Mirada de la realidad religioso-pastoral a partir del Documento Conclusivo de Aparecida. Pinceladas.
En la mirada creyente de la realidad, el Documento Conclusivo de Aparecida (DA) dedica tres párrafos, redactados en clave de “frutos y sombras” (98 a 100) a la “situación de nuestra Iglesia en esta hora histórica de desafíos”. El sólo título ya es sugerente pues se trata de una Iglesia que posa su mirada creyente sobre sí misma, sólo después de mirar las realidades socio-económicas, socio-políticas y socio-culturales de AL y el Caribe, para ver cuál es su aporte a esta realidad.
Pero, la mirada creyente no se detiene sólo en esos párrafos ya que hay numerosas referencias a la Iglesia, a lo largo de todo el DA, en especial en sus números introductorias y conclusivos. Así sabemos que los Padres de Aparecida consideran esta hora de desafíos como una “hora de gracia” (548) y, por lo mismo, un tiempo de grandes oportunidades para una Iglesia que no puede quedarse replegada “frente a quienes sólo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones, con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables” (11). Al revés, “la Iglesia está llamada a repensar profundamente su misión, en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales” (11).
“No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza “es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad” .
En definitiva, “a todos nos toca “recomenzar desde Cristo” , reconociendo que “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (12).
Con esta decisión en mente, podemos detenernos un momento en la realidad de nuestra querida Iglesia en Chile, para penetrar mejor los desafíos presentes de nuestra tarea evangelizadora, en esta hora también histórica en nuestra Patria. Ofreceré sólo algunas pinceladas para despertar la memoria y sugerir desafíos pastorales que hoy enfrentamos:
1. Nuestra Iglesia es deudora de cincuenta años de renovación pastoral, orientados y proyectados por el Concilio Vaticano II, y expresada en las Orientaciones Pastorales de la CECH. Por eso damos gracias:
- Los comienzos del movimiento bíblico, catequético, litúrgico, comunitario, con la “revisión de vida” y los “círculos bíblicos” que hoy cristaliza en la lectio divina y la animación bíblica de la pastoral;
- El desarrollo de la Catequesis Familiar, un producto criollo que ha sido fuente de nuevas comunidades y ministerios, como también clave para que la renovación conciliar llegara a las bases de la Iglesia;
- La pronta implementación de la Reforma Litúrgica y, por ende, de un estilo más celebrativo de la pastoral;
- La restauración del Diaconado Permanente y el reconocimiento de los ministerios laicales;
- El surgimiento de las comunidades eclesiales de base y, posteriormente, de los movimientos eclesiales y nuevas comunidades post Vaticano II;
- En las grandes ciudades, como en Santiago, hemos procurado asumir una pastoral urbana, complementando la pastoral territorial con la pastoral ambiental;
- En todo el país ha habido reiterados tiempos de misión, a veces misión general, a veces con destinatarios específicos, especialmente los jóvenes;
- Tenemos una significativa tradición de Orientaciones Pastorales desde 1968, una riqueza pastoral que nos ha ayudado a ir forjando la pastoral de conjunto y la pastoral orgánica, En este ejercicio hemos procurado un discernimiento pastoral de acuerdo a los tiempos que vivimos, y hemos crecido en comunión, teórica y prácticamente;
- Se ha logrado un lenguaje eclesial común desde Arica a Punta Arenas, y ciertas líneas y prioridades pastorales se han mantenido a través de los años. Líneas como el llamado a la Santidad, la Formación, la Opción preferencial por los pobres, la Comunión y Participación, la Reconciliación y prioridades como, por ejemplo, la familia, la juventud, el laicado, la educación, las comunidades eclesiales, etc.
Sin embargo, sin embargo…
- La menor atención a la religiosidad popular, salvo en la Pastoral de Santuarios y en honrosas excepciones. (En esta materia, gracias a Dios, estamos de vuelta y su consideración, hermosa e incisiva, ha sido determinante en el DA);
- La existencia de amplios sectores del campo y de la ciudad, poco o mal atendidos, donde no se puede celebrar habitualmente la Eucaristía;
- La insuficiente renovación de la pastoral parroquial en que la parroquia “misionera” o “comunidad de comunidades” suele ser más buen deseo que práctica asentada;
- Las dificultades que hoy encuentra la transmisión de la fe en el seno de las familias, en parte, por el trabajo del varón y la mujer, en parte por la crisis que afecta al núcleo familiar;
- La debilidad de la pastoral orgánica y de conjunto, incluso entre los P. Obispos, así como el cansancio (y a veces agobio) de algunos ministros ordenados;
- La crisis vocacional masculina y femenina; y el inadecuado acompañamiento de los cristianos laicos en el desempeño de sus ministerios o en su presencia en el mundo;
- La actividad proselitista de los Testigos de Jehová y de otras sectas, así como la pastoral acogedora y entusiasta de algunas comunidades pentecostales y evangélicas, han contribuído a que haya personas que hayan abandonado su Iglesia de origen (225-226);
- Y también, debido a la secularización, a una atención deficitaria en momentos claves de la vida, a la ignorancia religiosa o simplemente al desinterés, tenemos de hecho a un número significativo de personas alejadas de la Iglesia que requieren de nuestra atención prioritaria;
- Por otra parte, el gran esfuerzo desplegado en el discernimiento, redacción y divulgación de las Orientaciones Pastorales – práctica alabada explícitamente por el Papa Juan Pablo II – encuentra dificultades de implementación en algunas Iglesias locales lo que suele agregar una cuota de desánimo en los agentes pastorales, laicos y consagrados, que se toman en serio lo que los pastores aprueban y promulgan… De ahí la gran importancia de esta I Asamblea Eclesial… con gran participación de todos en la Iglesia… y de la Conferencia de Aparecida, a pesar del ruido que rodeó la promulgación del documento conclusivo…
2. Presencia en la educación básica, media, técnica y universitaria. Otra razón para dar gracias:
- Tener el 17% de los educandos del país servidos por los Colegios de Iglesia, de los cuales 48% son subvencionados, 37% de financiamiento compartido y sólo un 15% particulares pagados…es un don, una responsabilidad y una gran oportunidad para incidir en la cultura chilena;
- Contar con varias Universidades Católicas, en Santiago y en regiones, algunas de confesión explícita de la fe y otras de pertenencia implícita a la Iglesia… es de una enorme riqueza y responsabilidad, tanto en el campo de la educación técnica y científica como en el de la formación religiosa;
Sin embargo, sin embargo:
- La formación cristiana de colegios y universidades es pobre o, al menos, no logra entregar el “producto” esperado de estos establecimientos eclesiales;
- Tenemos clases de religión meritorias pero deficitarias en la educación primaria y secundaria;
- El diálogo ciencia-fe tanto al interior de los recintos universitarios, como en la relación con la sociedad, no es lo suficientemente profundo;
- No parece que estamos formando adecuadamente a cristianos y cristianas laicas para ser testigos de Cristo en este mundo… Ni tampoco se despiertan, las vocaciones sacerdotales, religiosas y ministeriales que la Iglesia requiere…
3. La nuestra es y ha sido una Iglesia sensible a los signos de los tiempos. Una Iglesia sensible a los dones del Espíritu y con un gran compromiso social. Por eso damos gracias por:
- Don Diego de Medellín, quien organiza la pastoral después del Concilio de Lima, crea el Seminario de Santiago y es severo con los criollos que abusan de la encomienda;
- La separación amistosa Iglesia-Estado, fuente de grandes beneficios para la independencia de la Iglesia;
- Hijos y padres de la Iglesia testigos de una vida profundamente religiosa y notable compromiso social: el Cardenal Raúl Silva H, cuyo centenario de su natalicio acabamos de conmemorar, Don José Manuel Santos A., cuya pascua hace poco celebramos, D. Manuel Larraín E., uno de los pastores a quien debemos la Conferencia de Río, la creación del CELAM y los preparativos de Medellín, en cuya tradición se ha realizado la V Conferencia. El Padre Hurtado – San Alberto Hurtado - no es un accidente del camino: es un símbolo de esta Iglesia que, unido a Sta. Teresita de los Andes, refuerzan vitalmente la imagen de esta Iglesia mística y social;
- Hemos tenido grandes hombres y mujeres de fe que han hecho presente el Evangelio en la vida política y social, en el mundo del arte y la cultura; en el foro y la academia…
- Ha madurado, especialmente en el sur, la pastoral indígena y somos más conscientes de que nuestro país está formado por distintas etnias originarias, además de los migrantes, anteriores y recientes;
- Hay un crecimiento progresivo de distintos tipos de voluntariado y de trabajos juveniles de invierno y de verano;
Sin embargo, sin embargo…
- Por más que lo social ha estado presente desde los comienzos de nuestra historia eclesial, no logramos superar la brecha entre los ricos y los pobres, y a veces seguimos tratando de solucionar por via de la caridad lo que reclama la justicia;
- La opción creyente ha sufrido desgarros muy serios en los años sesenta, cuando el reinado de las ideologías; en los setenta, con la violencia de Estado apoyada por no pocos católicos…en los años ochenta con el establecimiento de un modelo económico, sostenido por muchos católicos, que no se deja penetrar por el Evangelio… y en el último decenio en que la fractura se ha dado en torno a los temas de familia… Son signos evidentes de una fe que no ha penetrado lo profundo de la cultura y de las opciones personales pues, en esos casos, suele pesar más la pertenencia política o el sentir de las mayorías que los criterios del Evangelio, tanto en la moral personal o en la moral social;
- Hoy nos cuesta convivir con la cultura postmoderna, o mejor, con el mundo pluricultural en que vivimos, con el subjetivismo reinante, con la verdad fragmentada, con la pérdida de protagonismo (o desvalorización) de las instituciones… y deambulamos entre una pérdida de identidad católica, un diálogo cultural con titubeos, en que no sabemos bien como situarnos en la sociedad en que vivimos.
Estas y otras realidades nos desafían profundamente a encontrar el método y los contenidos para renovar radicalmente nuestra misión evangelizadora. Lo podemos hacer con ocasión del bicentenario de nuestra Patria y asumiendo la invitación de Aparecida a ponernos en “estado permanente de misión” (551), dejando de lado un cierto letargo pastoral – cuando este sea del caso – y optando por el nuevo ardor, los nuevos métodos y las nuevas realizaciones propias de una evangelización actualizada.
“En América Latina y El Caribe, cuando muchos de nuestros pueblos se preparan a celebrar el bicentenario de su independencia, nos encontramos ante el desafío de revitalizar nuestro modo de ser católico y nuestras opciones personales por el Señor, para que la fe cristiana arraigue más profundamente en el corazón de las personas y los pueblos latinoamericanos como acontecimiento fundante y encuentro vivificante con Cristo. Él se manifiesta como novedad de vida y de misión en todas las dimensiones de la existencia personal y social. Esto requiere desde nuestra identidad católica, una evangelización mucho más misionera, en diálogo con todos los cristianos y al servicio de todos los hombres. De lo contrario, “el rico tesoro del Continente Americano… su patrimonio más valioso: la fe en Dios amor…” corre el riesgo de seguir erosionándose y diluyéndose en crecientes sectores de la población” (13).
Es decir, formando una Iglesia de discípulos misioneros, que se pongan al servicio de la gente, especialmente de los más pobres y excluídos que tienen un lugar privilegiado en el corazón de la Iglesia. Una Iglesia al servicio de la vida, de la esperanza, del amor y de la paz.
Esta será una manera de entrar en la Escuela de María (270), como lo recomienda con tanto vigor el Papa Benedicto en sus homilías de Aparecida: “el mejor remedio para una Iglesia meramente funcional o burocrática”(268). De ahí la oración de nuestros obispos que, con gusto, hacemos nuestra en estos primeros pasos de nuestra Asamblea Eclesial:
“Nos ayude la compañía siempre cercana,
llena de comprensión y de ternura, de María Santísima.
Que nos muestre el fruto bendito de su vientre
y nos enseñe a responder como ella lo hizo
en el misterio de la anunciación y encarnación.
Que nos enseñe a salir de nosotros mismos
en camino de sacrificio, amor y servicio,
como lo hizo en la visitación a su prima Isabel
para que, peregrinos en el camino,
cantemos las maravillas que Dios ha hecho en nosotros
conforme a su promesa” (553).
P. Cristián Precht Bañados
Santiago, 10 de octubre de 2007.
PD Habría que desarrollar también un acápite sobre comunicaciones: “del stencil a Internet”…