Mensaje a los medios por Viernes Santo del Obispo de Valparaíso: El tema no es el pescado
No es el pescado el tema del Viernes Santo. Parece que lo fuera al ver la preocupación de muchos.
¿Cuál es entonces?
Es la Pasión y Muerte de Jesús nuestro Redentor.
Es cierto que es un hecho que aconteció hace ya veinte siglos en un pequeño país del oriente medio. Pero tiene trascendencia universal para todos los tiempos.
Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre, se entrega voluntariamente a la muerte (“nadie me quita la vida, soy yo quien la doy por mi propia voluntad”, Juan 10,18) y la ofrece en sacrificio al Padre Dios por los pecados de todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, razas y culturas. La muerte de Jesús no fue una catástrofe ni una derrota. Fue su triunfo sobre el pecado, el demonio y la muerte. Por eso el Viernes Santo la Iglesia no celebra el funeral de Jesús sino su muerte gloriosa. Y por eso, también, en la Celebración de la Iglesia la Cruz es recibida en el templo como trofeo de victoria en medio de cantos y luego es besada devotamente por los fieles. Sin embargo no todo termina ahí: culmina el Domingo de Pascua, Solemnidad de la Resurrección del Señor, fiesta del triunfo de la Vida.
¿Por qué celebramos el Viernes Santo todos los años? ¿Es una celebración como otras importantes de nuestro calendario? Lo celebramos año a año porque la Pasión y Muerte de Jesús son una realidad también de hoy. Hoy sigue desplegándose en el mundo la fuerza salvadora de la Cruz. Hoy sigue prolongándose en la historia el sufrimiento de Cristo en el sufrimiento injusto de los inocentes. Y también en el dolor aceptado y ofrecido con fe y amor por los creyentes, el que, recibido por Dios, Él mismo nos lo devuelve en bendición.
Al contemplar a Jesús en su Pasión y Muerte debe despertarse viva en nosotros la conciencia de las injusticias humanas: las que nosotros hacemos y las que suceden en nuestra patria y el mundo. Y debemos renovar la decisión de luchar contra toda injusticia. De trabajar todos los días por la paz basada en la verdad, la justicia, el amor, la libertad y el perdón.
¿Y qué pasa con el pescado? Muy simple: la Iglesia no pide ni manda comer pescado en Semana Santa. Pide, sí, el Viernes Santo comer modestamente, como los pobres (por eso abstenerse de carne) para manifestar así nuestra solidaridad con Cristo sufriente y con los sufrientes del mundo. Y, muy importante, compartir con alguno de ellos el fruto de nuestro ayuno. “Que tu ayuno sea el alimento de tu hermano” es la máxima que nos enseñaron los Padres de la Iglesia.
† Gonzalo Duarte García de Cortázar ss.cc.
Obispo de Valparaíso
Marzo de 2008