siendo rico se hizo pobre por nosotros a fin de enriquecernos con su pobreza” como nos dice San Pablo. Estaremos así mejor preparados para compartir solidariamente nuestros bienes, ya que Navidad es la fiesta de la solidaridad y el compartir.
Tercer desafío: el cuidado y el amor por la familia. Contemplando la Sagrada Familia de Belén y Nazareth, renovemos el cuidado amoroso por nuestra familia. Pero también por todas las familias de nuestra Patria, especialmente por aquellas que están sufriendo separaciones, enfermedades o dificultades. Procuremos que, en la medida de nuestras posibilidades, ninguna familia de nuestro entorno se quede sin recibir la alegría y la bendición de la Navidad. Todos estamos llamados a ser “los pastores” que corren presurosos, incluso en medio de la noche, a descubrir a Jesús donde ciertamente está: no sólo en el portal de Belén, sino en tantos portales que esperan nuestra visita.
Finalmente, el desafío de mantener el espíritu de Navidad: el gozo y la alegría, la solidaridad y el compartir y el cuidado amoroso por la familia durante todo el no fácil año 2009 que ya se acerca.
Los bendice de corazón,
† Gonzalo Duarte García de Cortázar ss.cc.
Obispo de Valparaíso