“Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y la hizo fecunda, y ella concibió y dio a luz un hijo" (Gn 30, 22-23). La historia de Raquel, relatada en la Biblia, se repite todos los días. Ello a pesar de que, muchas veces, no nos demos cuenta que cada experiencia de maternidad es un don decisivo del Señor.
En estos días, en que escuchamos reiteradamente hablar de la maternidad como un derecho, es importante no olvidar que la concepción de un hijo, antes que nada, es un momento de gracia. Es el momento en que Dios mismo transforma la vida de un hombre y una mujer y los hace experimentar la plena fecundidad.
A todas las madres que próximamente celebrarán su día, las invito a reconocer en su maternidad la renovación de la alianza de amor que Dios hace con el ser humano. Al convertirlas en madres, Dios las llamó por su nombre, les confío el cuidado amoroso de su creatura y las hizo corresponsables de alimentar el mundo con la gratuidad del amor. Para cada una de ustedes, muchas bendiciones de nuestro Señor.
Padre Marcos Burzawa msf
Vicario para la Familia
Arzobispado de Santiago