Como discípulos misioneros de Jesucristo, inspirados en su Palabra: “Yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia” (Jn 10,10), y siguiendo el mandato de Aparecida, hemos participado del seminario-taller sobre “Experiencias exitosas de economía solidaria con mujeres y jóvenes”, provenientes de 15 países latinoamericanos y de El Caribe y reunidos en Lima del 16 al 20 de junio de 2008, nos dirigimos a nuestros pueblos y sus autoridades para manifestar lo siguiente:
Somos agentes de pastoral social-Caritas, laicos y animadores que abren caminos hacia una economía solidaria reunidos con la finalidad de analizar los factores de éxito de las experiencias para promoverlas, respondiendo a lo que nos pide Aparecida “diseñar acciones concretas que tengan incidencia en los Estados para la aprobación de políticas sociales y económicas que atiendan las variadas necesidades de la población y que conduzcan hacia un desarrollo sostenible” (DA 84.4) y comprometernos en la Misión Continental.
Esta Misión permanente nos mueve a llegar a los confines de América Latina y El Caribe con un mensaje renovado centrado en la revaloración de los hijos e hijas de Dios que vienen trabajando por la construcción de una sociedad justa y solidaria como la quiere Jesús, superando las graves situaciones de pobreza, desigualdad, exclusión social y violencia de todo tipo para que en Cristo tengan vida plena.
Llamamos economía solidaria a las actividades de producción, distribución y consumo, llevadas a cabo por personas empobrecidas y excluidas para satisfacer necesidades básicas de sus familias y comunidades basadas en la solidaridad, las mismas que de manera significativa son promovidas por mujeres y jóvenes de nuestro Continente de la Esperanza y del Amor (Benedicto XVI, DI ) y la conforman talleres solidarios, cooperativas, asociaciones de productores y productoras, micro y pequeñas empresas autogestionarias, programas laborales de promoción humana, producción orgánica colectiva y otras formas de organización económica, que van encontrando caminos para su sostenibilidad con la riqueza de nuestras culturas, buscando el desarrollo humano integral con renovada espiritualidad.
De esta manera, con la economía solidaria, los pobres y excluidos (as), son anuncio de buena nueva para todo nuestro Continente.
La experiencia vivida en este seminario-taller nos ha permitido encontrar que los principales factores de éxito se explican por los valores éticos que tienen prioridad respecto de lo meramente económico, sin descuidar la necesaria eficiencia; la visión de largo plazo, la capacidad de insertarse en los procesos económicos y sociales de sus localidades, el diálogo con otros actores de la economía social, del sector privado y del Estado; la capacitación de sus integrantes tanto en lo técnico-productivo como en gestión, pero principalmente de formación ética; el desarrollo de tecnologías que rescatan la identidad cultural y la eficiencia productiva, el desarrollo de una mística; el enfoque de desarrollo local integral. No cabe duda que con la economía solidaria los pobres aportan a la sostenibilidad ambiental del planeta; con nuestros pastores…”alabamos a Dios por los talentos, el estudio y decisión de hombres y mujeres para promover iniciativas y proyectos generadores de trabajo y producción que elevan la condición humana y el bienestar de la sociedad “ (DA 119).
También notamos que las limitantes o factores que pueden hacer fracasar las experiencias son el modelo neoliberal basado en la economía de mercado vigente que privilegia el afán de lucro por encima de las personas y la ecología y se sustenta en injustas relaciones económicas dentro de los países y entre ellos. La falta de apoyo del Estado a todo nivel que se refleja en una falta de políticas públicas a favor de la economía solidaria; el que no se garanticen beneficios sociales básicos tales como la seguridad social, las pensiones entre otros; el no haber comprometido suficientemente a los consumidores en la compra de productos y servicios elaborados por la economía solidaria y las situaciones de inequidad en las relaciones de género y generacional. Asimismo la falta de difusión de los valores de la economía solidaria y el comercio justo.
Para la promoción de la economía solidaria dentro del esfuerzo de aportar a la Misión Continental y por ende a la Vida en nuestra América Latina y El Caribe, vemos la necesidad de revalorizar ética y económicamente estas experiencias, contribuir a ponerlas en redes solidarias que van desde lo local a lo regional, nacional y continental dentro de un enfoque sistémico, que articule las producciones responsables y sustentables con el comercio justo, el consumo ético, el intercambio de saberes, los servicios de proximidad, las finanzas solidarias en la perspectiva del desarrollo humano integral, que nos permita “pasar de condiciones menos humanas a condiciones más humanas” (PP 20).
Vemos necesario promover el cambio de mentalidad a favor de la economía solidaria y comercio justo; involucrar a los Estados de nuestros países a todo nivel para implementar políticas públicas que promuevan esta nueva manera de hacer economía y que éstas sean elaboradas con verdadera participación ciudadana. Urge salir del anonimato para que sean reconocidos como proyectos exitosos que se orienten a… “buscar un modelo de desarrollo alternativo, integral y solidario (…) que se fundamenta en el Evangelio de la justicia, la solidaridad y el destino universal de los bienes, y que supere la lógica utilitarista e individualista, que no somete a criterios éticos los poderes económicos y tecnológicos (DA 474 c).
Nos comprometemos e invitamos a:
- Seguir promoviendo las experiencias de economía solidaria en especial de mujeres y jóvenes en el continente, contribuyendo a su puesta en red y valorando su aporte al desarrollo local, nacional y continental “para compartir, orientar y acompañar los proyectos existentes” (DA 451). Animamos y promovemos… “a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a poner en práctica principios fundamentales como el bien común (la casa es de todos), la subsidiaridad, la solidaridad intergeneracional e intrageneracional” (DA 406).
- Difundir las experiencias de economía solidaria y sus componentes tales como el comercio solidario, el consumo ético y las finanzas solidarias, para recuperar la dignidad, autoestima, valores culturales y el cuidado del medio ambiente.
- Promover redes de economía solidaria desde los niveles locales al nivel continental.
- Incidir en los gobiernos para que generen políticas públicas a todo nivel de reconocimiento y apoyo a la economía solidaria, especialmente las conducidas por mujeres y jóvenes.
- Se busque involucrar a todos los actores económicos del continente a valorar la economía solidaria, articularse con ella y promover su crecimiento y desarrollo.
- Rescatar los conocimientos ancestrales de nuestras culturas locales que trabajan por la vida en armonía con la naturaleza.
Estamos convencidos que, después de haber visto y compartido tantas experiencias exitosas de mujeres y jóvenes de América Latina y El Caribe, tenemos la certeza que Dios continúa enviándonos como discípulos misioneros de Jesucristo, para extender nuestras manos samaritanas a quienes se encuentran en situaciones de pobreza, exclusión o violentados en su dignidad de hijos e hijas de Dios.
Desde este seminario-taller como discípulos misioneros de Cristo afirmamos que la solidaridad y el amor vencen todos los obstáculos y que la economía solidaria es un signo profético que responde a los principios del Evangelio y de la Doctrina Social de la Iglesia, promoviendo la vida plena, la dignidad de la persona y la justicia como luz que brilla en medio de las tinieblas de una economía injusta y de exclusión.
Confirmamos que desde la experiencia de fe vivida en comunidad, los pobres tienen toda la fuerza para transformar la sociedad a partir del amor (Cfr Exodo 3, 7-10).
Lima, 19 de junio de 2008.