Intervención del Obispo de Temuco en Seminario “La responsabilidad social empresarial, una llave para el desarrollo sustentable”, organizado por ENTEL PCS.
Fecha: Jueves 12 de Julio de 2007
Pais: Chile
Ciudad: Temuco
Autor: Mons. Manuel Camilo Vial Risopatrón
¿Es posible una Economía Solidaria o una Economía en Comunión?
Comenzaré mi intervención agradeciendo la invitación a quienes organizaron este encuentro, así como a los expositores que me precedieron por sus aportes y análisis en este tema tan importante de tratar.
En primer lugar, situaré mi intervención aclarando desde “donde les hablo”, esto es, desde que perspectiva pretendo tomar el tema de la responsabilidad social empresarial.
Posteriormente, cómo se contextualiza esta categoría de responsabilidad social empresarial en la Doctrina Social de la Iglesia, conforme algunos documentos magisteriales emblemáticos y muy ilustrativos sobre la dignidad de la persona, economía, empresa y valores.
Finalmente, me referiré brevemente al “caso de Chile” y el “caso de
nuestra región” a partir de los indicadores de algunos centros de estudio sobre responsabilidad social empresarial que nos iluminan en nuestro caminar hacia una empresa mas social, y por que no, hacia un modelo de gestión empresarial aún mas solidario y humano.
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Del titulo del seminario que hoy nos convoca, “La responsabilidad social empresarial, una llave para el desarrollo sustentable” surgen varios conceptos clave, que prefiero calificarlos como valores. El uso del lenguaje en estos temas, sienta nuestra mirada. Es así como se refuerza la idea de responsabilidad social empresarial como un concepto ético, que remite a valores concretos.
En esta línea, preferimos una definición de responsabilidad social empresarial basada en el valor supremo de la dignidad de la persona.
La CEPAL en un interesante trabajo llamado “La responsabilidad social corporativa en un marco de desarrollo sostenible” (2003), repasa los distintos conceptos que se dan sobre responsabilidad social empresarial. De ahí que, responsabilidad social empresarial puede enfatizar el impacto de las actividades dentro las empresas -en tanto agentes empleadores-, otras apuntan a los aportes de éstas en el desarrollo económico, algunas vertientes basan el concepto en las buenas practicas con actores externos relacionados con el rubro que la empresa trabaja y aun conceptos que vinculan responsabilidad empresarial con practicas transparentes y explicitas para los usuarios.
Según nuestra Doctrina Social de la Iglesia, y como les señalaba, a partir de las iluminados mensajes de nuestros Pastores, la responsabilidad social empresarial ha sido un tema tratado desde hace ya mucho tiempo. Señalo esto, pues como “concepto” es relativamente reciente, surge con más fuerza en el debate de la administración de empresas y del mundo empresarial a partir de situaciones de “comportamiento criticable” de empresas multinacionales como ENRÓN o WORLDCOM en 1992 que dañaron la confianza con clientes y consumidores en general y que provocaron verdadero escándalo.
Nuestra visión basada en la dignidad de la persona propone un concepto exigente de responsabilidad social empresarial, que toma en cuenta los indicadores de las “buenas practicas” empresariales para con sus empleados y consumidores, pero que va mucho mas allá de la imagen publica que logre la empresa responsable.
Este concepto exigente, se obtiene de la reflexión profunda y meditada sobre el sentido que tienen los bienes materiales que el Señor nos da, donde nos preguntamos sobre el significado que tiene la apropiación y uso de las cosas como individuos y del modo que concebimos dichos bienes en la relación con nuestro prójimo y hermanos o hermanas.
La Gaudium et Spes afirma explícitamente que la propiedad no es el único destino de los bienes, ya que la apropiación misma está subordinada al destino común, de allí que el “tener” encuentra su verdadero sentido en la dimensión social. Ello muy bien tratado en el capitulo sobre la actividad humana y la superación de la ética individual.
La encíclica social del Papa Juan Pablo II Centessimus Annus, reafirma el fin social y universal de la propiedad hasta sugerir la idea de una “economía mundial”. En su discurso en CEPAL – Chile del 3 de abril de 1987 señala “... Pero Estado y empresa privada están conformados por personas. Quiero subrayar esta dimensión ética y personalista de los agentes económicos. Mi llamado, pues toma la forma de un imperativo moral: sed solidarios por encima de todo” (ello, entre signos de exclamación).
De la interpretación del aspecto económico de la encíclica mencionada, surge un concepto inspirador que es la “economía de comunión”, idea que he tomado prestada para esta reflexión de hoy cambiando por “economía en comunión”.
De este enfoque, se sugieren los siguientes elementos:
(I) Es necesario replantearse la actividad económica e iluminarla a la luz de las enseñanzas de Jesucristo. La empresa, los medios y fines de producción deben organizarse desde una concepción humana, no desde un paradigma economicista. Interrogando al Evangelio sobre ello, surgen dos respuestas claras sobre el modo cristiano de vivir el “problema económico” i) es necesario buscar el Reino de Dios y su justicia con la certeza que el Padre nos dará aquello que sabe que tenemos necesidad [cf. Mt. 6,32 – 33] y ii) trabajar es bueno pero hay que comprometerse en el trabajo con el espíritu del desapego [Mt. 19-29, Mc. 10-39].
(II) La economía en comunión supone una empresa como un ente muy importante dentro de la estructura económica actual, aquella que cada vez más debería abrirse al exterior como propulsor de la sociedad en dirección hacia una economía de servicio. Asimismo, de un rol determinante de los ejecutivos de las empresas, los que las dirigen, pues deben cumplir con máxima eficiencia su trabajo, lo que supone también, un compromiso espiritual, por parte de ellos con el Evangelio.
(III) Esto se diferencia de la abolición de la propiedad privada, no sugiere que no circulen los bienes y que no haya ganancias o beneficios, la empresa no debe ser solidaria por obligación, se trata de entender la empresa, los bienes y sus frutos, como instrumentos de la gracia y del amor de Dios por sus hijos.
Si utilizamos el enfoque de los “niveles de análisis”, el tema de la responsabilidad social empresarial ha sido tomado por organismos internacionales, el más destacable, las Naciones Unidas. Con el llamado “Pacto Global” entre las empresas y las Naciones Unidas, en el marco del Foro Económico de Davos en 1999, se sienta un acuerdo por el empresariado mundial de enfocar su actividad hacia nueve principios protectores de los derechos basados en cuatro ejes: derechos humanos, medio ambiente, discriminación y anticorrupción.
Una diversidad de Fundaciones y Grupos de Interés ( o stakeholders, concepto clave para la responsabilidad social empresarial) monitorean con distintos tipos de indicadores y estudios el comportamiento de las empresas.
Tomando ello y aplicándolo a la realidad en Chile, tenemos que, el BID desde el 2004, se ha preocupado de fomentar la responsabilidad social empresarial en la PYME.
El sábado 7 de julio, salió en la prensa nacional (“La Tercera”, pp. 55) la noticia sobre el ranking que brinda la organización no gubernamental inglesa “Accountability”, señalando que Chile se encuentra dentro de los 30 países con mayor “competitividad responsable”. Esta organización difundió en Ginebra, un Informe de 108 Países que aportan el 96% del PIB mundial, ordenados por “competitividad responsable” empresarial.
Los países en primeros puestos fueron Suecia, Finlandia, Dinamarca, siendo Chile de América Latina el más avanzado. Ello, habría que contrastarlo con el Índice de Desarrollo Humano de PNUD 2006 y el Panorama Social de América Latina de CEPAL 2006 que colocan a Chile como un Estado donde la brecha de desigualdad sigue siendo un alarmante problema.
Existen además, estándares de calidad como los que brinda la International Organization for Standardization (ISO). en castellano, Organización Internacional para la Estandarización, conocidas como normas ISO [en griego significa, igual]. Destacamos la ISO 8.000, sobre óptimas condiciones de trabajo para los empleados, y la ISO 14.000, sobre gestión medioambiental. La nueva norma que se discute a nivel mundial es la ISO 26.000, que establecerá la responsabilidad social empresarial en un contexto global. En Chile se discute actualmente si la ISO 26.000 debe o no ser obligatoria.
Creo determinante, el rol de las Universidades chilenas, que deben incorporar el tema de la responsabilidad social en las mallas curriculares de las futuras generaciones de profesionales y en sus debates académicos.
Quiero culminar mi intervención reflexionando sobre la empresa en Temuco, con la realidad socio-económica y demográfica de nuestra región. Nuestra región es particular. Vivimos en un ambiente multicultural. Los actores económicos de nuestra región, tienen además de las responsabilidades sociales que señale anteriormente, el imperativo ético de incorporar a su gestión el hecho de “trabajar con y/o trabajar” para personas y comunidades de diferentes orígenes y especialmente culturas o cosmovisiones.
La empresa regional debería diseñar un modelo de responsabilidad social empresarial que incorpore la especificidad indígena, es decir, complejizando aun más la planificación del trabajo.
No hace falta mayores estudios – incluso la CASEN 2006 que acaba de difundirse – para incorporar la realidad en la que la empresa de Temuco se relaciona con sus consumidores y trabajadores. A esta encuesta me referiré próximamente en mi columna dominical del “Diario Austral”.
La pobreza indígena, aun con los datos felices de la CASEN que indica una reducción de la brecha entre pobres indígenas y no indígenas, continua siendo un tema no resuelto.
A la responsabilidad social empresarial, se suman prácticas de sana convivencia y estrategias de buena vecindad de las empresas de Temuco para con las comunidades, especialmente aquellas “en conflicto”.
Quiero agradecer, al terminar mi intervención, la oportunidad de escuchar las intervenciones de todos ustedes y aportarles la enseñanza que la Iglesia tiene en estas materias. Espero que estos espacios de conversación y propuestas ayuden a concretar iniciativas de responsabilidad empresarial más solidarias.
† Padre Obispo Manuel Camilo Vial
Temuco, 12 de Julio 2007