1. En enero de este año, el Santo Padre invitó a todas las religiones del mundo a reunirse en Asís, en el espíritu de San Francisco, para ayunar y orar juntos por la paz.
El día elegido es el lunes 27 de octubre próximo.
El 4 de octubre recién pasado, en el día de San Francisco, y desde Francia, el Papa ha pedido a todos los líderes del mundo empeñados en guerras o conflictos sangrientos que, como gesto concreto de adhesión a ese acto, acuerden una tregua, universal y simultánea, el mismo día, en el mundo entero.
2. Los obispos chilenos adherimos entusiastamente al llamado del Santo Padre. Desde nuestra propia realidad, queremos acompañar a los que se reúnan en Asís, unir nuestra oración a su oración, y nuestro ayuno a su ayuno.
En Chile, gracias a Dios, no estamos en guerra. Pero estamos amenazados por la dinámica de la guerra. No faltan quienes, al diálogo prefieren la violencia o la descalificación del adversario. No quieren la paz: quieren la victoria. La creen posible e ignoran su costo. Por eso, muchos viven en la incertidumbre, el temor, la frustración y, a veces, la desesperación.
3. El Papa nos pide que trabajemos por la paz. Pero aquí mismo, en Chile, es un clamor el que se oye, cada día más apremiante: ¡construyamos la paz!, ¡convivamos en paz!, ¡no nos dejemos arrastrar por los que gritan ¡guerra! y no saben en qué puede terminar su griterío!
Por eso, con ocasión del llamado del Santo Padre, invitamos a todos los chilenos a unirse, en la oración y el ayuno, al Encuentro Mundial de Asís.
4. Sugerimos que, en los días previos al Encuentro, se realicen, en todas partes, vigilias de ayuno y oración por la paz. Que estas se organicen en cada diócesis, según sus circunstancias locales. Proponemos humildemente a nuestros hermanos de otros credos que hagan también lo mismo y los invitamos a participar con nosotros en actos ecuménicos.
5. El Papa ha pedido un gesto concreto, expresado en una tregua. Nosotros pedimos también gestos concretos, acordes con nuestra propia situación nacional.
Unámonos a los protagonistas de la vida política a hacer un nuevo esfuerzo por dialogar. Se lo pedimos al Gobierno y a la Oposición, a las instituciones y a las personas. Los llamamos a conocerse, a escucharse, a comprenderse, a respetarse, a buscar juntos caminos que conduzcan a la paz.
Estamos persuadidos que, conversando, se encontrarán formas de convivencia que satisfagan a todos.
Invitamos también a esa actitud de diálogo en la vida familiar, en las relaciones sociales y en las diversas organizaciones.
6. En mayo de 1981, en una carta intitulada “Vamos hacia la civilización del amor”, decíamos:
“El intercambio de ideas; la apertura al pensamiento ajeno; el deseo de conocer, auténticamente, las posiciones diversas de la nuestra; la expresión clara, respetuosa y libre de nuestro propio pensamiento; la disposición a cambiar de parecer, no por coacción externa, sino por convicción interior, todo eso es expresión de la dignidad humana; es base de la convivencia social”.
Meditémoslo el lunes 27 de octubre, pensando en Asís, en Francisco y en Juan Pablo, pensando sobre todo en las víctimas de la violencia y de la guerra, pensando en la esperanza y el deseo de vivir de los jóvenes y de los niños de Chile y del mundo.
† Bernardino Piñera C.
Arzobispo de La Serena
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile
† Sergio Contreras Navia
Obispo de Temuco
Secretario Gral. de la Conferencia Episcopal de Chile
Santiago, 14 de octubre de 1986